¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

lunes, 18 de febrero de 2013

Hotel Mandarin Oriental. Barcelona








Web

Considero la web de la cadena Mandarin Oriental un ejemplo de web de hotel. Si bien es cierto que últimamente han sufrido una aconsejable remodelación en lo concerniente a orden y esquema de los menús. A mi parecer estaban un tanto desordenados y difíciles de navegar. En lo referente a fotografías, teniendo en cuenta que estamos hablando de hoteles de lo mejorcito del planeta, son de una calidad suprema y con unos atractivos envidiables.
El sistema de reservas es propio de la cadena. Rápido, elegante y muy cuidado. Fue este el medio que elegí para hospedarme en el maravilloso Mandarin Oriental Barcelona.

Llegada al hotel y check-in

En esta ocasión llegué al hotel junto a mi acompañante a una hora más temprana de la establecida para el check-in. Las diez de la mañana, aproximadamente. El vuelo que elegimos era tempranero. El hotel se encuentra situado envidiablemente en el Paseo de Gracia (dónde si no) y creo que antiguamente era la sede del Banco Sabadell o de algún otro banco.

Fachada del hotel


Casi no había parado el taxi y un mozo uniformado nos estaba abriendo la puerta del vehículo ayudándonos a apearnos. La entrada al Mandarin es muy original. Un pórtico de cuatro columnas es lo primero que te encuentras. En su centro, comienza un ascenso suave con rampa hasta llegar al lobby. Justo a la entrada, tenemos dos variantes. A la izquierda se encuentra la recepción, a la derecha el Concierge.
Brioni y Tiffany flanquean la fachada del hotel. Pero ya dentro, justo antes de llegar al mostrador de recepción una sucursal de Manolo Blahnik nos sorprende. Los que entienden saben que una tienda de Manolos en España no es fácil de ver.
Cuenta con 98 habitaciones y un interiorismo exquisito obra de Patricia Urquiola.

Acceso al hotel

Quiero detenerme en mi primera impresión con el personal de recepción. Me atendió, recuerdo el nombre, Pedro; un portugués o brasileño (siento la comparación), me pareció por su acento, al que le doy la máxima puntuación en lo referente a lo que debe ser un buen check-in. Junto al Marbella Club, no me he alojado en dos hoteles con tan maravilloso "front-office". Pedí disculpas por mi anticipación en la llegada. Pedro, nos comentó que aún no estaba preparada nuestra habitación. En medio minuto ya tenía otra vez en mi billetera mi D.N.I. y mi Visa y nos ofreció desayunar como cortesía. Ello me halagó en exceso puesto que me pareció un detalle exquisito. No obstante, decliné la invitación ya que nos habíamos desayunado al salir del avión. Ojalá muchos hoteles tuvieran en cuenta un detalle tan -al parecer- nimio pero delicado y personal.

Lobby de entrada

Nos retiraron las maletas en un momento, nos avituaron de paraguas puesto que lloviznaba y nos fuimos a realizar ciertas compras que teníamos pendientes. Una vez tomado un pequeño almuerzo en Cornelia & Co- un local muy recomendable para almorzar en Barcelona- volvimos al hotel. Una compañera de Pedro nos acompañó a la habitación, nos explicó ciertos manejos tecnológicos de la misma y se puso a nuestra disposición por lo que pudiéramos necesitar. El equipaje ya estaba en el cuarto.


La habitación

La habitación era doble deluxe con vistas al Paseo de Gracia. Intentaré explicarla. La entrada daba a un pasillo y al fondo se situaba la alcoba. En sí, he de decir que me pareció un tanto pequeña pero muy bien aprovechada. Las fotos, en este caso, sin ser nada buenas (es mi estilo), hablan mejor que mi rollo existencial. La cama era muy cómoda, las sábanas de muy buen hilo de algodón. La iluminación perfecta y se conseguía oscuridad total debido a una persiana de accionamiento automático. A un lado de la cama se situaba una confortable butaca y a los pies una mesa de escritorio con múltiples chorraditas. Conexiones de cable de todo tipo, dvd, caja fuerte, base de carga con altavoces para iphone, mini-bar con cajón para copas. En definitiva, detalles muy bien cuidados que se agradecen en un hotel de la categoría del Mandarin.
El baño, ante todo, muy funcional. Blanco impoluto, en una primera estancia se encontraba el lavabo con encimera corrida enorme. Muy de diseño minimalista pero con la poza muy poco profunda. Es una manía pero me pongo nervioso cuando no hay suficiente profundidad. Aunque el material del que está hecho es anti-salpicaduras, siempre salta y molesta. Justo enfrente se encontraba la bañera en forma de isla que no probé. En una segunda estancia, separada por puertas se situaban el inodoro, bidé y ducha. Las "smellies" eran de la firma "Red Flower", todo natural sin parabenes, siliconas y esas cosas. Todas en tarritos de 50 mililitros. Estoy hasta el colodrillo de los tarros de 30 ml. Con esa cantidad no da ni para untarte el ombligo. Me parece una cicatería usar en un hotel de lujo "toiletries" tan pequeñitas.
El espejo, también corrido, daba gusto. Buen espejo de aumento y una báscula absurda para aquel tipo raro que se pese en el Mandarin de Barcelona. Hay para todos.


La cama

Habitación

Detalle del teléfono

Conexiones que no tengo ni idea

Más conexiones para televisor

El baño

La bañera

Ducha

Conexión baño-habitación

Toiletries o smellies

Cargador con altavoces para iphone

Detalle del minibar

Caja fuerte con dvd y bolsa de cortesía

































El Spa del Mandarin

Me gustó mucho. Dicen los entendidos, yo no lo soy, que lo que toca Linda Meredith se hace de oro. Y donde pone el pie -nunca mejor dicho- Bastien González, también. En este caso así lo es. No sé si por ello o por el espacio tan maravilloso que han sabido crear en pleno centro de ebullición del Paseo de Gracia de Barcelona. La piscina, de agua caliente, lógicamente, da para que los nadadores hagan sus largos o los ballenatos como yo flotemos cual cachalote un rato. Algún día, por cierto, he de hablar de esos que usan las piscinas de los spas de hotel como si fueran olímpicas. Tienes que estar más pendiente de ver que no te arrasan por la calle cinco que de descansar dentro del agua. Justo detrás de la piscina, una pared separa el baño turco, amplio y de temperatura católica. Las toallas, más que suficientes, eran repuestas constantemente. Tan sólo un reloj digital irrumpía el clima de paz y serenidad, reloj muy bien puesto para que no se nos pase la hora del tratamiento.
Mi pareja se dio alguna de esas envolturas que le fascinan y yo, por supuesto, evité el masaje corporal que me destroza la espalda. Esta vez, bien aconsejado, me proporcionaron un tratamiento facial de rescate y luminosidad que me vino muy bien. El personal del spa me pareció magnífico en el trato y en el servicio. Incluso a la hora de intentar -como debe ser- que te lleves media estantería de cremas que te aconsejan. Una cosa es recomendar y otra meterte la crema por la nariz para que te la lleves. Muy profesional.
Las tumbonas, cómodas. Como siempre, algún maleducado que, después del chapuzón se va y deja las toallas encima de las hamacas.

Baño Turco
Piscina


Zona de relajación


Aspectos varios

En esta visita a Barcelona quise ir a cenar al 41, ese bar de tapas -por llamarlo de alguna manera- del hermano del Adriá. Como sólo se puede reservar por internet y eso es más complicado que pedir una audiencia con Obama el 4 de julio, intenté un par de semanas antes que el Concierge del Mandarin me ayudara. Lo intentaron pero fue imposible. La política del 41 es bastante clara, sólo admiten reservas por internet. Hablando del Concierge, me pareció muy eficaz pero aquí vi un error. No es de recibo que este servicio en un hotel como el Mandarin esté atendido por una sola persona. Unos japoneses se me colaron -mucha educación pero mira tú qué geta- y lo volvieron loco con las entradas de no sé qué partido de fútbol. Al menos dos personas deben atender el Concierge en todo momento. Eso sí, de pie y no sentados como últimamente estoy viendo que sucede en algunos hoteles. 

La terraza del Mandarin es espectacular. Con una piscina larga, de esas para remojarse, no para batir el record del mundo de cien metros mariposa, se divisa toda la ciudad. Además es un lugar para echarse relajadamente un pitillo sin que te tengas que ir a la puñetera calle. No la utilicé puesto que era invierno pero debe ser, sin duda, un oasis en el tórrido verano barcelonés.

Piscina exterior


Comentario importante se merece el Banker´s. Es el bar del hotel. Me parece que el lugar que ahora ocupa el Mandarin era la antigua sede central del Banco Sabadell. Un ejemplo de edificación española de la posgerra, de fachada tosca y aburrida que el equipo de diseñadores del hotel ha sabido sacar el mejor partido. Precisamente con el bar, han aprovechado las cajas fuertes del banco para construir sus paredes y techos. En las láminas de metal están incrustadas las luces, bien dirigidas. La barra es rectangular a modo de isla, alta y perfectamente decorada. Los cócteles son maravillosos, el servicio excepcional. Además cuenta con terraza para los fumadores empedernidos. Un referente en la coctelería de la ciudad condal.

Banker´s

Detalle del techo con las cajas fuertes. Foto cedida por Rincones Secretos

El desayuno se sirve en el Blanc, uno de los dos restaurantes gastronómicos del hotel. Con un precioso diseño y decoración, en él también puedes disfrutar del té de la tarde. El desayuno es muy correcto. No utilizan millares de productos repartidos en miles de bandejas desparramadas. Pocos pero de una altísima calidad. Bollería y mermeladas exquisitas.

El Blanc a la hora del desayuno. Foto cedida por Rincones Secretos

El otro restaurante, "Moments", de Carmen Ruscalleda, no lo probé. Además, he de decir que no puedo ir hasta que antes haya visitado el "Sant Pau" en Sant Pol de Mar. Mal no debe estar, hace poco creo recordar que le han concedido una segunda estrella michelín.

Restaurante Moments

Antes de finalizar, tan sólo aconsejar algunos lugares para cenar en Barcelona. Uno es el gastrobar del Hotel Ohla; el otro "Dime", un local muy aconsejable para cenar o tomarse una copa. Mezcla bar, restaurante y discoteca. Con terraza.

En definitiva, un hotel que merece la pena visitar a quien se sienta atraído por esta tontería de la hostelería de lujo. 

Check-out y salida del hotel

Rápida y eficaz como no podía ser de otra manera. Del equipaje se encargaron dos botones en todo momento hasta que lo subieron al taxi que nos llevaba a Sants para poner rumbo, en este caso, a Madrid. Si bien es cierto que aún no conozco el Arts, difícil elección creo que tendré cuando lo visite y me tenga que decantar por alguno. Lujo pero ni asiático ni sin estridencias. Sobresaliente.

Nota: Existe una crítica actual al hotel Mandarin Oriental Barcelona, realizada por mi blog amigo Rincones Secretos. Podéis leerla pinchando aquí.


lunes, 17 de diciembre de 2012

Las "smellies"


"smellies" del Hotel Cipriani. Venecia




Un reciente comentario a mi entrada "Qué son las "amenities" y qué son las "toiletries" me ha llevado a escribir esta entrada. Un lector nos dice lo siguiente:

"A ver, que el origen sea el francés, permitidme que lo ponga en tela de juicio como biligüe que soy pues "aménité" tiene el sentido de amable o "charmant". Sin saber el rigor de la info dada, me parece bastante ajustada la que encuentro en amenities.com.es/que-son/ pero lo cierto es que cuando aparece alguna noticia en los boletines oficiales, se refieren a las amenities como "artículos de acogida" en un sentido amplio. No se han adoptado otros anglicismos de manera oficial como parking, football, etc? La palabra Amenities acabará siendo aceptada por el diccionario pero en cuanto tiempo? Depende supongo de la agilidad de reacción de la Real Academia! Y se referirá a las toiletries, a los objetos de cortesía compelmentarios o a todos los servicios? Menudo galimatías:) Saludos y felicidades.

No soy bilingüe ni mucho menos filólogo pero es cierto que con el anterior post no nos acabamos de aclarar; el primero yo. ¿Cómo zarandajas le llamo al tarrito de gel que me ponen en el baño? ¿Y al champú? ¿Y a esos botecitos absurdos que jamás nadie utiliza de "body lotions" y "hair conditioner"? ¿Y al peine que se le rompen cuatro púas sólo por pasárselo una vez por la perola? ¿Y al calzador de zapatos que robamos a la salida de nuestra estancia? ¿Y a la bolsa con el logo del hotel? ¿Y al papel serigrafiado con el emblema del mismo? ¿Y a la idiotez de estampar también  nuestro nombre en los folios del cartapacio del escritorio? ¿Y a la pastilla de jabón que se te mete entre la alianza y el dedo cuando te la frotas en la mano?

Ciertamente el mundo tiene hoy en día algunos problemas algo más relevantes que éste para solucionar. Pero en este blog se habla de hoteles y aledaños así que es aquí donde -creo- hay que debatirlos.

Intentando razonar mis afirmaciones, podemos decir sin equivocarnos que todos esos objetos de los que hablábamos antes son una cortesía para hacernos más agradable nuestra estancia en un hotel. Eso no lo duda nadie. Sucede que -para entendernos- las "amenities" parecen más destinadas a lo que no está en el baño, dejando para éste último las que sí están dentro de él. Aunque no estaría mal del todo afirmar que todo son "amenities".

Hoy se está utilizando el término "smellies" para referirnos precisamente a los perfumes y aceites de baño. En definitiva, para las "toiletries". De hecho, el "Urban Dictionary", en su segunda acepción, define "smellies" como "A British alternative for bath oils and perfume." Y los frikis de los hoteles como yo, ya lo estamos utilizando en nuestros blogs al referirnos a las amenidades de baño. Ni qué decir tiene que queda muy "british".

Precisamente, Mary Gostellow, en su aconsejable blog ya utiliza este término para referirse a los productos de baño del recientemente abierto o reabierto "Café Royal" en Regent Street de la capital londinesa. Esta vez, "Floris" se ha llevado el gato al agua ". "Penhaligon´s", que como ya saben es mi favorita, no ha podido con ella. De todas formas, ya tienen bastante con el 41 y con el Langham. Que no se quejen.

Espero que haya servido para algo este comentario. Pido disculpas a mis lectores por lo que he tardado en volver a publicar. Aprovecho para desearos a todos unas muy felices navidades y un muy interesante año 2013.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

Volvemos a la carga. O al menos lo intentamos

Pido disculpas a los lectores de este blog por el tiempo que he estado sin actualizarlo. Han sido unos meses un tanto complicados que no me han permitido dedicarle el tiempo oportuno.  Ahora, un poco más repuesto de todo, lo retomo con más ganas que al principio.

Daros las gracias por vuestros comentarios de apoyo en esta travesía en el desierto. Un abrazo.

Alfredo