Web
No sé si es una manía personal o una opinión basada en la objetividad. No soporto el diseño web de la cadena Kempinski. Con una infinidad de ventanas que emergen, desaparecen y se agrandan estorbándose entre sí, da lugar a que el lector pierda los nervios por no llegar con rapidez a la información deseada. Tan sólo me convence el sistema de consulta de disponibilidad y reserva y la galería fotográfica. El resto, enrevesado, con tonalidades muy negras y con un orden muy peculiar común a todos los hoteles de la cadena.
No utilicé esta vez la web del hotel para proceder a la reserva sino que lo hice a través de la Central de Reservas
The Leading Hotels of the Word, a quien pertenece el
Vier Jahreszeiten de Munich. Al ser temporada de Adviento los precios estaban desorbitados y tuve que conformarme con una habitación doble estándar.
Llegada al hotel y primeras impresiones
El Vier Jahreszeiten está situado en la principal calle -a mi juicio- de Munich, en Maximiliamstrasse, un bulevar que combina lujo y tradición, donde se encuentran las principales tiendas de moda de la ciudad. Un poco apartado -pero sin pasarse- de Marientzplaz pero con una correcta y muy buena ubicación.
El taxi paró en la puerta. Un mozo bajó el equipaje y lo depósito en una esquina. Automáticamente me dio un ticket. La siguiente vez que lo ví, me refiero a las maletas, fue ya en la habitación. Me gustó esa acción que podría ser copiada por muchos hoteles. Al mostrador de recepción hay que llegar lo más libre de bultos posible.
La entrada al hotel es muy agradable. Con un enorme lobby con un techo de vidriera en tonos anaranjados y rojizos, el mostrador de recepción y concierge se encuentra a mano derecha. Quiero pensar que el hotel estaba bastante lleno. Una recepcionista muy cortés y educada nos hizo un check-in muy rápido; quizá un tanto de más. Daba la impresión de que quería quitarse rápidamente de encima a un cliente para poder coger a otro, y así sucesivamente. Para este hotel, la tarjeta de afiliación de The Leaders Club dio exactamente igual. No obtuvimos ningún tipo de detalle ni privilegio. Ni upgrade, ni carta de recepción, ni nada de nada. Hubiera dado igual estar afiliado a un sindicato comunista; no nos hicieron ni puñetero caso ni nos dieron ningún tipo de explicación de porqué no nos lo hicieron.
La habitación
Regular tirando a mal. De las más de trescientas habitaciones y suites con las que cuenta el hotel, posiblemente fueron a darnos la más anticuada, la de más difícil acceso y la que tenía un cuarto de baño más enano. Este tipo de trato en referencia a los afiliados a The Leaders Club debe ser tenido mucho más en cuenta por la central The Leading Hotels of the World. Casos como este no es el primero, ni será el último. The Leading debe poner más medidas de vigilancia para que se cuiden los requisitos de membresía en los hoteles pertenecientes a la cadena. Y si no, pues que no renueven concesión y ya está.
Siguiendo con la mini-habitación, una cama de matrimonio estaba situada en el centro sin hacer. Es decir, a la manera nórdica de hacer una cama. Colocan un edredón doblado encima de la misma y una almohada con funda. Y que te las vayan dando.
El mobiliario parecía de mala calidad, de colores como de madera barata. La moqueta aún era más vieja que una mesa, tipo tocinera, situada cerca de la ventana. Las cortinas opacas -por decir algo- no conseguían mucha oscuridad. El escritorio era mínimo y la decoración de la habitación, absolutamente espartana.
Del baño, mejor no hablar mucho. Casi tenía que acceder al mismo de canto. Un lavabo de buen mármol de una poza, inodoro empotrado y casi suspendido, bañera con ducha correcta pero absolutamente encajada. Las toiletries eran de las comunes de la cadena Kempinski, no me gustaron mucho. El albornoz -muy usado ya- no me cabía de lo pequeño que era. Ni siquiera quise llamar a que me subieran otro más grande; sólo utilicé la toalla. Las zapatillas, con el emblema de la cadena, muy pequeñas también.
En fin, no puedo decir que nada estuviera mal o estropeado pero tampoco puedo echar ningún piropo a nada de la habitación, ni siquiera a su wifi que es inexistente, cosa que aún hoy no puedo comprender. Bueno, la cama, era cómoda; me refiero al colchón.
Servicios e Instalaciones del hotel
Sin duda, el lobby de entrada al hotel es lo más preciado. Decorado en Navidad con un enorme árbol con luces y cristales de Svarovsky -un poco hortera-, es un lugar acogedor para tomarte una copa de champán, el té o lo que quieras. En dependencias anexas, se van situando diversas salas, como una "smoking room", donde puedes fumar como si de un apestado se tratara. Pero, al menos, puedes fumar y no te echan a la calle como en la mayoría de los hoteles. Justo al otro lado, se encuentra el "bar Jahreszeiten", un pequeño espacio muy acogedor con decoración y ambiente tipo inglés. Muy apropiado para una relajada charla o un cóctel. Pedí mi gin-tonic de antes de dormir pero sólo un día. Como me sucedió en otros hoteles de Munich y de Salzburgo; también de otras ciudades de Alemania, tienen la manía de utilizar vasos tan sumamente pequeños que no cabe todo el cuarto de tónica en el mismo. Por tanto, queda una bebida muy densa, fuerte y no se acaba de saborear bien.
A la hora del almuerzo sirven en el lobby unas ostras con champán que merece la pena probar.
Bien, continuando con algunas instalaciones del hotel, como suele ser mi costumbre, no probé el restaurante del mismo, el "VUE Maximiliam". Por lo que pude comprobar era una mezcla de clásico-contemporáneo; un ni fú ni fá, ni pa tí ni pa mi.
Mención aparte merece la piscina del hotel. Muy cuidada, amplia y con buenas instalaciones, es un remanso de serenidad para después de un ajetreado día de turismo por la ciudad. Bien nutrida de toallas, los vestuarios correctos, sin ningún lujo de más, pero correctos. Temperatura agradable del agua y unas muy buenas vistas a la ciudad. No probé los tratamientos del Spa del hotel ni, por supuesto, su centro de fitness.
Check-out
Poco más puedo decir de un hotel del que esperaba mucho más. Posiblemente, junto con el
Adlon de Berlín, sean los dos buques insignia de la cadena, al menos en su país de origen, Alemania. Munich tiene una oferta hotelera de lujo muy buena por lo que un hotel que se duerma en los laureles puede ser que acabe pagando la factura. Muy cerca del Vier, a escasos minutos, se encuentra el
Mandarín Oriental. En la parte opuesta tenemos al
Königshof y al
Rocco Forte the Charles; y entre todos estos al
Bayerischer Hof. Por lo tanto, mucha oferta hotelera de lujo para una ciudad no muy grande como Munich.
La salida fue rápida y eficaz. La factura estaba absolutamente en orden y nos dieron un pan de jengibre, muy malo por cierto, típico de esas fechas. El equipaje ya estaba en el taxi a la salida, la nieve ya no cubría toda la acera y nos dispusimos a viajar a Salzburgo, el
Hotel Sacher nos esperaba.
No hay comentarios:
Publicar un comentario