¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

jueves, 7 de octubre de 2010

Cómo comer bien en Estocolmo y no morir en el intento



Como ya conocen mis lectores más asiduos, no soy un crítico gastronómico. Es más, intento no meterme en "camisa de once varas" por si luego no sé salir. Aún con todo, no puedo dejar de hablar de algunos restaurantes de Estocolmo.

Cuando visité la ciudad, iba lleno de prejuicios en lo que a comida se refiere. Estos nórdicos -entre el salmón ahumado y el arenque- no tienen ni idea de lo que es el buen comer. Se me cayeron todos (los prejuicios, lógicamente) y esta es la razón por la que he optado por realizar un post exclusivamente de los mejores restaurantes de Estocolmo.

Sin duda, el mejor con diferencia es Mathias Dahlgren, ubicado en la sede del Grand Hotel. A él me referí anteriormente en la crítica que realizamos al hotel. No puedo más que felicitar al que ya es, sin duda, el principal chef de Suecia.


Cuatro son los restaurantes que la empresa Pontus tiene abiertos en Estocolmo. Pero el "by the sea" es el más especial. Justo al borde del puerto, en una terraza inolvidable que te hace viajar con la mente a cualquier ribiera mediterranea, tanto en la estación soleada como en la sombría es el sitio de reunión de la gente educada de la capital sueca. (Detesto eso de la gente "chic"). Tanto para una cena informal o un cóctel en sus comodísimos sofás, Pontus by the sea, debe ser una referencia a la hora de elegir restaurante en Estocolmo. Y es que hasta se come muy bien. Marisco fresco, cocina que cuida muy bien la materia prima sin transformarla en adefésios semiculinarios. Me sorprendió el solomillo de buey, pura mantequilla. Postres muy bien cuidados y con algo más de variedad que el cansino chocolate.

Como nota común a cualquier restaurante de cualquier ciudad que no es la suya; permítame un consejo. Si usted está alojado en un buen hotel, pídale a su conserje que le reserve mesa en el restaurante que usted elija. Ejemplo. Si llama usted directamente con su nivel de inglés lamentable para reservar mesa, le van a dar una mesa más esquinada que la proa de un barco y unas vistas no mejores que el tercer sótano de un parking. Háganme caso, verán cómo cambia todo, utilizando el servicio de conserjería del hotel.


Cuidado con este restaurante. Si quieren vistas privilegiadas, no duden en acudir a este emblema de Estocolmo. Si, por el contrario, también quieren comer bien, será algo más complicado. Su cocina es afrancesada, pero no actual sino un tanto rancia -y perdón por la expresión-. Salsas excesivamente tradicionales, al igual que sus presentaciones con raciones muy muy excasas y aburridas. 
El asado de carne estaba realmente bueno, los mariscos son frescos pero poca variedad. No se le ocurra pedir eso que llaman "lucioperca" ó "pike-perch", un pescado incoloro, inodoro e insípido, acompañado de una salsa que sólo era amarilla.
Es caro.
Para que vean que no les engaño, les muestro unas fotos donde se entiende la atracción por visitar este restaurante.


  Allí arriba lo tenemos
























Maravillosa vista de Estocolmo




En "Östermalm Saluhall Market", el mercado principal y más bonito de la capital sueca, encontramos este lugar donde tú mismo puedes elegir la pieza de pescado que más te guste y, en unos minutos, la tienes cocinada y servida en tu mesa. En Lisa Elmqvist he probado el mejor salmón ahumado y marinado de mi vida. Las mesas están dispuestas desordenadamente, todas abigarradas pero ello le confiere un ambiente perfecto para disfrutar de un almuerzo informal con el mejor pescado y marisco que podamos imaginar. No se puede reservar por lo que, en horas punta, hay que guardar un poco de cola. Afortunadamente, no estaba hecha la cola cuando llegué por lo que pude deleitarme en este magnífico restaurante. Si hubiera habido algún tipo de espera en forma de cola, les aseguro que yo no habría estado en ella. Soy un fiel detractor de este tipo de esperas.
Cuidado con el precio. Además, en Suecia, el impuesto indirecto como el IVA español, es del 25% y no suele estar incluido en el precio que muestran las cartas. Por tanto, no se sorprenda cuando tenga que proceder al pago. Se me olvidaba. Un servicio muy amable y rápido, de los que se recuerda pasado el tiempo.
Es, sin duda, uno de los restaurantes más famosos de Estocolmo, justo en el mismo edificio de la Ópera, muy cerca del Grand Hotel. En el tiempo de mi visita, el cenador principal se encontraba cerrado por vacaciones por lo que me tuve que conformar con su reconocidísimo Smörgasbordbufé típico sueco elaborado con sus principales ingredientes.
Esta comida tiene su protocolo. Si es usted un auténtico monstruo devora-bufes, le aconsejo que no acuda a uno de este tipo. Se hacen cuatro viajes a la mesa central más uno para el postre. Se comienza por los arenques y ensaladas, luego pasamos a los patés y embutidos. Seguidamente al pescado y, por último a la carne guisada, albóndigas o salchichas, todo típico sueco. Por último, el postre.
Como no podría ser de otra manera, los platos son retirados por el personal de servicio. Sucede que si usted es un glotón sin remedio y, en vez de echar cuatro viajes, realiza cuarenta y cuatro, notará que los camareros dejan de retirarle el plato y tendrá que amontonarlos. Ello sucedió en la mesa de al lado donde dos ingleses de avanzada edad se estaban comiendo Suecia entera sin dejar ni las migas. Nunca he visto semejante voracidad, ni siquiera en un mal bufé de hotel barato de playa. Llegó un momento en el que los camareros no retiraban platos, sino columnas de platos y los ingleses, exhaustos de tanto caminar de la mesa al bufé y del bufé a la mesa, seguían "dale que te pego" como si no hubieran comido en su vida. Hay gente para todo.

No es muy caro. Al cambio, unos cincuenta euros sin vino por comensal. Carta de vino y bebidas prodigiosas pero a precios tan estratosféricos que sin probarlas te hacían arder el gaznate. Aún así, muy recomendable.


No quisiera acabar sin referirme a F12, Fredsgatan, 12. No pude acudir a este renombrado local por encontrarse también de vacaciones. Julio y agosto son dos meses que, no entiendo porqué, muchos restaurantes se encontraban cerrados. Eso es una mala señal, debido a que el turismo no deja de ser de tercer nivel en su mayoría. Acuden a una terraza de cualquier calle de Gamla Stam a que les "sableen" por una pizza congelada o una hamburguesa de carne indefinida y ni siquiera piensan en invertir en locales tan recomendables como los que acabo de nombrar. La próxima vez que visite Estocolmo, espero poder probar los dos restaurantes que se me quedaron en el tintero. El cenador principal de Mathias Dahlgren y el F12 de Danyel Couet.

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