¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

Mostrando entradas con la etiqueta Leading Hotels of the World. Mostrar todas las entradas
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martes, 15 de mayo de 2012

Hotel Ritz. Madrid













Web
Como ya sucede en todos los hoteles de Orient-Express, la web del Hotel Ritz posee el diseño común al resto de la cadena. De fácil navegación, fotos de muy buena calidad y reservas propias. Como punto a mejorar, destacaría que no se puede acceder a una reserva a través de dispositivos móviles tipo iphone o ipad.

Check-in
Mi acompañante y yo llegamos a Madrid, esta vez por Ave desde Barcelona. En dos horas y media te plantas en la capital. Sinceramente, ya no merece la pena -a mi parecer- un avión para este trayecto; eso sí, las tarifas por regla general, son algo más caras para el tren. Quién lo iba a decir hace sólo unos pocos años. Sucede que debes pasar el mal trago, una vez llegado a Atocha, de coger un taxi al Ritz. En el momento que te subes al vehículo y dices al taxista dónde vas, algunos de tus familiares difuntos se revuelven en su tumba, los pobrecitos. Y es que para no más de quinientos metros que separan la estación del hotel, el propietario del vehículo ha estado haciendo un par de horas o tres de cola. Pero no voy a ir tirando por todo el Paseo del Prado con las maletas. Qué le vamos a hacer. Para algo está la bajada de bandera.

Entrada y fachada del hotel


El Ritz se encuentra situado en un precioso entorno de la ciudad, en plena Plaza de la Lealtad, a unos pocos pasos del Museo del Prado y de la Iglesia de San Jerónimo. Aunque el lugar es de indiscutible belleza, nadie puede dudar eso, y de emblemática arquitectura; particularmente no me gusta el enclave. Salvo que visites los museos de Madrid, queda un poco lejos de todo y cerca de casi nada. Yo, como friki de los viajes, soy de los que les gusta Claudio Coello, Ortega y Gasset, Velázquez, coger un metro. Nada de eso está cerca del hotel, sobre todo lo último que tienes que irte a la Puerta de Alcalá para tomarlo.
Pero señores, el Ritz es el Ritz y era una de mis espinas clavadas en Madrid pues, por varios motivos, no había tenido la oportunidad de hincarle el diente. Y hablando de hincamientos, lo que se dice hincar, se hincó. Pero no de la manera que uno esperaba. Me iré explicando.

La llegada al hotel es preciosa. El servicio de portería, de gran experiencia, nos recibió muy afablemente. Mientras uno despachaba el equipaje, el otro nos empujaba la puerta giratoria para acceder al hotel. El hall es fastuoso, como en cualquiera de los tres o cuatro Ritz del mundo. Digo cuatro porque, aparte del de París, Londres y Madrid; Barcelona mantiene opción con El Palace (Antiguo Ritz) del que hablaré pronto. Bien, continuando con lo que nos ocupa, una mesa de cristal con adornos florales de primerísima categoría, es lo primero que te encuentras. A la derecha está el mostrador del Concierge y, a la izquierda, el de Recepción, un poco metido en una habitacioncita.

Cocierge, hall de entrada. Al fondo izquierda, entrada salón de desayunos


Llegamos pronto, no eran más de las once y, es lógico, la habitación estaba por verificarla la gobernanta. Muy amablemente nos invitaron a una bebida en el loby mientras esperamos. No más de quince minutos. Como debe suceder en todo hotel que se precie de estilo tradicional, un pianista a esas horas ya amenizaba el ambiente. El trasiego de políticos, gente famosa, famosilla y de la farándula madrileña era continuo. De hecho, es importante diferenciar los huéspedes del Ritz (la mayoría ingleses y japoneses; casi ningún español) y los que se reúnen en el Ritz a desayunar, a tomar el té, a charlar, a dejarse ver (eso sí son españoles, de los que hablaba antes).

Loby del hotel

Una persona de recepción nos comunicó que ya estaba disponible la habitación. Y aquí viene el primer punto de mejora. Tenía reservada una habitación doble, sencilla. La tarjeta de socio "acces" de The Leading Hotels of the World, aparte del desayuno y del uso gratuito de la wifi, te da la posibilidad de un "upgrade" de habitación, en el caso de que exista disponibilidad. Me repatea que, cuando te dan ese "upgrade", te lo repiten varias veces. Y es de agradecer ese detalle del hotel. Sucede que cuando no lo hay, por los motivos que sea, -como sucedió en este caso-, se callan y no dicen nada. Eso no está bien. La opción que a mi juicio es la más acertada es comentar algo así: "lamento decirle que no es posible ofrecerle un "upgrade" en esta ocasión por estar completos". Ya está. Es absolutamente comprensible para cualquier ser educado y nadie se debiera sentir mal por ese comentario. Si quieres una suite, la pagas y punto.

La habitación
La habitación estaba situada en el punto más lejano desde el ascensor. Había casi que hacer un descanso a mitad de camino para tomar fuerzas y proseguir la ruta. Pero este tema reconozco que tiene sus opiniones contrarias. Hay huéspedes que prefieren esa privacidad que confiere la lejanía. Bien, la entrada a la habitación fue sorprendente, cuanto menos.

El tamaño es el más pequeño en el que he estado nunca en un hotel de lujo. El ambiente era avejentado, que no clásico, con luz amarillenta, dando la sensación de que Alfonso XIII iba a salir del armario -y perdón por la expresión que puede dar lugar a equívoco- para darnos la bienvenida. La cama, de tamaño "queen" y marca Flex era muy cómoda y sus sábanas de muy buen algodón. No obstante, el cabecero daba algo de miedo.

Cama


Justo a los pies de la misma, se disponía, absolutamente huérfana, una butaca, con tapicería indescriptible a juego con dos sillas; la una arrinconada, la otra para poder sentarse enfrente del mínimo escritorio, de madera noble, eso sí. 

Butaca con silla


La moqueta era muy vieja pero bien cuidada. La televisión estaba situada encima de un mueble que no pegaba ni con cola. En el escritorio, como se ve en la foto, estaba el regalo de bienvenida como miembro de The Leaders Club; un pastel de almendra con más celofán que otra cosa y sólo un juego de cubiertos. El agua era de botella de plástico, tipo hostal, situada en las mesillas de noche. Eso sí, eran repuestas en el turn-down. En una había un cargador de iphone un tanto arcaico. 

Escritorio

Mesilla de noche y cargador de iphone con radio-despertador



De los armarios, mejor ni hablar, una especie de cajonera se escondía detrás de la puerta. Al lado, otra puerta con un perchero, una caja fuerte encima de otra cajonera y, encima, unas mantas. El aire acondicionado sólo daba calor, no frío; seguramente no habían conectado el general aún. El sistema de domótica era novedoso para el pasado siglo pero un tanto anticuado para hoy en día.

Interior de armario sin intervención humana

Detalle del otro armario adyacente


Párrafo nuevo merece el cuarto de baño. Absolutamente pequeño con doble lavabo de grifería dorada, de la barata de Roca, necesitaba urgentemente una remodelación. El secador de pelo secaba menos que el soplido de una hormiga. Mi acompañante desistió de tal acción, cuarenta minutos después de estar intentándolo. 

Lavabos

Secador de pelo anclado a la pared alicatada


El enchufe para máquinillas de afeitar parecía el que usó César Ritz en sus inicios y las toiletries, de la gama Quercus de Penhaligon´s se disponían en tarritos de 30 ml. Por los pasillos del hotel me encontré con un carrito que tenia toiletries Acqua di Pama. Imagino que las utilizarán para habitaciones superiores. No obstante, aunque me parece una práctica de muy mal gusto que un hotel utilice toiletries diferentes para diferentes tipos de habitación, yo me quedo con Penhaligon´s.

Toiletries

Enchufe baño


La bañera se lleva la palma. Estrechísima y con la horrible cortinilla. Pero eso no es lo peor. No tenia ducha de mano y sólo te podías duchar por el chorro de arriba. Los que utilizan la ducha de mano, saben apreciar lo dificultoso que es practicar dicha tarea sin ella. Fue de lo único que me quejé en recepción a la salida, no quería montar jaleo a lo maleducado, y la respuesta fué que, si lo hubiera dicho, me habrían puesto una de mano. No sé cómo ni cuando. Yo nunca miro si hay ducha de mano en un hotel hasta que estoy en pelotas dentro de la bañera. Los albornoces muy confortables pero las toallas necesitaban también una remodelación.

Bañera


Los que leen mis críticas de hoteles se darán cuenta que he sido extremadamente exigente con este hotel. Pues, señores, es así. Estamos hablando del Ritz, no del Rice. No es de recibo semejante habitación para nadie, ni siquiera para los de la oferta de Trivago o para los socios de LHW que utilizan la noche de cortesía por recompensa de estadías. No fue este mi caso. 

El hall del Ritz
Sólo por eso, merece la pena visitar el hotel. Es espectacular. A mi juicio, más acogedor que el de Londres. Con un pianista tocando siempre -mañana y tarde-, como debe ser, el servicio es impecable. El centro floral de la mesa de entrada es espectacular.


Detalle floral


La cubertería y cristalería digna del Ritz. El ambiente, aunque de una edad un tanto elevada, estupendo. La puerta giratoria de entrada es durísima. De hecho, mi acompañante no podía empujarla. Cada vez que entrábamos o salíamos del hotel, pasaba ella primero y yo le propinaba un empujón (a la puerta, lógicamente) que me dejó el brazo con agujetas. El hotel, en estas fechas, estaba lleno de japoneses y de ingleses, todos ellos, como decía, de edades muy avanzadas; posiblemente ese sea el motivo por el que nos dieron esa habitación. Pero eso no me importa; esa habitación en el Ritz, no se puede dar ya a nadie.

El desayuno del Ritz
Petado, nunca he asistido a un desayuno con tal cantidad de personas a la vez. Nos situaron en la peor mesa de todas, justo a la entrada del salón. Es tipo buffet, no a la carta, justo en medio de la sala está depositada una mesa con los productos, de muy buena calidad pero poco variados. Hay que hacer juegos malabares para ir zigzagueando hasta el centro salvando obstáculos de camareros, mesas y señoras inglesas obesas llenando sus platos de jamón. La repostería, me hizo gracia, estaba en un carrito aparte, también justo a la entrada de la sala, y tenías que ponerte en cuclillas  para acceder a los donuts y algunos dulces más. Ni qué decir tiene que con la edad avanzada de la mayoría de los huéspedes, las bandejas estaban sin tocar.

El turn-down del Ritz
Muy escueto. Te descubren la cama, te reponen toiletries, agua y colocan la alfombrilla de hilo para salto de cama. En mi caso particular, ni cerraron las cortinas de la habitación que daba a un patio interior. También es cierto que, en espacio tan reducido, poco más podemos hacer. El servicio de camareras, un tanto lento. 25 minutos de espera para una almohada es mucho.

Check-out y salida del hotel
Fue muy rápido y eficaz. Me encantó, eso sí, la recepcionista que, justo enfrente de mí, y con un juego de palabras que no me podía enterar si no fuera porque uno ya sabe ciertas cosas, consultó a gobernanta que estaba haciendo el check-out, si todo quedó ok. Muy bueno el detalle. En ese momento fue cuando hablé del caso de la alcachofa (mi affaire con la ducha de mano). A la salida, el botones ya había depositado las maletas en el taxi, rumbo a Atocha.
 

viernes, 18 de noviembre de 2011

Mirasierra Suites Hotel. Madrid








Web
De navegación dinámica y con amplia información de los servicios e instalaciones del hotel, la web del Mirasierra Suites Hotel, la podemos catalogar de correcta. Quizá, un tanto enrevesada a la hora de buscar ciertos contenidos concretos y muy asequible para proceder a la consulta de precio y disponibilidad de habitaciones o su reserva; todo a través de "ihotelier".
Buena galería de imágenes que se corresponden con la realidad.  Posee, también, una galería de videos bastante interesante y un sin fin de posibilidades de "packages" y adaptaciones de tarifa a circunstancias concretas.

El hotel pertenece a la central de reservas Preferred Hotels & Resorts, posiblemente la que le hace competencia pero un poco de lejos a The Leading Hotels of the World. Reservé esta vez telefónicamente, comunicándome directamente con el departamento de reservas del hotel.

Llegada al hotel y check-in
El Mirasierra Suites Hotel no es un hotel céntrico. Situado al norte de Madrid, puedes llegar tranquilamente en tu vehículo a un paso de la M-30. La zona es residencial y tranquila, apartada del bullicio del Barrio de Salamanca o el centro neurálgico de la capital. Tiene facilidad para poder detener el coche y hacer el desembarco de pasajeros y equipaje sin tener que estar pendiente de la doble fila o de las obstrucciones del tráfico. Rápidamente un botones nos recibió, nos ayudó con el equipaje y, amablemente, nos aparcó el coche en el garaje propio del hotel.

Fachada del hotel


La entrada al hotel es sorprendente. De una arquitectura moderna, planta semicircular, destaca la amplitud de espacio que confiere. Da la sensación de no tener techo y el cristal -muy utilizado- aporta luminosidad y claridad a toda la estancia.

Entrada del hotel. Ese no es mi vehículo pero creo que está a disposición de los clientes


La recepción y el concierge se encuentran situados a la izquierda, una vez pasada la puerta giratoria electrónica, muy bien regulada.
El check-in fue rápido y eficaz. Tengo que afirmar que uno de los mejores sabores de boca que me dejó el hotel fue la eficacia y amabilidad de su equipo de recepción.

Lobby del hotel


Lobby del hotel. Otra toma


Una vez que nos proporcionaron las llaves (las tipo tarjeta), mi acompañante y yo subimos al sexto piso por el ascensor acristalado donde percibes, de manera clara, la amplitud de espacios de la que hablaba al principio.
Si tuviéramos que quedarnos con una característica de la habitación "classic suite" -esta era la nuestra- del Mirasierra Suites, sería su amplitud. Es verdaderamente una suite. Hay que observar que en este hotel, todas las habitaciones son tipo suites, como su nombre indica. De hecho, la "classic suite" es la más básica de la gama de habitaciones del hotel.

Zona de cocina. Sólo yo he podido hacer esta foto. Lo siento
 
A la derecha de la puerta de entrada se disponía un mueble alto con fregadera, microondas y almacenaje para menaje de cocina. En la parte baja se encontraba el minibar, bien dotado y con posibilidad de fabricar hielo.
Una mesa amplia con cuatro sillas a modo de salón comedor, estaban situadas a continuación y, en el otro extremo un sofá y una mesita de apoyo.

Zona de estar

Separado por puerta corredera, se encontraba el dormitorio con una cama amplia, tamaño king, de comodidad relativa. Un mueble giratorio albergaba el televisor. El mobiliario, siendo eficiente, no destacaba por su diseño ni material.

Dormitorio


El baño, muy amplio estaba formado por una primera estancia donde estaban los lavabos y justo detrás un mueble vestidor muy bien compartimentado. Separado por puerta, abocábamos a la estancia de la bañera y, en dos apartados diferentes se encontraban el inodoro y el bidé, en uno; la ducha en otro. Con todo, el baño, tenía dos entradas posibles, o bien desde la misma sala de estar, o bien desde el dormitorio. Las toiletries eran bastante baratas, todas con el emblema del hotel. La presión de la ducha era muy buena, las toallas y ropa de baño me gustaron. La bañera, muy amplia y de fácil acceso.

Amplio baño

Toiletries


Excepto el del baño, el suelo era de engorrosa moqueta. Las vistas de la habitación eran a la calle, cosa que agradezco, no soporto esas vistas interiores a tubos de hojalata y maquinaria oxidada por las cacas de los pájaros.

Vistas desde la habitación.


En fin, una buena habitación pero sin ningún detalle especial. El servicio de turn-down es simplemente aceptable. No reponen todas las toiletries; sí en cambio, las toallas.
El Mirasierra Suites Hotel es un establecimiento que de catalogarlo en un sector -no me gusta eso- lo pondríamos en el de hotel de negocios. Es un hotel urbanita, atrapa-japoneses, cómodo y confortable. Pero si usted busca el lujo por el lujo, el servicio absolutamente exquisito, no es su tipo. Es más, en Madrid, si usted busca eso, como no visite el Villa Magna o el Ritz, no crea que hay mucha más oferta. No obstante, la relación calidad-precio me parece muy buena.

Instalaciones del hotel
Madrid siempre ha sido y será para mí, la ciudad paradójica. No puedo vivir sin ella pero en ella tampoco. La capital de España es, sin duda y, científicamente comprobado, la ciudad más calurosa del país. Por ello, las terrazas de verano que tanta fama tienen, me inspiran terror y nervios que, sólo de pensarlo, me incitan al sudor de axilas y al agobio existencial. Da igual que sea de día o de noche. Esos chorros de agua difuminada de algunas terrazas que lo único que consiguen es intoxicar mi aperitivo, enfrían menos que el culo de una momia. Cuando se está a 45 grados, o lo mitigas con un aire acondicionado potente, o te metes, de entero, en el agua fría. Lo demás son chuminadas. Si a las once de la noche, estás a 35 grados, no estoy exagerando ni un pelo, no hay gin-tonic que siente bien. En fin, perdón por el lapsus. El Mirarierra Suites posee una terraza amplia y cómoda para poder tomarte un buen cóctel antes o después de cenar, a la par que te echas un pitillo. Amplia variedad de licores y buen surtido de cócteles a precios razonables. Dicha terraza, conecta con la piscina del hotel en la que me quiero detener.

Biguine Lounge

Es de planta circular. A simple vista, muy coqueta pero muy traicionera cuando la usas. De dimensiones bastante grandes, para ser un hotel urbano, no haces pie en ningún momento -salvo que seas Tachenco-. Por tanto, tiene un "efecto pozo" que como no nades como Johnny Weissmuller, mejor que no te separes del borde.

Piscina

Aunque ya saben mis lectores que no me gusta entrar en las decisiones internas de la dirección del hotel, nunca, en mi vida, he visto una piscina tan mal gestionada. En primer lugar, ahí se bañaba hasta Perico el de los palotes o mi tía Rufa de Cuenca. Eso de dejar entrar a cualquiera que no sea huésped del hotel, me parece una desfachatez. Pero ya les digo, usted seguro que pasa por delante del hotel, lleva bañador; se mete dentro y, ¡ala, a nadar! Además, las tumbonas eran absolutamente insuficientes para la cantidad ingente de personas que intentábamos sobrevivir a 55 grados un día de agosto en Madrid. Sí, ya lo sé, soy un estúpido. Qué pintaba yo en el mes de agosto en Madrid. Pues que les voy a decir, tuve que ir por asuntos familiares.
Continuando con la piscina, un socorrista -por llamarlo de alguna manera- estaba en todo momento sentado a la sombra de una sombrilla con un bañador "tipo nadador", apretado. No paraba de observarme detenidamente -y fíjense que éramos millares- y continuamente bebía para hidratarse. Una especie de Fernando Esteso pero en guapo.
La zona de la piscina tiene un bar con un servicio aún peor que la piscina. En mi vida he visto a unos camareros tan groseros. Alguno hasta echaba piropos a una chica, otro criticaba a un cliente italiano (bueno eso de cliente no se si de hotel o sólo de piscina), otro miraba de arriba a abajo a unas chicas que tomaban el sol. Bueno, un auténtico desastre. La zona de la piscina del Mirasierra Suites Hotel necesita mejorar. Sin duda, lo peor de mi estancia de tres noches en el hotel.

El Spa, a la misma altura que la piscina exterior, está en un recinto anexo a la misma. Su piscina de tratamiento es bastante amplia y la carta de tratamientos, sin probar ninguno, no me pareció mala. 

Spa Wellness


Bares y Restaurantes
Sólo un soplapollas, y que me perdone la dirección del hotel, probaría el restaurante del hotel estando tranquilamente en Madrid, si no es por necesidad. Por ello, no puedo decir nada del restaurante del hotel "El Verdil". Me sorprendió positivamente la carta de sushi.
Sí que alabo cómo gestionan los desayunos. Buenos productos, variados y mesas y sillas muy cómodas. Existe la posibilidad de poder desayunar en la terraza, algo muy de agradecer para los fumadores. El zumo de naranja era fresco y natural, diversa variedad de panes y quesos; todo bien servido y con agradable personal, sobre todo el femenino.

Foto de "El Verdil". En él también se sirven los desayunos


Sí que utilicé numerosas ocasiones la maravillosa terraza del hotel, la "Biguine Lounge", del hotel. Muy bien servida, con sillones y sofás comodísimos, con fuentes de agua que dan serenidad al ambiente. Los combinados están bien hechos y a unos precios muy atractivos.

Check-out
Vuelvo a repetir que el mejor sabor de boca del hotel me lo llevé del equipo de recepcionistas. Muy rápida y eficaz la salida, todo correcto en la factura y trato amable y agradable. El coche ya nos estaba esperando con el equipaje dentro.

Como nota final, comentar que el Mirasierra Suites Hotel es un buen hotel, si bien está enfocado a negocios por su ubicación y amplitud y número de salas de reuniones. Cerca hay una parada de metro y justo enfrente del hotel pasan dos líneas de autobús urbano. Con todo, no es el hotel perfecto para visitar Madrid pero sí lo es si se pretende conseguir los servicios y las instalaciones de un buen hotel a un precio no pecaminoso. No se puede tener todo.

jueves, 13 de octubre de 2011

Marbella Club Hotel, Golf Resort & Spa. Marbella










Web
Cualquier persona que actualmente esté barajando la posibilidad de acudir unos días al Marbella Club Hotel, Golf Resort & Spa  debe saber que le espera mucho más de lo que de su web se desprende. Tiene un diseño muy limpio y ordenado. En primer lugar, el MCH es un Resort de playa como la copa de un pino y, aunque es cierto que así es nombrado en la bienvenida de la web, se debería resaltar más dicha característica. Las fotografías, estando muy cuidadas resultan más decorativas que atractivas puesto que los servicios del MCH son absolutamente espléndidos y numerosos como veremos a continuación.
La reserva está gestionada a través de "yourreservation.com", como saben es una de mis preferidas. En el caso que nos ocupa reservé una habitación ejecutiva a través de la central de reservas "The Leading Hotels of the World", a la que pertenece el hotel, de manera telefónica. Sólo dos noches. Por desgracia, no había tiempo para más.

Llegada al Hotel y Check-in
Llegamos a Marbella, en el caluroso mes de agosto en nuestro vehículo particular. Al GPS no le costó mucho trabajo dirigirnos al MCH, situado en plena Milla de Oro, entre Marbella y Puerto Banús, a un paso de ambos. El MCH, como suele pasar con los verdaderos hoteles de lujo, no es un hotel a la manera tradicional. Me explico. La entrada con el vehículo, a través de un frontal como de templo grecorromano da paso a un pequeño aparcamiento exterior a la derecha y, a la izquierda, una semi-rotonda para parar los coches y bajar el equipaje. Posteriormente, se encuentra el edificio principal con recepción al frente. En el MCH no hay parking subterraneo; y, aunque es un poco sálvese quien pueda, dejas el coche -si a la cantidad ingente de Ferraris, Porches, Maseratis y Rolls Royces se les puede llamar coches- en los lugares de aparcamiento situados a lo largo de los múltiples edificios de los que consta el hotel. Pero ello le confiere una sensación de hogar muy particular que me encantó.

Recepción


Eran las doce de la mañana cuando realizamos el check-in. Con una amabilidad muy detallista pero sin ápice de servilismo barato, Paco, nos atendió correctamente. Como saben, a esa hora, aún es pronto para la entrada, totalmente comprensible si añadimos mitad de agosto y hotel completo. Pero en dos minutos, Paco, realizando un par de llamadas, sin que nosotros oyéramos su contenido -como debe ser-, nos entregaba las dos particulares llaves de nuestra habitación. Muy agradecido por el detalle.

Llave de la habitación.

El MCH, como decía, posee 121 habitaciones y suites y 14 villas de varios dormitorios con tradicional estilo andaluz, algunas con piscina privada. No es un hotel, por tanto, gigantesco en cuanto a su número, como sí lo es su vecino -o mejor dicho, primo hermano-, Puente Romano. Pero no posee un único edificio sino que son varios los que, repartidos por la gran extensión de terreno de la propiedad, más de 40.000 metros cuadrados, se van distribuyendo las diferentes habitaciones. La entrada del hotel dista andando a unos cinco agradables minutos de la playa. Es en todo ese camino donde se sitúan  los pequeños edificios de habitaciones.

Camino que comunica la playa con la entrada.  Foto cedida por cosasdeja


Absolutamente todo, está inundado de flores y plantas. Podemos afirmar sin equivocarnos que el MCH es un auténtico jardín subtropical que -créanme lo que les digo- proporciona un verdadero y magnífico microclima.

Detalle de los caminos del hotel. Foto cedida por cosasdeja


El hotel, como es ya archiconocido por todos, fue inaugurado a mitades del pasado siglo por el príncipe don Alfonso de Hohenlohe, precursor de lo que es la actual Marbella y fallecido en 1993. Sin duda es el centro neurálgico de la crema de la "high society"; empresarios, aristócratas, estrellas del espectáculo y, como no, jeques árabes con cohorte incorporada. En definitiva, sin duda, el MCH es, en boca de su fundador, un pequeño paraíso sobre la tierra; frase que viene recogida en el libro, preciosamente editado "Marbella Club, los primeros 50 años" y que está a la venta en el hotel.

Entrada con un vehículo (por llamarlo de alguna manera). Foto cedida por cosasdeja



Otra toma de la entrada. Foto cedida por cosasdeja


La habitación
Una vez realizado el check-in, un mozo nos condujo en un boogie hasta nuestra habitación. La utilización de boogies es una razón por la cual el MCH es un resort. Aunque, perfectamente se puede ir a cualquier sitio andando, estos coches eléctricos con conductor están a disposición de los huéspedes para trasladarse de un lugar a otro dentro del hotel.

Detalle con boogie. Foto cedida por cosasdeja


Centrándonos en la habitación, sólo puedo catalogarla de excepcional. Antes de seguir, un inciso. Recelen, por favor, de algunas de las críticas de webs como TripAdvisor donde aparecen entradas de clientes que pasaron por el hotel hace cinco, seis o más años. En primer lugar, en ese tiempo, un hotel es capaz hasta de cambiar de ubicación; hay tiempo para mejorar, aprender de los errores, renovar habitaciones, etc. Esto que afirmo vale para cualquier hotel y, por tanto, para el MCH también.

Continuando con la habitación, el edificio donde estaba ubicada distaba más o menos a mitad de camino entre la entrada al hotel y la playa. La llave, muy original, era como una tradicional pero codificada electrónicamente.

Pasillo de entrada de la habitación


Nada más entrar, un largo pasillo abocaba en el dormitorio y a mitad del primero, se encontraba el baño junto a un amplio y eficiente vestidor muy bien compartimentado.
El dormitorio tenía cama tamaño king con dosel. El suelo era de baldosa y la tonalidad del mismo y de las paredes eran de un beige claro muy confortable y acogedor. Pero fue la sensación de auténtico frescor lo que más me sorprendió al entrar.

Cama con dosel


El aire acondicionado era perfecto, muy silencioso y altamente potente. Un armario, de la misma tonalidad, albergaba la televisión con un sistema de corredera para poderla ubicar en varias posiciones y, abajo se encontraba el frigorífico con el minibar muy completo y ordenado. En una esquina de la habitación se encontraba una pequeña mesita redonda donde un mini-ordenador portátil estaba situado encima. Me gustó mucho esta amenity ya que con este aparato, podías acceder a un sin fin de servicios del hotel. Podías reservar mesa en cualquier restaurante, reservar tratamientos del spa, comprar accesorios del hotel; incluso hasta realizar tú mismo el check-out; si bien es cierto que en esta aplicación creo que aún estaban en pruebas y las cantidades numéricas no aparecían del todo clarividentes.

Detalle del mueble del minibar y el ordenador


Enfrente del mueble de la televisión se disponía una mesa de cristal baja y un sofá cómodo a modo de salón, todo ello entre dos lámparas de mesa preciosas y una magnífica orquídea blanca decorativa. Toda la habitación disponía de tomas de electricidad suficientes. Nada más descorrer las cortinas, nos llevamos la agradable sensación de la terraza.

Sala de estar


Dos tumbonas se disponían en ella junto a una mesa con dos sillas para poder fumar relajadamente. Ya saben mis lectores que soy fumador empedernido pero detesto hacerlo dentro de las habitaciones, por tanto también dentro de mi propia casa. Es una falta de respeto para con los que no fuman.

Vista desde la terraza. Al fondo, la piscina


Bien, la terraza tenía acceso directo a una de las dos piscinas del hotel, exactamente a la de agua dulce, situada en la parte más lejana a la playa. En fin, un oasis de comodidad.

Detalle de las tumbonas de la terraza

Detalle de la mesa con sus sillas de la terraza


Pero el baño se lleva el gato al agua. Amplísimo, con lavabo de dos pozas de mármol y grifería de estilo antiguo.

Lavabos


Las toileties, sin embargo, no llegaron a convencerme del todo. De la firma Arran Aromatics, sólo tenían un pequeñito envase de gel, que a su vez también era champú. El resto de envases eran de body lotions y hair aconditioner y chuminadas varias que, sinceramente no me interesan. Las pastillas de jabón eran de la firma Aigner. Sería conveniente disponer algún bote más de gel y champú, que sinceramente he de decir que me encantó. Tuve que pedir en alguna ocasión al servicio de habitaciones que me proporcionaran algo más puesto que con tanta piscina y spa, te duchas varias veces al día. Un tarrito de 50 ml. de gel y champú es altamente insuficiente para dos personas; aunque hay que decir que se reponía en el turndown. El espejo de ducha estaba justo donde debe estar, no haciendo falta -por tanto- ser contorsionista de circo o medir 1,50 m. para no sufrir graves accidentes con el afeitado.

Detalle de las toiletries


Justo enfrente de los lavabos se situaba la bañera, enorme y muy accesible. No la utilicé. En otra estancia del baño aparte, se encontraba el inodoro, el bidé y la ducha. Esta última absolutamente impresionante. Muy amplia, con un chorro de ducha perfecto, regulación de la temperatura correcta, sin posibilidad de patinazos ni resbalones puesto que el suelo era rugoso.

Detalle de la bañera

Para acabar con la habitación, tan sólo hablar del vestidor que ocupaba de techo a suelo una pared completa. Todo compartimentado con estantes, cajones y armarios; la caja fuerte estaba situado en uno de ellos. He de incidir, en mi manía con las aperturas de las cajas fuertes que nunca me he encontrado con una tan sencilla. Tan sólo introducir el código y ya está. Se cerraba sola. Lo único que eché en falta en el vestidor fue una bolsa de esas que tienen el emblema del hotel, muy cómoda para ayudarte en tu salida del mismo.

Ducha, bidé e inodoro en una estancia separada

Amplio vestidor

Amplia y sencilla caja fuerte camuflada dentro del armario



Por ser miembros de The Leaders Club, tuvimos el detalle de la carta de bienvenida del director del hotel y un estuche con el logo del hotel que albergaba una botellita de fino con dos copas. Muy buen detalle. Por cortesía del hotel, unas almendras saladas y una botella de vino de Cortijo Las Monjas, envasado expresamente para el hotel ya que en la etiqueta aparecía Príncipe Alfonso de Hohenlohe. Junto a ella,  una botella de agua, agua que por desgracia no se reponía diariamente en el turn-down. Y algo muy importante, el desayuno -que no estaba incluido en el precio- es una cortesía para los miembros access de dicha central.

El Beach Club y los restaurantes del hotel.
Mención independiente debo hacer a lo que, a mi juicio, es la guinda del MCH. Ubicado, como señalaba anteriormente en el extremo opuesto de la entrada del hotel, no puedo afirmar con rotundidad si está cerca del mar o si el mar está cerca de él. La simbiosis es absolutamente perfecta. La piscina de agua caliente de mar (como debe ser) es impresionante. Cuenta con un acceso para torpes como yo, que no sabemos tirarnos de cabeza. Todo está cubierto de una vegetación frondosa y cascadas de agua confieren una serenidad y un ambiente absolutamente relajante. A la llegada, el encargado del Beach Club, un señor no muy alto y con bigote (que me perdone por una descripción tan barata, no recuerdo su nombre), muy amablemente nos entrega una toalla (aconsejo leer este post) y nos abre una sombrilla en el lugar que elegimos.

Perfecta piscina del Beach Club con su restaurante al fondo. Foto cedida por cosasdeja

El sistema de sombrillas me parece muy adecuado ya que los agujeros están hechos en el suelo sin tener, por tanto, que mover ingentes cantidades de peso para trasladar dicha sombrilla al lugar exacto que el cliente -receloso del sol, como es mi caso-, desea. Este señor me preguntó, como debe ser, el número de mi habitación, gustosamente se lo di. No me lo volvió a pedir pero cuando, un día y medio después le pedí el favor de que me ayudara a reservar una mesa en el Mc Beach, cual fue mi sorpresa  que se acordaba perfectamente del número de mi habitación. Esos detalles valen su peso en oro.

Beach Club. Foto cedida por cosasdeja


La sensación en todo momento del Beach Club es la de tranquilidad, ya estés en las tumbonas de la piscina o de la playa, que son gratuitas. Bueno, lo de gratuitas en el MCH en pleno agosto es un decir, pero ya me entienden. En ningún momento tuve sensación de masificación o de agobio. Y les hablo de temporada alta, por tanto en el resto, imagino que aún será mejor.

El mar en el hotel o el hotel en el mar

Juzguen ustedes. Foto cedida por cosasdeja


En el mismo recinto de la piscina del Beach Club se encuentra su muy conocido buffet internacional. No lo probé  puesto que me hacía más ilusión comer en el Mc Beach, un auténtico chiringuito de playa pero no de mantel de papel y camareros con palillo en la boca. Espetos de pescado riquísimos, asados al momento se pueden disfrutar en mesas muy bien vestidas y unas sillas realmente cómodas. A mi juicio, el mejor lugar para comer o cenar de una manera informal en verano.

Detalle del McBeach


Del resto de restaurantes del hotel, poco puedo hablar; la verdad. Ya les he comentado que mi estancia sólo duró dos días y, como alma de dominguero que tengo, no pude resistir fundirme con el ingente turismo del milimétrico Puerto Banús, donde aproveché para cenar. No probé, por tanto, el famoso Grill pero espero poder hacerlo la próxima vez que visite el MCH.

Marbella Club Thalasso Spa
El Spa del MCH no es muy grande. Pero no por ello deja de ser un gran centro. A muchos establecimientos se les llena la boca afirmando que cuentan con 2.000 o 3.000 o más metros cuadrados. Éste no sé si llega a 1.000. Pero está muy bien aprovechado. La piscina de tratamientos, con preciosas vistas al mar, es muy grande. Los vestuarios, correctos. La zona de sauna y baño turco, muy bien cuidada, con infinidad de toallas y productos de baño. La sala de relajación, anexa a la piscina -no nos olvidemos que de agua de mar- también dispone de maravillosas vistas al mar. Una docena de cabinas de tratamiento muy amplias y confortables. Menú de tratamientos amplio y ejecutado por verdaderos profesionales.
En fin, muy buen servicio por parte de su front-office y, como una nota a mejorar, cuando alguien está en la piscina de tratamientos, todos los chorros deben funcionar en todo momento; no valen aquí los temporizadores para ahorrar energía.

Piscina del Spa


Algunas instalaciones y servicios más del Marbella Club Hotel
Si mal no recuerdo, desde hace alguna temporadas, el MCH, cuenta con un Kid´s Club. El Lions Club -me encanta su nombre- es un espacio grande situado en pleno centro del complejo con unas muy buenas, vigiladas y seguras instalaciones. El hotel estaba lleno de niños, y se agradece mucho que en los meses de temporada alta, un servicio como este esté a disposición de los huéspedes. Aunque el Beach Club cuenta con una piscina para niños, el Lions Club dispone de otra aún más adaptada para los más pequeños. Amplio espacio vallado para esparcimiento, y una habitación con juegos, videojuegos, pinta y colorea. Todo ello junto a un sin fin de actividades como Kayak, cocina, búsqueda del tesoro, etc. que organiza perfectamente su director; creo que se llama Guy, forma la amplia oferta de diversión del MCH para los más pequeños. Esta vez no viajé con niños pero el director del Lions Club nos enseñó sus instalaciones ya que, Dios mediante, volveremos con la familia.

Poco he hablado de la piscina de agua dulce del hotel. Esta, ya no situada justo al lado de la playa, está rodeada de tumbonas para tomar el sol y, en su extremo, se sitúa el Pool Bar. Posiblemente, en algunas horas -sobre todo por la tarde- de temporada alta, está más frecuentada con familias con niños pequeños. Posee también un fácil y cómodo acceso y está muy bien atendida.

Piscina de agua dulce. Foto cedida por cosasdeja

Pool Bar. Foto cedida por cosasdeja


El MCH es, como su propio nombre indica, un Golf Resort. Cuenta también con un Centro Hípico. Yo no practico ninguno de esos deportes pero el hotel dispone de un servicio de traslado desde y hasta dicho centro. Quiero ser lo más sincero posible. Marbella y su entorno poseen hoy en día una privilegiada oferta hotelera de lujo. Quizá los dos hoteles que más sombra puedan hacerle sean el Villa Padierna y la Finca Cortesín -aunque este último no esté en la misma Marbella-; no hablo de su primo hermano, el Puente Romano, que lo considero como si de una unidad se tratara. Créanme. Salvo la comodidad para acceder al campo de golf, elijo el MCH. Y es que él sólo tiene el mar dentro del hotel. Eso vale su precio en oro. Y creo que ese es el verdadero motivo por el cual el MCH posee los precios más altos de todos. El que algo quiere, algo le cuesta.

El servicio de turn-down muy eficaz. Realizado justo en el momento en que debe hacerse y no a horas intempestivas. Reposición de toiletries a excepción de las pastillas de jabón. Reposición de toallas usadas. Se echaba en falta, como he dicho antes, la reposición diaria de agua (nunca me ha gustado que me cobren por el agua y menos en los hoteles de lujo). 

Aunque ya he mencionado el buen servicio y trato recibido por el equipo de recepción del hotel, debo resaltar también la figura de Álvaro, creo que posee algún puesto de dirección en el front-office. Nos explicó pacientemente todas nuestras dudas relacionadas con una futura estancia con nuestra familia en el hotel. Además, contemplé como soportó perfectamente las embestidas de una huésped recién llegada (eran las once de la mañana) con un batallón a su lado de maletas de Louis Vouitton y dos niños trepando por los sillones de recepción. La señora, con unas gafas de sol parecidas a las de Dar Vider,  increpaba de manera muy grosera por no tener preparada a esa temprana hora la habitación. Se le dio la posibilidad de otra mientras la suya se preparaba, pero ni con esas. En fin, una anécdota de las mil que puede contar cualquier personal de recepción.

Me encontré durante mi corta estancia en el hotel con innumerables personalidades de la farándula española. Así que si es usted un curioso empedernido, se lo pasará bien. No diré, obviamente, de quien se trata; me parece de zafios dar nombres de famosos hospedados en un hotel sin su consentimiento.

Check-out y salida del hotel
Nada más telefonear a recepción para que fueran preparándonos la salida, un boogie con un botones aparecía en nuestra puerta para recoger las maletas y transportarnos hasta recepción. Absolutamente todo en regla en la factura, muy amable el trato a la salida; con rapidez pero sin dar sensación de que te echan. Cuidando hasta el mínimo detalle, pidiendo disculpas porque el datáfono no funcionaba bien y me hicieron desplazarme hasta otra esquina para utilizar el otro.

En fin, corta pero maravillosa estancia en uno de los grandes resorts de playa europeos.