¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

miércoles, 6 de junio de 2012

Fenómenos Extraños 2




Dentro de mi innumerable elenco de manías absolutamente absurdas (tengo otro de manías absurdas y otro de manías casi absurdas), se encuentra la de tener pánico repulsivo, temor reverencial, fobia compulsiva a la cortinilla de la bañera del cuarto de baño. Si me hospedo en un hotel que mantiene este tipo de profilaxis o barrera separatoria, lo tiene claro; mi objetividad se desmorona, mi colmillo se acentúa y me cago -con perdón- en todo lo que se menea.

Y no es únicamente por higiene. Es verdad que siempre me he preguntado cómo se limpia una birriosa cortinilla de ducha. Mis motivos son mucho más trascendentales. Uno, cuando se encuetra "en pelotas" o con la badana al aire, se vuelve indefenso, como un bebé. Rozar un cuerpo frágil, "en bolas"  -protegido por milagrosos ungüentos de cosmética nicho- con un batallón de gérmenes más grandes que los orcos del Señor de los Anillos, produce cuanto menos, ansiedad. Vencida esa primera batalla de meterse dentro de la bañera con escorzos que ríete tú del Discóbolo de Mirón, llega la segunda parte; conseguir cerrar la cortinilla con el mayor hermetismo posible. Esto me produce taquicardias, debido a que, o bien se te queda la parte de la derecha sin tapar; o bien la de la izquierda. Las anillas de la barra, siempre pocas, no dan mas abasto.

Cuando ya estás dispuesto a echarte un agua (yo siempre utilizo la ducha de mano), otro nuevo inconveniente nos viene al caso. No sé porqué fenómeno físico la cortinilla asquerosa tiende a pegársete a la piel con una fuerza directamente proporcional a la presión del agua de la ducha. Si algún físico está leyendo esto, que se lo haga mirar. No, que por favor, me diga si esto es cierto o sólo pasa conmigo. No sé, lo mismo estoy descubriendo una nueva ley de la física y haciendo el gilipollas, gano un Nobel. Alfredo Ollirt, premio Nobel de Física por "La Ley de la Cortinilla". Así es, no sé si por la presión, por mis nervios o por lo que sea, la maldita cortina de ese género indescriptible, quiere palparme como un estudiante intenta palpar a las chatis en una discoteca de arrabal petada.

Al hilo de estas intimidades higiénicas, tengo que decir que, normalmente la presencia de la cortina de ducha va implícita a la ausencia de ducha de mano. No llego a entender bien la relación pero -de hecho- existe. Esto empeora las cosas. Y diré porqué. Una toiletrie que casi nunca he visto en ningún hotel y para mí es más que necesaria, es una esponja de baño. Ducharse utilizando "la mano" es una tarea difícil de realizar en mi caso. Cuando uno está en su casa, pues no pasa nada, ya tienes la rutina hecha. Pero en un hotel con cortinilla, sin ducha de mano y sin esponja, el aseo diario se convierte en una odisea de dimensiones estratosféricas. Que si me pongo de canto para que no me roce la cortina, que si el caño de agua no me llega a las partes pudendas, que si las posturas a adoptar me producen vergüenza, que si la mano me la tengo que restregar hasta el mismísimo níspero y más allá. En fin, un cúmulo de infortunios a llevar de la mejor manera posible.

Una mampara de baño es ese elemento de tecnología sideral que ya viene a sustituir a la cochambrosa cortina de ducha. De hecho, Hitchcock, ya quiso usar una en Psicosis pero al final no cuadró. Aunque no me voy a detener en este otro elemento, mucho podríamos hablar. Las hay impúdicas o transparentes; de puerta corredera o de libro; fijas o tipo acordeón. También las hay absurdas, es decir, de unas dimensiones tan pequeñas y dispuestas en un espacio que no viene a cuento, que dejas el suelo del baño al acabar, que ríete tú del Ganges. 

Pero, por favor, pase lo que pase, tengan que usar mampara o cortinilla; o nada -que es otra posibilidad-; nunca utilicen la esterilla de caucho para no resbalar. Se les caerán los dedos uno por uno y todo su cuerpo, a la media hora, se convertirá en un hongo gigante. He dicho.

3 comentarios:

  1. Buenas noches amigo Alfredo.

    Jajajajajaja, en cada exposición que hace sobre alguna experiencia no me queda mas remedio que reirme.
    Usted refleja la realidad mas absoluta en cuanto a las experiencias que tiene y yo me identifico mucho con ellas.
    Aquí la razón del porque de las cortinas.

    Tan pronto como empieza a salir agua caliente de la ducha, las cortinas que hasta ese momento colgaban planas e inmóviles, se comban hacia dentro y se pegan al cuerpo. Y a poco que te muevas se enganchan en los brazos, el costado… ¡para quieta ya! Pero… ¿por qué? ¿por qué hace esto? La razón de que esto ocurra es la diferencia de presión a ambos lados de la cortina. El agua caliente, aparte de humedecer el aire del interior, lo calienta, volviéndolo más ligero. Así, asciende, y su posición pasa a ser ocupada por el aire más frío del otro lado de la cortina. Este aire, al desplazarse, ejerce presión sobre la cortina de plástico, que se mueve hacia el chorro de agua caliente. Cuanto más caliente sea el agua, mejor se observará el fenómeno. Pero también se observa con menor intensidad con agua fría, pues basta con la humedad para que el aire sea más ligero.

    Un abrazo y le anímo a seguir escribiendo para nuestro deleite, reconozco que estoy enganchado a este blog.

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    1. Permítame añadir un efecto como mínimo tan potente como el térmico, y me atrevo a decir que más aún: Se trata del efecto fluidodinámico: El chorro de agua "atrae" aire hacia él. Se puede comprobar, sin cortina, sin más que abrir la ducha, ponerla horizontal y estar atento a una corriente de aire que nota uno desde atrás como si se levantara viento en dirección a la alcachofa.

      Esa misma atracción arrastra la cortina hacia el ingenuo usuario. El efecto de atracción de un chorro se puede comprobar sin más que soplar por entre los labios como al silbar: El aire que notamos si ponemos la palma de la mano a una cuarta de la cara es un flujo mucho mayor que el que sale de nuestros labios, pues, por el camino, el chorro ha arrastrado aire del ambiente.

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    2. Encantado de que le guste. Lamento haber estado tanto tiempo desconectado. Voy a intentar retomarlo.
      Gracias y un saludo

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