Web
AC ha pasado a formar parte de Marriott en todos sus aspectos, incluyendo en este sentido, la web. Por ello, incluida también la "
Autograph Collection" de AC a la que pertenece el Santo Mauro, todo se gestiona a través de
Marriott. Es una web -a mi juicio- enrevesada y de muy difícil navegación. Incluso su plan de "rewards" es poco intuitivo y complicado. No me gusta. En la actualidad, el gigante Marriott engloba, no sólo a sus subtipos y a los
AC. También están dentro los
Reanissance y, desde hace poco, los
Gaylord americanos. Incluso los
Bulgari y los
Ritz-Carton, también; aunque estos conservan cierta autonomía. Por decir algo puesto que en ellos no aparece el logo de Marriott ni en la factura.
Quizá, el
Santo Mauro, era el único hotel de lujo que me quedaba por conocer en Madrid. Este fue el motivo por el cual, telefónicamente, reservé dos noches en mi última escapada a la capital madrileña.
La gestión de reserva he de afirmar que fue francamente buena. Me indicaron una tarifa especial que incluía
desayuno a la carta y no era pre-pago. Digo esto porque la vida da muchas vueltas y no me gusta reservar con el "non-refundable" por si luego te quedas con el culete al aire.
Llegada al hotel y check-in
Llegaba a la una de la tarde a la puerta del hotel. Un taxi nos trasladó desde la estación de Atocha. Una desolación parecida a la del desierto de Almería, nos invadió a mi acompañante y a mí. En la puerta de acceso al recinto no había nadie. Cargando con nuestras maletas, entramos a la propiedad y comprobamos que la entrada al edificio se encontraba a la derecha. Nadie aparecía. Como si fuera un mozo, aupé las dos piezas de equipaje y subí los más o menos, ocho escalones hasta la entrada. Una vez accedido al palacio, comprobé que los dos mostradores que se encuentran, uno a derecha y otro a la izquierda, estaban ocupados. Son ese tipo de mesas con dos sillas de confidente. No hay gilipollez mayor en un hotel que poner sillas para hacer una consulta con
el Concierge o realizar un check-in o un check-out. El ser humano, cuando se encuentra rozando su lindo culo con un parapeto que le amortigua, tiende a dilatar cualquier gestión por nimia que parezca. Esto, como casi todo, es opinable. Es muy respetable, por tanto, quien opina que es dar mejor servicio sentar a los clientes para tales menesteres.
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Entrada al recinto del hotel |
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Entrada al hotel |
En fin, diez minutos después, nadie nos había dicho nada. Ambas mesas continuaban ocupadas. Una, con un señor italiano que no estaba de acuerdo con su factura. La otra, con una pareja de jóvenes americanos que no se decidían en dónde almorzar. Y digo todo esto porque ambas mesas eran ambiguas, es decir, no estaban delimitadas, una como recepción, otra como concierge. Ello no me parece del todo mal pero ya podemos notar la falta de atención por la que empezábamos a pasar.
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Uno de los salones del hotel |
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Distribuidor del hotel |
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Otro salón del hotel |
Uno de los miembros del staff, y no de recepción, se dignó a acercarse a nosotros. Nos pidió la tarjeta de crédito y el D.N.I. para adelantar nuestra entrada. Sin firmar nada, los miembros de las mesas continuaban sentados, nos acompañó amablemente a la habitación.
El hotel Santo Mauro ocupa un edificio que antiguamente fue residencia de los duques de Santo Mauro, luego lugar de embajadas y, finalmente, hotel de lujo. O así lo pretende. Después de su última remodelación, ocupa varios edificios. Qué casualidad que el mío fuera el más lejano a la puerta de entrada.
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Edifico donde se encontraba nuestro dormitorio (segunda planta) |
Emprendimos viaje a la habitación. Primero había que salir al patio central del hotel, muy bonito y bien cuidado. Después de subir y bajar varias escaleras a la intemperie, dimos con el edificio que albergaba nuestra habitación. En el segundo piso, entramos en ella. La impresión, he de decir, fue agradable. Se trataba de una normal, la más básica. Era amplia, con cama tamaño King, un escritorio largo, butacas cómodas y confortables. El suelo era de madera, algo que siempre agradezco en contra del atrapa-ácaros de la moqueta. Una chimenea tapada daba un toque de hogar y una mini ventana de muy difícil acceso confería luz natural al ambiente. La cama, de tamaño king, era muy confortable con buenas sábanas y almohadas. Justo enfrente se encontraba un escritorio corrido donde estaba situada la televisión, el mueble bar -que a diferencia de otros AC, este no era gratuito- y una silla para trabajar. El sistema de calefacción y aire acondicionado, muy eficaz, se controlaba a través de un display digital de pared. Las luces, suficientes, bien sincronizadas para ser apagadas y encendidas todas desde la cama.
En el pasillo se encontraban los armarios, amplios, cómodos y bien dotados de perchas. La caja fuerte era de fácil mecanismo, las zapatillas, de buen tallaje, tenían el emblema del hotel. Se agradece siempre el detalle del calzador así como la posibilidad de que te limpien los zapatos por la noche. Eché en falta una bolsa de cortesía con el logo del hotel. Tuve que pedir que me subieran una a mi salida.
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La cama |
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Rincón de la habitación |
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Detalle de chimenea, escritorio y minibar |
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Pasillo de la habitación. Baño a la izquierda, armarios a la derecha |
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Detalle de zapatillas, calzador, caja fuerte y caja para limpiar zapatos |
El baño, aunque no era muy espacioso, no resultaba incómodo. La bañera y la ducha estaban separadas. El olor a cañería se hizo presente durante mis dos días de estancia. Inaceptable. Las smellies eran de Molton Brown pero escasas, en tarritos de 30 ml. Creo haber visto por los pasillos carritos de camareras de habitacones con smellies de Aqua di Parma. Me parece una verdadera grosería que un hotel de lujo diferencie las toiletries según el tipo de habitación. Los albornoces y toallas, de buen paño, secaban muy bien. La ducha, un tanto pequeña en su habitáculo funcionaba muy bien de presión. Unas toiletries complementarias tales como peine, maquinilla y espuma de afeitar y cosas así, se encontraban también disponibles en un carrito de esos baratos con ruedas. Doble lavabo con grifería de hostal barato. Sólo faltaba la pelotita de golf como jabón de manos.
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Lavabo de dos pozas |
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Detalle de las smellies Molton Brown |
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Bañera |
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Reservado con inodoro y ducha. Albornoces |
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Ducha con mampara de vidrio |
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Detalle del carrito con toiletries varias de AC |
Aspectos generales del hotel
Es cierto que mi estancia en el Santo Mauro dejó mucho que desear. Fueron constantes las faltas de atención y de servicio que encontré durante mis dos días de alojamiento. Pero tiene algo que cualquier hotel de Madrid le puede envidiar. Ello no es otra cosa que ser un remanso de paz en pleno centro neurálgico de la capital. Una vez dentro de sus salones, paseando por su patio o tomando un cóctel en su bar, te sientes como fuera del mundanal ruido. Qué lastima que no sepan gestionar hoy en día este hotel como uno de lujo. Más bien, es llevado como cualquier otro AC, frío, distante, sin cuidar los detalles. Fíjense, como nota, que en plena Navidad -esas fueron las fechas en las que me hospedé- no había absolutamente ningún detalle de decoración específica. Eso no lo he visto en ningún hotel de lujo del mundo donde los árboles decorados -muchas veces ostentosamente-, las luces, etc son situados en infinidad de rincones del local. Pues ni una vela ni ná de ná. Lo comenté al personal del hotel y se excusaron en que ahora que Marriott lleva las riendas, pues que no la ponen. Yo creo que entre Marriott y la familia Catalán; los unos por los otros, los otros por los unos, la casa sin barrer.
Los tratamientos de spa van de la mano de
Natura Bisse. Lógicamente en la web del establecimiento ni se les ve ni se les espera. La carta de dichos tratamientos se encuentra en la habitación a unos precios que en mi vida he visto. Ni en los mejores spas de Europa he encontrado algo así de caro. Pecaminoso. Esta vez, sólo probamos la zona de aguas, eso sí muy bien habilitada, con piscina de agua caliente, buenos vestuarios y buen baño turco. Pero no nos daba la economía para ningún tratamiento.
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Piscina de agua caliente |
El
turn-down, simplemente es inexistente a no ser que a eso le llamemos poner una chocolatina en la almohada. Ni siquiera cierran ventanas, ni depositan zapatillas, ni reponen
smellies, ni toallas, ni nada. Por supuesto, si no hacen eso, no van a dejar una botella de agua en la mesilla de noche. Es increíble que este servicio no se de en un hotel de lujo. Decepcionante.
El desayuno se sirve en la Biblioteca. Es
a la carta, algo que me encanta ya que no tienes que estar dándote codazos con nadie ni sorteando mesas para alcanzar un trozo de bizcocho. Tienen una carta muy reducida pero suficiente y de calidad. El problema viene con la tardanza. Uno quiere desayunar, más o menos rápido. No es de recibo que una tosta se demore quince minutos en el tiempo. Además, el servicio dejó mucho que desear. Si la copa de zumo está vacía, no hay que esperar a que nos digan que la rellenemos. Al igual, la de agua. Y no puedo excusar comentando que eran multitud las mesas a atender. No más de cuatro para dos camareros. Caras largas, poca reciprocidad. En definitiva, y fue algo que noté durante mi estancia, encontré en el Santo Mauro un servicio poco motivado, triste y carente de la ilusión de hacer que el huésped se sienta perfectamente tratado. Cómo lamenté esta situación. Sinceramente, achaco esta falta a la dirección del hotel. Espero que el señor Catalán y su familia tomen buena nota de las faltas comentadas. Un hotel que se sustente con bodas y eventos festivos solamente, no va por buen camino. Y no me vale con la excusa barata de que ahora pertenecen a Marriott.
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En La Biblioteca se sirven los desayunos |
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Carta de desayunos |
Sin querer ser exhaustivo, el día de mi salida, ví que a la entrada desde el patio a la Biblioteca, donde se servía el desayuno, había en el suelo treinta o cuarenta colillas en el suelo. Un lugar obligatorio de paso de todo aquel que tiene su habitación en el nuevo edificio. Pues bien, a la salida del desayuno, las colillas seguían. Al irnos, aún continuaban. Se lo comenté al recepcionista antes de mi partida. Me dijo que eran de la boda de la pasada noche. Pero dos horas son plazo más que suficiente para que se hubiesen recogido.
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Jardines del hotel. Al fondo las mesas. Foto de archivo |
Otra cosa que no entendí fue que teniendo un maravilloso patio con unas mesas de forja y estufas de calor, no se encendieran a la tarde. Es más, tuve casi que suplicar a un camarero que nos encendiera una para tomarnos un gin tonic tranquilamente antes de cenar. A la vuelta, como debía pasar por el mismo sitio para ir al edificio de mi habitación, aún seguían las copas vacías en la mesa y la estufa encendida.
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Terraza con mesas. Foto de archivo |
No quiero seguir con el tema pero tiene fácil solución. En primer lugar, se trata de poner al mando del hotel a un verdadero gestor o gestora de hoteles de lujo. Lo que percibí fue más bien, un aficionado al mando de un
hotel rural perdido en el monte. Por otro lado, hay que adaptar la política de precios, una vez subsanados los errores de servicio. Un hotel atrapa japoneses o atrapa americanos, no debe fundamentar su promoción poniendo las habitaciones a 400 euros. A día de hoy, su competencia más cercana, el
Villa Magna, le da cuatro vueltas. Y eso que el Santo Mauro cuenta con unas características únicas que le harían plantar cara y mucho, no solo al Villa Magna sino a cualquier otro hotel de lujo de Madrid.
Check-out y salida del hotel
Me fui con mal sabor de boca del Santo Mauro. Si bien es cierto que el check-out fue rápido y preciso y un mozo nos ayudó con el equipaje. Era domingo muy de mañana y no había aún mucho trasiego. Espero que esta crítica no sea entendida para no visitar el hotel sino para que el hotel pueda subsanar estos pequeños fallos y el emblema del Santo Mauro surja, de nuevo con fuerza, en el panorama hotelero internacional de lujo.