¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

viernes, 28 de octubre de 2011

La carta de almohadas







Vamos a ser sinceros, la carta de almohadas de un hotel es ese servicio que, hoy en día muchos ofrecen pero pocos quieren que sea demandado por el huésped.
Yo, como dicen los de pueblo, padezco de cervicales. Es mi punto débil y, cuando entran en acción las puñeteras, tengo que drogarme con una mezcla explosiva de ibuprofeno, naproxeno y varios enos más -incluidas las sales de frutas- que me dejan absolutamente grogui y con el estómago mas chungo que un cliente de esos restaurantes que Gordon Ramsay intenta reflotar. No hay omeprazol que contrarreste mi ingesta de enos.

Por todo eno, doy mucha importancia a la cama a la hora de dormir. Ya hablé hace un tiempo sobre los diferentes tipos de cama de un hotel. Pero una cama no es nada sin una almohada que la apoye y acompañe; ambas deben formar un matrimonio bien avenido e indisoluble, colaborando estrechamente entre sí.
Pocas, muy pocas veces he dormido en un hotel con una almohada que me convenza de verdad.

Muchos, a la hora de vestir la cama utilizan docenas de cojines y almohadas que, si no esperas al servicio de turn-down, te lleva media hora ir quitándolos todos hasta desnudarla. Otros hoteles, en cambio, le dan la misma importancia a la almohada que al proceso de oxidación del hierro y te dejan caer una sola con menos relleno que el sujetador de la Barbie. Otros, en el lugar más recóndito de la habitación, justo debajo de un libro, de esos grandes y decorativos, depositan la carta de almohadas para evitar que un estúpido cliente como yo pegue el coñazo. Otros te ofrecen una carta con veintisiete tipos diferentes pero todas, al final, son iguales. Lo único que consiguen es que no te aclares. En fin, después de tu pareja, lo más personal que tiene el ser humano es su almohada y algunos invierten los términos. Por tanto, no es de extrañar que sea difícil conseguir que un cliente acabe absolutamente satisfecho con el tipo de almohada.

Los diferentes tipos de almohadas podríamos catalogarlos en.

La almohada nube: Es esa que cuando la ves parece altísima pero que cuando apoyas la cabeza se va deshinchando como un balón de playa hasta casi, llegar a fundirse con el colchón.

La almohada hiperergonómica: Es aquella que parece estar diseñada por Ferrari con materiales extraterrestres pero, como no estás acostumbrado a dormir en ella, la primera noche te acuerdas del momento que decidiste no quedarte calladito y utilizar la carta de almohadas.

La minialmohada: Es esa que mide 10x10 cm. y que no te da ni para apoyar el lóbulo de la oreja. He visto algunas de estas en varios hoteles. Parecen algodones desmaquillantes, mas que almohadas.

La "papel de fumar". Es esa que no te das cuenta que está en la cama hasta que te acuestas. Es tan fina que se disimula con el colchón.

La almohada hipoalergénica. Es la que está hecha con materiales y tejidos tan complicados que, si bien es cierto que son apropiadas para alérgicos, ni los ácaros quieren dormir encima de lo incómodas que son.

La almohada cojín. Pues eso. Es la que cogen el relleno de un cojín y le ponen una funda de almohada. Menuda tontería. Pero son muy comunes.

La almohada alta y dura: Es la que jamás encontrará en ninguna carta de almohadas de ningún hotel. Es mi preferida.

jueves, 13 de octubre de 2011

Marbella Club Hotel, Golf Resort & Spa. Marbella










Web
Cualquier persona que actualmente esté barajando la posibilidad de acudir unos días al Marbella Club Hotel, Golf Resort & Spa  debe saber que le espera mucho más de lo que de su web se desprende. Tiene un diseño muy limpio y ordenado. En primer lugar, el MCH es un Resort de playa como la copa de un pino y, aunque es cierto que así es nombrado en la bienvenida de la web, se debería resaltar más dicha característica. Las fotografías, estando muy cuidadas resultan más decorativas que atractivas puesto que los servicios del MCH son absolutamente espléndidos y numerosos como veremos a continuación.
La reserva está gestionada a través de "yourreservation.com", como saben es una de mis preferidas. En el caso que nos ocupa reservé una habitación ejecutiva a través de la central de reservas "The Leading Hotels of the World", a la que pertenece el hotel, de manera telefónica. Sólo dos noches. Por desgracia, no había tiempo para más.

Llegada al Hotel y Check-in
Llegamos a Marbella, en el caluroso mes de agosto en nuestro vehículo particular. Al GPS no le costó mucho trabajo dirigirnos al MCH, situado en plena Milla de Oro, entre Marbella y Puerto Banús, a un paso de ambos. El MCH, como suele pasar con los verdaderos hoteles de lujo, no es un hotel a la manera tradicional. Me explico. La entrada con el vehículo, a través de un frontal como de templo grecorromano da paso a un pequeño aparcamiento exterior a la derecha y, a la izquierda, una semi-rotonda para parar los coches y bajar el equipaje. Posteriormente, se encuentra el edificio principal con recepción al frente. En el MCH no hay parking subterraneo; y, aunque es un poco sálvese quien pueda, dejas el coche -si a la cantidad ingente de Ferraris, Porches, Maseratis y Rolls Royces se les puede llamar coches- en los lugares de aparcamiento situados a lo largo de los múltiples edificios de los que consta el hotel. Pero ello le confiere una sensación de hogar muy particular que me encantó.

Recepción


Eran las doce de la mañana cuando realizamos el check-in. Con una amabilidad muy detallista pero sin ápice de servilismo barato, Paco, nos atendió correctamente. Como saben, a esa hora, aún es pronto para la entrada, totalmente comprensible si añadimos mitad de agosto y hotel completo. Pero en dos minutos, Paco, realizando un par de llamadas, sin que nosotros oyéramos su contenido -como debe ser-, nos entregaba las dos particulares llaves de nuestra habitación. Muy agradecido por el detalle.

Llave de la habitación.

El MCH, como decía, posee 121 habitaciones y suites y 14 villas de varios dormitorios con tradicional estilo andaluz, algunas con piscina privada. No es un hotel, por tanto, gigantesco en cuanto a su número, como sí lo es su vecino -o mejor dicho, primo hermano-, Puente Romano. Pero no posee un único edificio sino que son varios los que, repartidos por la gran extensión de terreno de la propiedad, más de 40.000 metros cuadrados, se van distribuyendo las diferentes habitaciones. La entrada del hotel dista andando a unos cinco agradables minutos de la playa. Es en todo ese camino donde se sitúan  los pequeños edificios de habitaciones.

Camino que comunica la playa con la entrada.  Foto cedida por cosasdeja


Absolutamente todo, está inundado de flores y plantas. Podemos afirmar sin equivocarnos que el MCH es un auténtico jardín subtropical que -créanme lo que les digo- proporciona un verdadero y magnífico microclima.

Detalle de los caminos del hotel. Foto cedida por cosasdeja


El hotel, como es ya archiconocido por todos, fue inaugurado a mitades del pasado siglo por el príncipe don Alfonso de Hohenlohe, precursor de lo que es la actual Marbella y fallecido en 1993. Sin duda es el centro neurálgico de la crema de la "high society"; empresarios, aristócratas, estrellas del espectáculo y, como no, jeques árabes con cohorte incorporada. En definitiva, sin duda, el MCH es, en boca de su fundador, un pequeño paraíso sobre la tierra; frase que viene recogida en el libro, preciosamente editado "Marbella Club, los primeros 50 años" y que está a la venta en el hotel.

Entrada con un vehículo (por llamarlo de alguna manera). Foto cedida por cosasdeja



Otra toma de la entrada. Foto cedida por cosasdeja


La habitación
Una vez realizado el check-in, un mozo nos condujo en un boogie hasta nuestra habitación. La utilización de boogies es una razón por la cual el MCH es un resort. Aunque, perfectamente se puede ir a cualquier sitio andando, estos coches eléctricos con conductor están a disposición de los huéspedes para trasladarse de un lugar a otro dentro del hotel.

Detalle con boogie. Foto cedida por cosasdeja


Centrándonos en la habitación, sólo puedo catalogarla de excepcional. Antes de seguir, un inciso. Recelen, por favor, de algunas de las críticas de webs como TripAdvisor donde aparecen entradas de clientes que pasaron por el hotel hace cinco, seis o más años. En primer lugar, en ese tiempo, un hotel es capaz hasta de cambiar de ubicación; hay tiempo para mejorar, aprender de los errores, renovar habitaciones, etc. Esto que afirmo vale para cualquier hotel y, por tanto, para el MCH también.

Continuando con la habitación, el edificio donde estaba ubicada distaba más o menos a mitad de camino entre la entrada al hotel y la playa. La llave, muy original, era como una tradicional pero codificada electrónicamente.

Pasillo de entrada de la habitación


Nada más entrar, un largo pasillo abocaba en el dormitorio y a mitad del primero, se encontraba el baño junto a un amplio y eficiente vestidor muy bien compartimentado.
El dormitorio tenía cama tamaño king con dosel. El suelo era de baldosa y la tonalidad del mismo y de las paredes eran de un beige claro muy confortable y acogedor. Pero fue la sensación de auténtico frescor lo que más me sorprendió al entrar.

Cama con dosel


El aire acondicionado era perfecto, muy silencioso y altamente potente. Un armario, de la misma tonalidad, albergaba la televisión con un sistema de corredera para poderla ubicar en varias posiciones y, abajo se encontraba el frigorífico con el minibar muy completo y ordenado. En una esquina de la habitación se encontraba una pequeña mesita redonda donde un mini-ordenador portátil estaba situado encima. Me gustó mucho esta amenity ya que con este aparato, podías acceder a un sin fin de servicios del hotel. Podías reservar mesa en cualquier restaurante, reservar tratamientos del spa, comprar accesorios del hotel; incluso hasta realizar tú mismo el check-out; si bien es cierto que en esta aplicación creo que aún estaban en pruebas y las cantidades numéricas no aparecían del todo clarividentes.

Detalle del mueble del minibar y el ordenador


Enfrente del mueble de la televisión se disponía una mesa de cristal baja y un sofá cómodo a modo de salón, todo ello entre dos lámparas de mesa preciosas y una magnífica orquídea blanca decorativa. Toda la habitación disponía de tomas de electricidad suficientes. Nada más descorrer las cortinas, nos llevamos la agradable sensación de la terraza.

Sala de estar


Dos tumbonas se disponían en ella junto a una mesa con dos sillas para poder fumar relajadamente. Ya saben mis lectores que soy fumador empedernido pero detesto hacerlo dentro de las habitaciones, por tanto también dentro de mi propia casa. Es una falta de respeto para con los que no fuman.

Vista desde la terraza. Al fondo, la piscina


Bien, la terraza tenía acceso directo a una de las dos piscinas del hotel, exactamente a la de agua dulce, situada en la parte más lejana a la playa. En fin, un oasis de comodidad.

Detalle de las tumbonas de la terraza

Detalle de la mesa con sus sillas de la terraza


Pero el baño se lleva el gato al agua. Amplísimo, con lavabo de dos pozas de mármol y grifería de estilo antiguo.

Lavabos


Las toileties, sin embargo, no llegaron a convencerme del todo. De la firma Arran Aromatics, sólo tenían un pequeñito envase de gel, que a su vez también era champú. El resto de envases eran de body lotions y hair aconditioner y chuminadas varias que, sinceramente no me interesan. Las pastillas de jabón eran de la firma Aigner. Sería conveniente disponer algún bote más de gel y champú, que sinceramente he de decir que me encantó. Tuve que pedir en alguna ocasión al servicio de habitaciones que me proporcionaran algo más puesto que con tanta piscina y spa, te duchas varias veces al día. Un tarrito de 50 ml. de gel y champú es altamente insuficiente para dos personas; aunque hay que decir que se reponía en el turndown. El espejo de ducha estaba justo donde debe estar, no haciendo falta -por tanto- ser contorsionista de circo o medir 1,50 m. para no sufrir graves accidentes con el afeitado.

Detalle de las toiletries


Justo enfrente de los lavabos se situaba la bañera, enorme y muy accesible. No la utilicé. En otra estancia del baño aparte, se encontraba el inodoro, el bidé y la ducha. Esta última absolutamente impresionante. Muy amplia, con un chorro de ducha perfecto, regulación de la temperatura correcta, sin posibilidad de patinazos ni resbalones puesto que el suelo era rugoso.

Detalle de la bañera

Para acabar con la habitación, tan sólo hablar del vestidor que ocupaba de techo a suelo una pared completa. Todo compartimentado con estantes, cajones y armarios; la caja fuerte estaba situado en uno de ellos. He de incidir, en mi manía con las aperturas de las cajas fuertes que nunca me he encontrado con una tan sencilla. Tan sólo introducir el código y ya está. Se cerraba sola. Lo único que eché en falta en el vestidor fue una bolsa de esas que tienen el emblema del hotel, muy cómoda para ayudarte en tu salida del mismo.

Ducha, bidé e inodoro en una estancia separada

Amplio vestidor

Amplia y sencilla caja fuerte camuflada dentro del armario



Por ser miembros de The Leaders Club, tuvimos el detalle de la carta de bienvenida del director del hotel y un estuche con el logo del hotel que albergaba una botellita de fino con dos copas. Muy buen detalle. Por cortesía del hotel, unas almendras saladas y una botella de vino de Cortijo Las Monjas, envasado expresamente para el hotel ya que en la etiqueta aparecía Príncipe Alfonso de Hohenlohe. Junto a ella,  una botella de agua, agua que por desgracia no se reponía diariamente en el turn-down. Y algo muy importante, el desayuno -que no estaba incluido en el precio- es una cortesía para los miembros access de dicha central.

El Beach Club y los restaurantes del hotel.
Mención independiente debo hacer a lo que, a mi juicio, es la guinda del MCH. Ubicado, como señalaba anteriormente en el extremo opuesto de la entrada del hotel, no puedo afirmar con rotundidad si está cerca del mar o si el mar está cerca de él. La simbiosis es absolutamente perfecta. La piscina de agua caliente de mar (como debe ser) es impresionante. Cuenta con un acceso para torpes como yo, que no sabemos tirarnos de cabeza. Todo está cubierto de una vegetación frondosa y cascadas de agua confieren una serenidad y un ambiente absolutamente relajante. A la llegada, el encargado del Beach Club, un señor no muy alto y con bigote (que me perdone por una descripción tan barata, no recuerdo su nombre), muy amablemente nos entrega una toalla (aconsejo leer este post) y nos abre una sombrilla en el lugar que elegimos.

Perfecta piscina del Beach Club con su restaurante al fondo. Foto cedida por cosasdeja

El sistema de sombrillas me parece muy adecuado ya que los agujeros están hechos en el suelo sin tener, por tanto, que mover ingentes cantidades de peso para trasladar dicha sombrilla al lugar exacto que el cliente -receloso del sol, como es mi caso-, desea. Este señor me preguntó, como debe ser, el número de mi habitación, gustosamente se lo di. No me lo volvió a pedir pero cuando, un día y medio después le pedí el favor de que me ayudara a reservar una mesa en el Mc Beach, cual fue mi sorpresa  que se acordaba perfectamente del número de mi habitación. Esos detalles valen su peso en oro.

Beach Club. Foto cedida por cosasdeja


La sensación en todo momento del Beach Club es la de tranquilidad, ya estés en las tumbonas de la piscina o de la playa, que son gratuitas. Bueno, lo de gratuitas en el MCH en pleno agosto es un decir, pero ya me entienden. En ningún momento tuve sensación de masificación o de agobio. Y les hablo de temporada alta, por tanto en el resto, imagino que aún será mejor.

El mar en el hotel o el hotel en el mar

Juzguen ustedes. Foto cedida por cosasdeja


En el mismo recinto de la piscina del Beach Club se encuentra su muy conocido buffet internacional. No lo probé  puesto que me hacía más ilusión comer en el Mc Beach, un auténtico chiringuito de playa pero no de mantel de papel y camareros con palillo en la boca. Espetos de pescado riquísimos, asados al momento se pueden disfrutar en mesas muy bien vestidas y unas sillas realmente cómodas. A mi juicio, el mejor lugar para comer o cenar de una manera informal en verano.

Detalle del McBeach


Del resto de restaurantes del hotel, poco puedo hablar; la verdad. Ya les he comentado que mi estancia sólo duró dos días y, como alma de dominguero que tengo, no pude resistir fundirme con el ingente turismo del milimétrico Puerto Banús, donde aproveché para cenar. No probé, por tanto, el famoso Grill pero espero poder hacerlo la próxima vez que visite el MCH.

Marbella Club Thalasso Spa
El Spa del MCH no es muy grande. Pero no por ello deja de ser un gran centro. A muchos establecimientos se les llena la boca afirmando que cuentan con 2.000 o 3.000 o más metros cuadrados. Éste no sé si llega a 1.000. Pero está muy bien aprovechado. La piscina de tratamientos, con preciosas vistas al mar, es muy grande. Los vestuarios, correctos. La zona de sauna y baño turco, muy bien cuidada, con infinidad de toallas y productos de baño. La sala de relajación, anexa a la piscina -no nos olvidemos que de agua de mar- también dispone de maravillosas vistas al mar. Una docena de cabinas de tratamiento muy amplias y confortables. Menú de tratamientos amplio y ejecutado por verdaderos profesionales.
En fin, muy buen servicio por parte de su front-office y, como una nota a mejorar, cuando alguien está en la piscina de tratamientos, todos los chorros deben funcionar en todo momento; no valen aquí los temporizadores para ahorrar energía.

Piscina del Spa


Algunas instalaciones y servicios más del Marbella Club Hotel
Si mal no recuerdo, desde hace alguna temporadas, el MCH, cuenta con un Kid´s Club. El Lions Club -me encanta su nombre- es un espacio grande situado en pleno centro del complejo con unas muy buenas, vigiladas y seguras instalaciones. El hotel estaba lleno de niños, y se agradece mucho que en los meses de temporada alta, un servicio como este esté a disposición de los huéspedes. Aunque el Beach Club cuenta con una piscina para niños, el Lions Club dispone de otra aún más adaptada para los más pequeños. Amplio espacio vallado para esparcimiento, y una habitación con juegos, videojuegos, pinta y colorea. Todo ello junto a un sin fin de actividades como Kayak, cocina, búsqueda del tesoro, etc. que organiza perfectamente su director; creo que se llama Guy, forma la amplia oferta de diversión del MCH para los más pequeños. Esta vez no viajé con niños pero el director del Lions Club nos enseñó sus instalaciones ya que, Dios mediante, volveremos con la familia.

Poco he hablado de la piscina de agua dulce del hotel. Esta, ya no situada justo al lado de la playa, está rodeada de tumbonas para tomar el sol y, en su extremo, se sitúa el Pool Bar. Posiblemente, en algunas horas -sobre todo por la tarde- de temporada alta, está más frecuentada con familias con niños pequeños. Posee también un fácil y cómodo acceso y está muy bien atendida.

Piscina de agua dulce. Foto cedida por cosasdeja

Pool Bar. Foto cedida por cosasdeja


El MCH es, como su propio nombre indica, un Golf Resort. Cuenta también con un Centro Hípico. Yo no practico ninguno de esos deportes pero el hotel dispone de un servicio de traslado desde y hasta dicho centro. Quiero ser lo más sincero posible. Marbella y su entorno poseen hoy en día una privilegiada oferta hotelera de lujo. Quizá los dos hoteles que más sombra puedan hacerle sean el Villa Padierna y la Finca Cortesín -aunque este último no esté en la misma Marbella-; no hablo de su primo hermano, el Puente Romano, que lo considero como si de una unidad se tratara. Créanme. Salvo la comodidad para acceder al campo de golf, elijo el MCH. Y es que él sólo tiene el mar dentro del hotel. Eso vale su precio en oro. Y creo que ese es el verdadero motivo por el cual el MCH posee los precios más altos de todos. El que algo quiere, algo le cuesta.

El servicio de turn-down muy eficaz. Realizado justo en el momento en que debe hacerse y no a horas intempestivas. Reposición de toiletries a excepción de las pastillas de jabón. Reposición de toallas usadas. Se echaba en falta, como he dicho antes, la reposición diaria de agua (nunca me ha gustado que me cobren por el agua y menos en los hoteles de lujo). 

Aunque ya he mencionado el buen servicio y trato recibido por el equipo de recepción del hotel, debo resaltar también la figura de Álvaro, creo que posee algún puesto de dirección en el front-office. Nos explicó pacientemente todas nuestras dudas relacionadas con una futura estancia con nuestra familia en el hotel. Además, contemplé como soportó perfectamente las embestidas de una huésped recién llegada (eran las once de la mañana) con un batallón a su lado de maletas de Louis Vouitton y dos niños trepando por los sillones de recepción. La señora, con unas gafas de sol parecidas a las de Dar Vider,  increpaba de manera muy grosera por no tener preparada a esa temprana hora la habitación. Se le dio la posibilidad de otra mientras la suya se preparaba, pero ni con esas. En fin, una anécdota de las mil que puede contar cualquier personal de recepción.

Me encontré durante mi corta estancia en el hotel con innumerables personalidades de la farándula española. Así que si es usted un curioso empedernido, se lo pasará bien. No diré, obviamente, de quien se trata; me parece de zafios dar nombres de famosos hospedados en un hotel sin su consentimiento.

Check-out y salida del hotel
Nada más telefonear a recepción para que fueran preparándonos la salida, un boogie con un botones aparecía en nuestra puerta para recoger las maletas y transportarnos hasta recepción. Absolutamente todo en regla en la factura, muy amable el trato a la salida; con rapidez pero sin dar sensación de que te echan. Cuidando hasta el mínimo detalle, pidiendo disculpas porque el datáfono no funcionaba bien y me hicieron desplazarme hasta otra esquina para utilizar el otro.

En fin, corta pero maravillosa estancia en uno de los grandes resorts de playa europeos.

lunes, 3 de octubre de 2011

Funcionamiento y organización de la piscina de un hotel y su correcto uso


 

Son ya varias, en las últimas visitas a hoteles que he tenido, las ocasiones donde he percibido que la gestión por parte del hotel de la zona de piscina y sus dependencias; "por h o por b", necesitan mejorar. Unas un poco, otras algo más y otras todo.
Me dispongo en este post a resumir toda una serie de requisitos imprescindibles para que cualquier hotel que se precie pueda gestionar su piscina en óptimas condiciones. Intentaré no ser muy extenso pero el tema creo que es suficientemente importante como para alargarnos un poco. Al mismo tiempo es mi intención dar recomendaciones a los huéspedes del correcto uso y comportamiento en la misma.

1.- Lo primero y principal es que el cliente se sienta atendido nada más llegar a la piscina. Es necesario que un mozo, o bien le salga al encuentro, o que esté situado en una garita. El mozo, cortesmente entregará dos toallas a cada huésped, una para la tumbona y otra para secarse. El mozo es conveniente que extienda la toalla sobre la hamaca, a ser posible quedando en la cabecera de la misma el emblema del hotel, no tirándola encima de la misma como si fuera la envoltura de un chicle. Nos preguntará si deseamos que extienda o no la sombrilla y, de ser positiva la afirmación, la abrirá enseguida. Antes de marchar, nos preguntará si deseamos llamar a un camarero para que nos sirva alguna bebida.
Por tanto, está absolutamente prohibido llegar a una piscina y no tener ni pajolera idea de dónde está la caseta con las toallas y no ver a ningún mozo ni encargado que nos las pueda proporcionar. Esto es algo muy común que últimamente estoy notando en varios hoteles.

2.- El mozo que se encarga de ayudar a acomodar a los huéspedes tiene un papel primordial en el global de calidad de servicio de muchos hoteles. No hay que olvidar que muchos establecimientos que vulgarmente se denominan "de sol y playa" son demandados en su gran mayoría por sus piscinas para tomar el sol y refrescarse. Por ello, es absolutamente imprescindible la formación específica a ese sector del personal de un hotel. Algunas direcciones de hoteles, piensan que es un puesto lo suficientemente poco cualificado que lo puede llevar a cabo cualquiera. Nada más lejos de la realidad, como intento demostrar aquí. Por tanto, el encargado de la piscina no debe ser una especie de David Hasselhoff sentado en una silla bajo la sombra de una sombrilla, con semblante serio -como dando a entender lo bueno que está- y no levantándose de la misma nada más que para hacer un pis. Eso es más parecido a un vigilante adolescente de piscina de barrio bajo, que un encargado de la piscina de hotel de lujo. Ya hablé en otra entrada sobre este tema. Puede consultarlo pinchando aquí.

3.- En la zona de hamacas de la piscina es muy recomendable que la dirección del hotel sitúe algún teléfono para comodidad de los huéspedes. Me explico. Poder llamar para reservar mesa en algún restaurante del hotel, solicitar a recepción que envíen algún "boogie" para transporte interno -si es que existe-, reserva en el spa o cualquier otra cosa que el huésped estime oportuno. Muchas veces me siento indefenso en la piscina de un hotel y esos teléfonos facilitarían la comunicación y la gestión del mismo. No obstante, si no existe dicho teléfono -suele ser lo habitual-, será el encargado de la piscina quien nos solucione la gestión.

4.- Las tumbonas no son propiedad privada de los huéspedes del hotel. Me explico. Si se extiende la toalla a las 10 de la mañana, tomamos el sol una hora y nos vamos, dejando extendida la toalla porque a las 7 de la tarde volveremos a refrescarnos, la persona que así actúa es una maleducada e insolidaria. Para solucionar -en la medida de lo posible- tal tema, el hotel debe situar varios cestos (por ejemplo de mimbre) por la zona de la piscina para que podamos echarlas al acabar. Los mozos encargados deberán estar atentos para que, cuando vean que los clientes maleducados se han ido sin echar al cesto las toallas, lo hagan ellos para dejar la tumbona libre a otro huésped. Da impresión de dejadez absoluta, llegar a una piscina con la mayoría de tumbonas cubiertas con toallas pero sin nadie utilizándolas.

5.- Comprendo que la zona de la piscina suele ser utilizada por las noches como lugar de terraza para servir cócteles. Pero si el horario de utilización de piscina es de 10 de la mañana a 7 de la tarde, no puede ser que los mozos a las cinco y media se pongan a recoger los cojines de las mismas. Esto es una práctica altamente común hoy en día en la gran mayoría de los hoteles con piscina. La sensación que transmiten no es otra que la de echarte a la calle, cuando aún queda una hora y media para su cierre. Un director de hotel que lea esto seguro me dirá que es imprescindible para poder montar lo necesario para la noche pero, lamentablemente, no puedo darle la razón. Si no se llega a tiempo sólo hay dos posibilidades, o recortar el horario de apertura de la piscina o contratar a más mozos para que hagan esta ingrata tarea. Y digo esto último porque es incómodo ver a los pobres muchachos cómo sudan la gota gorda mientras tú te pimplas un mojito. Y, además, por desgracia, suele ser uno sólo el que se encarga de retirar toda la ingente cantidad de cojines mojados y hamacas pesadas.

6.- Los camareros del bar de la piscina deben tener la discreción necesaria para aparecer de vez en cuando por la zona de las hamacas. No es de recibo que en dos horas a pleno sol no aparezca ninguno para poder pedirle algo de agua. Tampoco es normal su contrario, es decir, atosigarte cada dos por tres preguntándote si deseas algo.

7.- Aunque he de decir que la mayoría de hoteles ya los utilizan, los recipientes de las bebidas deben ser de un material que no corte al romperse. Están muy de moda y muy conseguidos, unos vasos de plástico que dan sensación de cristal.

8.- Las duchas de acceso y salida a la piscina deben estar bien señalizadas y no a cuatro kilómetros de la misma. Los clientes deben ser lo suficientemente higiénicos como para utilizarlas la primera vez que entren al agua. Comprendo que la temperatura de esas duchas está a 155 grados bajo cero pero, aunque sea vagamente, hay que hacer uso de ella.

9.- Si estamos toda la mañana o toda la tarde en la piscina, es un detalle de excelente calidad en el servicio que te ofrezcan renovar las toallas que ya estarán muy húmedas. Este servicio es de diez.

10.- No todos tenemos la agilidad del simio. Se agradece muchísimo que la piscina tenga un acceso fácil a la misma con escaleras progresivas y barandilla para apoyarse. No me refiero a las típicas escaleras verticales de piscina que las tiene cualquiera sino a las de obra. Es de muy mala educación obstaculizar el acceso o salida de la piscina en las escaleras.

11.- Si el hotel posee varias piscinas de diferentes tipos, es muy recomendable que en el turndown depositen una hoja con las temperaturas de las mismas y si son de agua salada o dulce.

12.- Cuando uno va a la piscina suele llevar poca ropa. Y lo que casi nunca se lleva encima, por tanto, es dinero. Es recomendable, por parte de los huéspedes del hotel, que hagan un pequeño esfuerzo para recordar, por ejemplo el último día de su estancia, entregar una buena propina al encargado de la piscina si este ha cuidado con esmero el cometido de su trabajo.

13.- Hay momentos del día o temporadas bajas donde la actividad en la zona de la piscina es mínima. Ni en esos momentos ni en los de mayor actividad, los mozos de la piscina deben dar sensación de "no hago nada", hablando con el barman de la cafetería de la piscina o de cháchara con un camarero. Siempre hay tareas para hacer y más vale estar leyendo un libro en una garita -eso sí ojo avizor por si algún huésped necesita sus servicios- que de parranda y parloteo con los compañeros. Cuidado también entre los compañeros al dirigirse a los clientes del hotel. No es lo mismo hablar del caballero de la última fila que del gordinflas del tanga del fondo; siempre puede haber otro cliente que escuche tal lamentable afirmación, aunque sea cierta.