¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Hotel Wellington. Madrid



Todo lo que reflejo en esta crítica del hotel Wellington de Madrid, quiero que se entienda desde el lado positivo y constructivo. Lejos de mí cualquier otra cosa.

Web
No podemos ponerla como ejemplo a seguir pero, sin duda, es muy ordenada,  con buenas fotografías y muy explicativa. Pertenece, el Hotel Wellington, a Summit Hotels, una filial de Preferred Hotels of the World. Es como su segunda marca en todos los aspectos. Para proceder a la reserva, podemos utilizar la web propia del hotel, a través de "sinsixs.com" -no está mal-. Otra posibilidad es utilizando la página de "Preferred Hotels of the World", a ser posible, habiendo cumplimentado la membresía en dicha central internacional de reservas.
En este caso particular, opté por reservar directamente por teléfono ya que el motivo de mi estancia era una boda de un gran amigo mío, cuya celebración se realizaba en uno de los salones del hotel. La tarifa especial para amigos de los novios era de 150 euros con desayuno incluido. Reservé dos habitaciones dobles clásicas.


Fachada del hotel



Llegada al hotel y primeras impresiones
Viajé a Madrid en mi vehículo. Entré directamente al parking del hotel debido a que el Wellington queda en esquina y no es fácil dejar parado el mismo en plena calle de Velázquez. Una vez dentro del parking, el portero llamó a un mozo para que procedieran a retirar todo el equipaje. Viajábamos mi mujer (a la que mis lectores asiduos conocerán como "mi acompañante"), mi hijo de dos años y la niñera de mi hijo. También viajaba con nosotros, Macario, un amigo del alma, invitado como yo a la boda.
La fachada del hotel estaba de obras y el acceso al "hall" del hotel desde el parking también. No me lo hicieron saber en el momento de la reserva. Tuvimos todos que subir por la empinada rampa de acceso al parking y entrar por la puerta principal al hotel.
La primera impresión del Wellington, una vez solucionados los inconvenientes automovilísticos, es que nos encontramos ante una "vieja gloria" que conserva el lujo y el glamur de antaño. Mármol, techos altos, lámparas de araña, mobiliario antiguo.


Entrada principal.

























Check-in
La recepción, justo a la derecha de la entrada, es un mostrador no muy largo atendido, en este caso, por tres personas. Procedo a entregar mi documento de identidad junto con la tarjeta de membresía y una visa, a la petición de que tengo dos habitaciones reservadas. Precisamente en el momento de la reserva, había dejado muy claro que solicitaba una habitación doble con cama de matrimonio y otra individual con una cuna para mi hijo y su niñera. La niñera, obviamente duerme en cama.
Con cierta grosería, el recepcionista me preguntó si quería cama de matrimonio. Lo hizo con un tono tan elevado que se oyó en Paracuellos del Jarama. Yo, guardando la compostura, le recordé que en el momento de la reserva ya había dejado todo el tema claro y que, por tanto, una era de matrimonio y otra me daba igual pero que con una cuna para el niño. "Una está preparada y la otra no, ¿Qué van a hacer?, me dijo. Pues bailar un chotis, caballero. ¿Cómo que qué voy a hacer? Después de una espera de diez minutos, me comentan que todo está listo. El equipaje, tardó como una media hora en subir.


Lobby del hotel



Lobby del hotel



Lobby del hotel



El ascensor y la habitación
El hotel Wellington sólo tiene un ascensor. Un ascensor y 255 habitaciones. Una vez se me hizo de noche esperándolo en la planta cero para subir a mi habitación. Dejando este tema a un lado, la habitación era amplia, muy amplia para ser una doble clásica. La cama muy bien hecha y muy cómoda. El armario de madera noble un tanto pequeño y no muy bien compartimentado. Un escritorio amplio con silla, un sillón de descanso con una mesita redonda. Moqueta atrapa-ácaros pero todo muy limpio. Buena iluminación artificial y normal iluminación natural con una ventana mediana que daba a un patio interior, lógico al ser una habitación clásica.
El cuarto de baño estaba limpio pero con unas deficiencias impropias de un hotel como este. La bañera tenía la incómoda cortinilla, pero lo peor era que no tenía ducha de mano sino sólo la alcachofa en el techo. No soporto ducharme si no es con la ducha de mano. Tampoco he estado nunca en un hotel que no tuviera, al menos las dos posibilidades. El inodoro, como de plástico, y el bidé estaban aparte -se agradece- y el lavabo era amplio pero con una grifería de baño de colegio. Las "toiletries" eran infumables, baratas y de poca categoría. Eso sí, bien nutridas. El gel y champú eran de hostal y la pastilla de jabón de manos era de esas que se deshacen a cachos y si llevas un anillo en el dedo, se te mete por dentro. Provisto de albornoz y zapatillas para enanitos, faltaban colgadores para después de su uso. Como nota decepcionante, el baño tenía una abertura de un faso techo donde se entreveían cables de la instalación.


Habitación clásica





Baño


Instalaciones del hotel
Cuando salía sin el niño, utilizaba las escaleras ya que la llegada del ascensor a mi planta se estimaba en dos o tres horas. Me encontraba en la tercera planta. El "Caroli Health Club", no lo pude probar debido a la peculiaridad de mi estancia pero pasé a visitarlo. Muy bien cuidado en lo que a cabinas de tratamiento se refiere, ofrece programas y estudios basados en el método "Caroli", una combinación de salud y ejercicio con consulta médica personalizada antes de ningún tratamiento que ya han suscrito hoteles como el Westin Valencia, el AC Santo Mauro, Cala di Volpe o Town House Galleria


Entrada a Caroli Health Club

Del restaurante Goizeko, poco puedo decir. No he estado personalmente disfrutando del mismo pero siempre he oído hablar muy bien de él. Del Kabuki, ya lo conocía de otras visitas a la capital española y me parece una de las mejores ofertas de gastronomía oriental de Madrid. Siempre teniendo en cuenta que no soy muy amigo de tan lejanas ofertas culinarias.
Sí que pude disfrutar de su "Buffet Breakfast", bien nutrido de productos, si bien el salmón (por llamarlo de alguna manera) necesita mejorar. El salmón y el servicio puesto que sólo pasaron por nuestra mesa una vez para recoger los platos, vasos y cubiertos utilizados.


Check-out
En mi vida he tenido una salida de hotel tan grosera. El recepcionista me presenta dos facturas, una por habitación, y casi me caigo al suelo. Sumaban un total de cuatrocientos y pico euros. Como cargos adicionales imaginarios se encontraba el desayuno (iba incluido en el precio de la habitación), no sé cuantas botellas de minibar de la habitación de mi hijo y la niñera y una película del circuito interno en mi habitación.
Todo ello, el señor recepcionista, me lo explicaba en voz muy alta, seguramente para que todo el Wellington se enterara de cuáles son mis preferencias alcohólicas y cinematográficas. Llegué a pensar mal de la niñera de mi hijo; puesto que me había dicho que era abstemia. Mientras intentaba solucionar el altercado, me percaté que el mini bar era de esos inteligentes. Es decir, si muevo un botellín o lo que sea, automáticamente queda reflejado en el ordenador y el cargo se produce al instante. Siempre he detestado estos sistemas que tratan a los huéspedes de los hoteles como si fuéramos forajidos. La niñera movió unas botellas para colocar la leche del niño y unos potitos. Y yo, desconfiado de mí, llegué a pensar mal.

Una vez, solucionado el tema, no escuché la palabra perdón por ninguna parte -y eso que el señor de recepción hablaba con un tono tenorístico. "Ahora está todo bien", fue lo que me dijo. Realizado el pago, tuvimos, de nuevo, que salir del hotel, bajar por la empinada rampa de acceso al parking, esperar diez minutos a que nos trajeran el equipaje y volver a nuestro lugar de origen con la seguridad de que el Wellington, habiendo sido todo un emblema junto al Palace y al Ritz, se ha quedado un tanto descolgado; un tanto largo. Quien tuvo, retuvo, no se aplica a la hostelería de lujo.


11 comentarios:

  1. A mí también me quisieron hacer pagar una peli de pistoleros y yo ni había encendido la televisión...y en mi baño también había cables sueltos por ahí. En un momento pensé que querían grabar mi cuerpo serrano en la bañera...

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  2. Y eso que ni tú ni yo somos adictos al western, Macario. No digo que no lo fuésemos en algún momento, pero eso ya quedó en el pasado. A quien le hubiera podido interesar tal género, hubiera sido a nuestro querido amigo, tocayo mío a la par; pero él estaba esa noche en otros menesteres.
    Seguramente deben tener estropeado el canal interno de películas o lo tienen tan saturado que da lugar a estas confusiones cinematográficas.
    Un abrazo.

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    1. Me encantaría que la próxima critica de los hoteles en madrid sea sobre algunos hostels, sé que no es ese el propósito del blog pero son los lugares a los que accedo yo, un saludo

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    2. Estimado Cristian, ya lamento no poder servirle mucho de ayuda. Como usted bien dice, no es el cometido del blog. No obstante, para cualquier duda o aclaración, me tiene a su disposición. Muchas gracias por su comentario. Un saludo.

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  3. Madre mia, por un momento no sabia si estaba leyendo una novela.
    Pero me parece bien, cada uno tiene sus gustos y preferencias.
    Yo si fuera dueña de un hotel, no me gustaria tenerlo como cliente.
    Lo siento.
    Un saludo.

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    1. Es una lástima, señora, de verdad. Suelo ser un huesped que pasa muy desapercibido.
      Tiene cierto tono de novela lo que escribo. Barata pero novela.
      Muchas gracias y lamento que no le haya gustado la crítica al Wellington.
      Un saludo y para lo que quiera.

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  4. Buenas noches. He llegado a su blog buscando información del Spa del Wellington ya que tengo pensado pasar por alli en breve. Siento discrepar con los otros comentarios, me ha parecido una gran crítica. Tal vez hay que ponerse, simplemente, en el zapato de quien la escribe. Además creo firmemente que como consumidores muchas veces pecamos de precavidos y tolerantes. Asi nos va. .. Siento que su estancia en Madrid no fuera todo lo agradable que hubiera debido, seguro que la próxima vez mejorará. Un saludo

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  5. He estado varias veces en el wellington y estoy de acuerdo con vd. En algunas incomodidades, pero siempre han sido amables. Y desde luego hay mas de un ascensor. Saludos

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  6. Muchas gracias por su aportación.
    Quedo a su entera disposición.
    Un saludo

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  7. Buenas tardes,

    Tengo pensado celebrar mi boda en este hotel, pero no he visto comentarios en el aspecto de la boda a la que estuvo invitado, ¿fue en el mismo hotel donde usted tuvo la celebración de la boda a la que asistía?

    Gracias.

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