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Cada día, con mayor profusión, se extiende una nueva personalidad de turista: El quejica.
El turista quejica, suele tener una edad avanzada (más o menos a partir de 55 años), viaja siempre en compañía de una señora, generalmente obesa y con rizos en el cabello fijados con laca barata. Él, casi siempre es calvo, con barba descuidada, no muy alto, con incipiente panza cervecera y -siempre- usa gafas de sol. Lectores, si alguno de ustedes coincide en un hotel con un huésped de estas características sepan, casi con toda seguridad, que se han topado con un quejica.
Este tipo de persona se caracteriza, ante todo, por estar continuamente protestando por cualquier incidencia que ocurre en un hotel, por indiferente que parezca. Siempre que pasa por delante del mostrador de recepción, como si un gran imán le atrajera, no puede evitar acercarse a quejarse por alguna circunstancia acaecida. Que si el agua de la ducha sale muy fría o muy caliente, que si los vecinos de la habitación de al lado han estado toda la noche "tracatraca-tracatraca", que si un niño no paraba de llorar, que el zumo de naranja del desayuno no era natural, que el agua de la piscina está muy fría, que en el tratamiento de masaje del Spa le han dejado mal la espalda, que la mesa donde suelen desayunar estaba ocupada por un congreso de "hindúes", que han tenido que esperar al taxi más de dos minutos, que el aire acondicionado de recepción está muy alto, que el colchón es incómodo y además no es de látex, que el restaurante tiene poca luz, y así hasta el infinito de absurdas quejas infundadas, basadas tan sólo en manías descerebradas de gruñón talludito.
Al menos, podemos afirmar que, al margen del personal del hotel, el resto de los huéspedes no tenemos que sufrir semejante personalidad. No, craso error. El quejica tiene por norma elevar sus quejas al primero que se le ponga por delante. Por tanto, intente esquivarle en la hamaca de la piscina o en el "brunch" o en la cena o en donde sea. Apártese inmediatamente de él y no le de pie a que comience con su retahíla de "nauseas existenciales". Evítele. Es un autentico cenizo. Y como dice Carlos Andreu en su libro "
Del ataud a la cometa" (muy aconsejable), si quiere ser feliz, evite a toda costa al cenizo.
Otras veces, sucede que sí, que le molesta directamente pues usted está esperando detrás, en el mostrador de recepción, mientras él a voz en grito, protesta porque su botella de champán no estaba lo suficientemente fría. En ese caso no puede hacer otra cosa que esperar pacientemente pero no le mire a la cara, no vaya a ser que crea que le interesa su "vómito social" y cuando acabe con el de recepción la emprenda con usted.
Por último si usted, lector, es el quejica del que hablo, aparte de mostrarle mi respeto, no pretendo desanimarle pero esta enfermedad es casi incurable y absolutamente crónica. No cabe pues otra cosa que aceptarlo, consultar el libro de Carlos Andreu por si queda alguna posibilidad y, por el bien de todos, viajar lo menos posible, hasta -con ayuda y esfuerzo- paliar la enfermedad. Con lo bien que se está en casa, caballero.
Te vas superando amigo Alfredo...no sé si me gusta más tu frescura a la hora de escribir o el imaginarme esas escenas que tantas veces se repiten...
ResponderEliminarUn día tienes que comentar algo sobre esa "figura simpática" que se suele pegar en la espalda cuando se está "intentando" disfrutar de una excursión con servicio privado...
Sigue así!
Querido Alfredo,
ResponderEliminarLa verdad es que nunca he tenido el "honor" de cruzarme con un "turista quejica", pero te debo reconocer que estoy deseando encontrarme con alguno, debe de ser super divertido.
Antonio Robles
Hola Monthy. Gracias por tus palabras. Me alegro mucho de que hayas pasado un buen rato leyendolo. Tomo nota de lo que me dices pues precisamente dejé de contratar tales servicios por lo que de espectáculo tiene dicha excursión. Un saludo.
ResponderEliminarHola Antonio. Admiro tu valentía, pues cruzarse con un turista quejica no es, precisamente, lo que uno ansía buscar en un viaje. No obstante, me parece que, cuando te topes con uno, dejarás algo de lado tal ilusión. Un abrazo fuerte y gracias.
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