¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

martes, 26 de febrero de 2013

Utilización de la piscina de un hotel. Nuevos aspectos.

El señor A quiere tirarse en plan bomba

Son ya varias las entradas de este blog donde se ha hablado, de alguna u otra manera, de la piscina de un hotel. Por ser concreto, estas tres entradas que expongo a continuación versan sobre ello:

Pero es un tema que da para mucho y no quiero dejar pasar más tiempo sin explicar las últimas instrucciones que me parecen más recomendables.
Una piscina de hotel, ya sea exterior o interior, no es una piscina olímpica. Muchos huéspedes deportistas creen que pueden batir el record del mundo de cuatrocientos estilos o de doscientos braza cuando les sale del níspero. Por desgracia es muy común ver a un señor entrar en el recinto de la piscina, despojarse de su albornoz y quedarse en pelotas, tan sólo con un bañador "tipo nadador", de esos que te recogen y constriñen el paquete, calzarse las gafas de natación y, metiendo tripa, poner su cronógrafo a cero y tirarse al agua cual Tarzán barato. Sin pensar en el número de compañeros de piscina que puede haber dentro, se pone a hacer más largos que Ian Thorpe en un día de duro entrenamiento. Como va muy concentrado, toma carrerilla y va arrasando con tripones como yo y otros animales marinos que, en ese momento, estamos refrescándonos cual boya de remolcador. De hecho, como saben nadar bien los jodidos, van casi todo el tiempo con la cabeza dentro del agua, sacándola tan sólo unas milésimas de segundo para tomar algo de aire. Yo he sentido el impacto de semejantes torpedos marinos cuando me descuido. Ellos, en vez de pararse y pedir disculpas, piensan que eres una foca asquerosa que les has quitado cinco segundos de tiempo y continúan su trayectoria. 
Claro, que esto pase en la piscina del Hotel Cipriani, que aunque no lo es, tiene dimensiones olímpicas, pues qué le vamos a hacer; uno tiene hueco suficiente para remojarse las corvas sin que le molesten. Pero a estos deportistas de elite les da igual que la piscina sea esa o una de diez por cinco metros. Algunos son tan necios que, incluso en las piscinas de chorros se ponen a nadar. Es como si tuvieran un resorte que nada más ver agua, se les activara una neura acuífera que se creyeran Esther Williams. Me pregunto qué harán en su bañera. Lo mismo la ponen con chorro contracorriente y se dedican a hacer estilos. En fin, uno debe ser lo suficientemente educado como para actuar en la piscina de un hotel respetando al resto de usuarios. Si quiero nadar, pues voy atento mirando a ver qué obstáculo me encuentro. Si soy foca marina, pues no me quedo en la mitad de la misma; mejor en una esquina que no estorbe a los nadadores. Utilizar el sentido común y la urbanidad; y ya está. Sí, ya se que el sentido común es el menos común de los sentidos; pero qué le vamos a hacer.

Hoy en día proliferan mucho, sobre todo en los hoteles de ciudad las "plunge pools". Estas piscinas suelen ser de tamaño reducido y con muy poca profundidad. Están construidas con el propósito de refrescarse y chapotear en ellas. En ningún momento están ideadas para nadar. He visto a algún nadador de estos olímpicos destrozarse las rodillas al intentar hacer largos en alguna de ellas. Y es que ya les digo que algunos tienen un gen que en el momento que ven más de cinco litros de agua juntos parece que le salen aletas. Estas piscinas, también muy utilizadas en numerosos spas, son sólo para eso. No hay que ser un gran técnico para diferenciarlas. No obstante, aunque suele estar más que avisado, yo no me tiraría de cabeza en ninguna piscina de hotel hasta que no se hubiera comprobado la profundidad de la misma por mí mismo. Bueno, yo jamás me tiraría de cabeza a ninguna piscina.

Por último, nos encontramos con las piscinas de chorro de numerosos spas. Tales piscinas tienen una especie de circuito para ir pasando por cada uno de los chorros de presión que afectan positivamente- o al menos eso es lo que dicen los expertos- a varias partes de nuestro cuerpo. Salvo en los spas de hoteles de camionadas, donde hay un señor con un silbato para que el usuario del chorro en cuestión deje de utilizarlo y se cambie a otro, salvo en esos, es normal que uno deba ser lo suficientemente educado como para no monopolizar cada chorro. Me explico. Si estoy utilizando el chorro ese que te deja la nuca como la mantequilla de Soria en Agosto, y llevo ya diez minutos torturándome con él, viendo que una señora obesa con biquini de rosas está flotando cerca de mí, mirándome; pues leche, debo ser lo mínimamente caballeroso como para irme al chorro ese que te da en las pelotillas y dejarla a ella que se destroce el cuello. He contemplado abusos varios de este tipo. Las parejas de enamorados suelen ser las más peligrosas. Como están a lo que están les importa un cardo borriquero el resto y se pasan en las camas esas de agua dos horas y media. Siempre hay que pensar en los demás, además es un estilo de vida que trae más alegrías que tristezas. Se lo aseguro.


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