¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Grand Hôtel. Stockholm. (Estocolmo).







Web
Perteneciente a la central internacional de reservas "The Leading Hotels of the World" y a la cadena hotelera Intercontinental, el Grand Hotel posee una web propia, separada de la genérica que ofrece su cadena anteriormente denominada. Muy sencilla a la hora de navegar por su menú, aporta información muy completa del hotel unido a unas fotos de gran calidad. A diferencia de la mayoría de los "Intercontinentales", posee su propia web de reservas a través de "ihotelier.com", para mí la mejor web de reservas de hoteles. En esta ocasión utilicé esta alternativa para reservar una habitación doble clásica sin vista al canal por cuatro noches. Tonto de mí, puesto que a mi llegada quise cambiar a una con vistas pero no disponían de ninguna. Por tanto, cuando visiten este hotel, intenten reservar una habitación "con vistas" y nunca mejor dicho porque pocas -les aseguro- poseen un paisaje tan privilegiado.



Espléndida fachada del hotel



Check-in
Desde el aeropuerto de Arlanda hay cuarenta minutos en taxi hasta el hotel, treinta sin tráfico. La entrada al edificio, una vez que el mozo -muy atento- te ayuda a salir del taxi y bajar el equipaje, es espectacular. Subiendo unos pocos peldaños una vez pasada la puerta giratoria, te encuentras la recepción. Aunque no es excesivamente personalizada, es muy efectiva y con un trato muy agradable y caballeroso. La habitación que nos dieron estaba en el sexto piso y el mismo botones nos acompañó a la misma con el equipaje.
La habitación constaba de un hall de entrada con dos armarios empotrados muy grandes y muy bien distribuidos de madera noble. A un ala quedaba el cuarto de baño y a otra el dormitorio. Este último, constaba de dos camas gemelas juntas que compartían el mismo cubrecama de matrimonio. Muy cómodas pero, como ya he hablado otras ocasiones, de estilo nórdico. Es decir, no utilizan mantas sino edredones. Una ventana no muy grande -gracias a Dios-, sin vistas con cortinas opacas. Y digo ello porque en el mes de julio la noche no existe en esta preciosa ciudad. La noche y las persianas. Por tanto, si no utilizas antifaz te ves condenado a la claridad durante tu descanso nocturno. Con todo, pude descansar pero el sueño no fue muy fructífero debido a la claridad que las cortinas opacas, por mucho que digan, dejan pasar entre sus resquicios.
En Estocolmo durante el invierno hace un frío que pela. Pero durante el verano arrecia un calor que ríete tú de Badajoz. Como he dicho, no tienen cultura de persianas porque durante la estación invernal casi no ven el sol y celebran la llegada del verano. Otro elemento que no saben utilizar es el aire acondicionado. Para que sirva de ejemplo, durante los cuatro días que duró mi estupenda estancia en Estocolmo, no quité ni un momento el aire acondicionado de mi habitación (a potencia y frío máximo). Esa potencia en España no da ni para enfriar un coche. Quizá pasan tanto frío en invierno que les gusta pasar calor en verano. Sólo hay que verlos en Benidorm como se ponen como tomates. En definitiva, pasé bastante calor.
Siguiendo con la explicación de la "room", el dormitorio también contenía una mesa de escritorio muy amplia con su silla, una butaca aparte, reloj de pared, televisión de plasma con poca oferta  de canales y un mini bar inteligente -léase mi artículo sobre los mini-bares inteligentes- que no entiendo porqué lo tienen así. La moqueta, que me persigue por cualquier hotel vaya a donde vaya, estaba muy bien cuidada pero seguía siendo eso, moqueta.
El baño todo de mármol, constaba de un lavabo muy grande con buena repisa, bien nutrido de toallas, albornoces y zapatillas, numerosas toiletries "Molton Brown" maravillosas, espejo de aumento, abrebotellas anclado a la pared, buen papel higiénico, ventana grande para ventilar el baño y, eso sí, una bañera asesina. Para acceder a ella tenías que estirarte cual Maia Plisetskaia salvando un desnivel "himaláyico". En cada ducha tenía que aupar a mi acompañante para que no se accidentara. Y para bajar, pues en volandas al suelo con cuidado de no romperte la crisma. No entenderé jamás estas "dificultades higiénicas" en muchos establecimientos hoteleros. Al menos disponía de mampara y no de esas miserables cortinillas que no soporto.
Respecto a la habitación, una cosa más. La puerta de entrada a la misma era excesivamente maciza y pesada por lo que si entras y sales frecuentemente, cuidado con las agujetas.


 "Lobby" de entrada del hotel. Toma captada desde el "Concierge".



 Habitación.




 Bañera con desnivel olímpico para su acceso




El Hotel
Situado en el mismo puerto de Estocolmo, su fachada asemeja a una gran embarcación, al igual que sus habitaciones a las de un barco. Imponente y majestuoso frente al Palacio Real en el centro de la ciudad, el Grand Hotel abrió sus puertas en 1874, construído por Regis Cadier en pleno auge de la arquitectura de la ciudad. Todos los premios Nóbel desde 1901 se han alojado aquí y las personalidades que han pernoctado en él se cuentan por millares.
Cuenta con 368 habitaciones desde su última remodelación por lo que no podemos catalogarlo de pequeño.
Durante mi estancia he percibido que intentan cuidar el lujo de los pequeños detalles. Como ejemplo, diariamente izaban las banderas de su fachada muy temprano, arriándolas al atardecer. Perfecto protocolo.


                                                              Toma diurna


                                                              Toma nocturna

                                      

El "Concierge"
A la izquierda de recepción han situado una mesa de escritorio con una silla de dirección y otras dos de confidente. No me gusta. Creo que un "Concierge" nunca debe estar sentado, ni él ni los clientes que le consultan. Parece más un despacho de abogados que una conserjería. Además, noté cierta falta de efectividad ya que para reservar mesa en algún restaurante tuve que repetir la petición en tres ocasiones diferentes. Sin duda, lo que menos me gustó del hotel.


El desayuno
De tipo "buffet" servido en el restaurante "Veranda", con vistas a través de los amplios cristales al  espléndido puerto de Strömkajen. Productos de primera calidad entre los que se encontraba el salmón ahumado, mucha variedad de quesos, arenques, "bacon" y salchichas. Muy buena repostería, buen pan y un café más que aceptable para ser Suecia. Como único punto flaco, el zumo de naranja que no sé catalogarlo. Se asemejaba al natural pero aseguro que no estaba recién exprimido. Hoy en día existen tratamientos de congelación del mismo muy parecidos a la naranja recién exprimida pero, siento decirlo, no sabe igual.
Otra posibilidad, aún más aconsejable para quienes el "buffet" no lo disfrutan, es el "a la carta breakfast" servido en el "Cadier Bar".


Mathias Dahlgren
Es el chef sueco más reconocido. Cuenta en el Grand Hotel con dos salas, "The Matsalen", el cenador principal y "The Matbaren", una especie de "bistro" con una estrella michelín. "The Matsalen", tiene dos y está en el puesto 25 de la lista de "S. Pellegrino". Me sucedió la desgracia de que no había mesa disponible en el cenador  en los días que duró mi estancia en Estocolmo y me contenté con el bistro al que le pongo un sobresaliente de nota. Aún así, fue otro punto débil del "Concierge". Una conserjería como la del Grand Hotel debería haber trabajado un poco más para conseguir mesa a un huésped de su hotel. En Estocolmo, si se sabe buscar, se come muy bien. Tan bien que en una próxima entrada del blog hablaré sobre algunos de los magníficos restaurantes de esta ciudad.
 
 "Matbaren". Nótese la perfecta decoración con lámparas Louis Poulsen



"Matsalen". Perfección hasta en el más mínimo detalle


The Veranda
Es el restaurante principal del hotel, totalmente eclipsado para la cena por Mathias Dahlgren. No obstante, como decía anteriormente en él se sirven los desayunos y el muy famoso "Smörgasbord", (literalmente significa mesa de pan con mantequilla) bufé típico sueco con platos tradicionales como los arenques ahumados, salmón, albóndigas, embutidos y ensaladas. Todo acompañado con las estupendas galletas de harina de centeno.

El blanco impoluto predomina en "Veranda". El puerto a la derecha. 
A través de la ventana se intuye el toldo de entrada al hotel.


The Cadier Bar
Lleva el apellido de la persona que construyó el hotel. En él, aparte del desayuno a la carta, se sirve el té de la tarde y por la noche, con acompañamiento de piano, puedes disfrutar de un buen cóctel. Con butacas muy cómodas y vistas al puerto, muy aconsejable para un descanso después de un día de ajetreado turismo.


 Vista de "The Cadier Bar". Al fondo el piano y a la izquierda la barra.



Spa. Raison d´Etre
Recién inaugurado y totalmente nuevo, el Spa de la firma "Raison d´Etre" entra sin dudarlo en el ranking de los mejores hoteles de ciudad con Spa. De tonos granito y ceniza con una iluminación perfecta y cuidando hasta el último detalle, este templo del bienestar aporta lo que le faltaba al Grand Hotel para convertirse, sin duda en uno de los mejores hoteles de Europa.
Cuenta, en primer lugar, con unos vestuarios de primerísimo nivel, taquillas eléctricas, sauna, piscina de frío, duchas de hidromasaje, cubetas de agua fría, toallas por todas partes y albornoces y zapatillas. La zona común está presidida por la piscina de agua templada en la que, incluso, se puede hacer algún "largo", aunque yo detesto a los que utilizan este tipo de piscinas de relax como si fueran olímpicas. En otra sala adyacente se encuentra la piscina de chorros y, al fondo, la sauna finlandesa de vapor a la temperatura adecuada, es decir, a esa en la que se puede sobrevivir dentro diez o quince minutos sin necesitar asistencia sanitaria por golpe de calor.
En todo momento, carritos portan agua, té y fruta ya pelada y lista para comer. Por último hay una sala de relax con música con auriculares y tumbonas muy cómodas. La entrada a la zona de aguas es gratuita para los huéspedes del hotel.
Los productos para los tratamientos, como no podían ser de otra manera, son cien por cien naturales basados en técnicas ancestrales.

                              Piscina del Spa Raison d´Etre. La piedra de granito del fondo es impresionante
                                                   


El "turn-down".
El recibido por el Grand Hotel es uno de los mejores servicios de "turndown" que he tenido en mi vida. Reponen absolutamente todas las toallas utilizadas, gel, champú, incluso las zapatillas las cambian cada día. Cuidan tanto el detalle que cambiaron el agua mineral con gas por unas botellas sin gas con una breve advertencia. Y nunca molestaron ni llegamos a la habitación mientras estaban arreglándola. Un diez para  la gobernanta y el servicio de camareras del Grand Hotel.


El "check-out".
Nuestro avión partía a la intempestiva seis de la mañana desde Arlanda. Fue muy rápido y no hubo ningún error en la factura. El botones ya nos esperaba con nuestro equipaje en el maletero del taxi. Por cierto, una nota de distinción estuvo en que no me hizo falta entregar otra vez la tarjeta de crédito para proceder al pago. Bastó cuando la mostré en la entrada.

Estocolmo, con su archipiélago es una de las capitales más bellas de Europa. Espero volver, y si lo hago, no dudaré en  hospedarme en el Grand Hotel.

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