¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

jueves, 23 de septiembre de 2010

La Ley de la Barra



España es el único país del mundo -que yo conozca- donde más importancia se le da a las barras. No me refiero a esas barras donde algunas mujeres despendoladas hacen piruetas, ni a las barras de labios, ni a las de helado. Me refiero a las barras de un bar o a los mostradores de atención al cliente en un hotel.

Después de varios años de estudio e investigación he llegado a demostrar empíricamente lo que le he denominado "la Ley de la Barra". Dicha ley consiste en lo siguiente:

Una barra de un bar, por muy grande y extensa que sea, es ocupada total y absolutamente por tres personas, independientemente de su longitud. Me explico.

El ser humano español, tiende de manera innata, a colocarse enfrente de una barra de bar de tal manera que no deje hueco ni paso alguno a su derecha e izquierda. Con tal fortuna que sólo tres personas pueden ocupar totalmente la extensión de la barra sin opción a que un cuarto acceda cómodamente a la misma. El primero se sitúa a la izquierda de la misma (de la barra) pero dejando un hueco a su izquierda  (del que ocupa la barra) donde otra persona no cabe. Justo delante de él el camarero le sirve lo solicitado. A su derecha coloca el periódico abierto de par en par. La segunda persona se sitúa a su derecha (a la izquierda ya hemos visto que no puede) dejando más o menos medio metro de holgura con su compañero -no vaya a ser que se rocen-. Este coloca un taburete justo a su derecha  (que nunca usará) para que el tercero tenga que ocupar lo que resta de barra sin que le estorbe lo más mínimo. El tercero entra en juego y, en vez de ponerse en la esquina, también, como el primero, deja un espacio a su derecha donde un cuarto no entraría normalmente.

Conclusiones:
- Ninguno de ellos ha pensado en ningún momento en facilitar el acceso a un siguiente cliente que tiene su mismo derecho a estar cómodo.
- Ninguno de los tres que llenan la barra, quieren ser minimamente molestados por el resto.
- Y lo peor, ninguno lo ha hecho conscientemente. Por tanto se demuestra que los españoles llevamos la ley de la barra en nuestro código genético.
- Una cosa es defender el espacio vital de uno mismo y otra es dejar sin espacio a los demás y que no nos importe un pimiento.

En el resto de Europa, no se crean que van mucho más adelantados. Cada vez con más frecuencia se van utilizando en bares y restaurantes estas barras. Pero funciona casi a la inversa. Es el mismo local el que coloca taburetes fijos e inamovibles uno al lado del otro. Tan físicamente unidos que a un señor corpulento le cuesta dios y ayuda poder trepar y acoplarse al mismo. Cuando todos se encuentran sentados, incluso algunos traseros llegan a chocarse. Parece una lata de sardinas. Con ello, los dueños del local consiguen erradicar la "ley de la barra" de una manera impositiva, obligándote a estar sentado. Como cualquier español sabe, eso de estar sentado en una barra es antinatural; es de pie como se disfruta de ella, pero ningún extranjero sabe estar en una barra si no es sentado, aunque sea juntado cachete con cachete.

Por último, podemos realizar una interpretación extensiva de esta ley a los mostradores de recepción y "concierge" de un hotel. Si bien no se cumple como en los bares, en nuestro estudio hemos llegado a la conclusión que la ley se convierte en "Atractiva". Me explico. El mostrador de recepción atrae a cualquier cuerpo situado a su alrededor hasta una longitud proporcional al tamaño de la barra.
¿Se han fijado cuántas veces el mostrador de recepción está ocupado por personal del hotel? (me refiero a su parte exterior de consultas). No es difícil tener que cortar una conversación del recepcionista con el portero, una camarera o incluso algún botones porque hemos llegado a realizar el "check-out". Y es que, cual si se cayera, la barra atrae los cuerpos, sobre todo por la zona del codo que, de una manera rápida y eficaz, queda adherida a su superficie poniendo, a su vez, la lengua del adherido en funcionamiento y casi nunca su cerebro.

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