¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

lunes, 11 de abril de 2011

Los modales en la mesa




Mucho se ha escrito sobre este tema. No seré yo quien repita lo que otros ya han dicho. Intentaré innovar, en la medida de mis posibilidades intelectuales.

Encontrándome, no hace más de cuatro meses, en Munich, precisamente en el hotel ya comentado Vier Jahreszeiten Kempinski , degustando un almuerzo en su maravilloso lounge, presencié una atroz escena que me dio pie a escribir lo que vendrá a continuación. Una familia de cuatro miembros estaba situada en la mesa de enfrente. El cabeza de familia, y nunca mejor dicho, se la cubría en todo momento con una extensa gorra de fieltro. Su restante indumentaria eran calcetines blancos, sandalias (en invierno de Munich), pantalón de pana gruesa y una cazadora de borreguillo muy vieja. Bebía su consomé con la barbilla pegada al plato, y llamaba la atención del camarero a estridentes gritos. Su señora comía ostras con cuchillo y tenedor (eso es un arte y lo demás son tonterías). Llevaba tacones de aguja granates y un fular impreciso. No paraba de insistirle a sus hijos que ingirieran más comida. El mayor de ellos, empuñaba el tenedor como si fuera a asesinar a Rasputín. El otro, de unos diez años, aún no conocía el uso de los cubiertos y cualquier alimento se lo llevaba a la boca con las manos.

Esto, siendo un ejemplo flagrante de falta absoluta de modales en la mesa es, por desgracia, corriente en nuestra sociedad. No sólo en los bares de carretera sino en hoteles y restaurantes con clase. Es una de las consecuencias de la extensión tan numerosa de la raza "nuevo rico" de la que ya hemos hablado en varias ocasiones.

No voy a realizar una exégesis sobre la manera de vestir una mesa, tipos de presidencia, comportamientos, etc, a la hora de las comidas. Tan sólo quiero recordar algunos usos que, incluso a los que creemos que dominamos estas situaciones, en ocasiones nos pasan desapercibidos.

1.- En un almuerzo o cena informal, entre amigos, o en cualquiera donde los lugares a ocupar en la mesa no están prefijados de antemano, hemos de huir de la garrulada de "los hombres juntos por un lado y las mujeres por otro". Si bien es cierto que el protocolo estricto manda situarse alternativamente hombre y mujer y así sucesivamente, es aconsejable tener esta regla en la cabeza aunque no la sigamos al pie de la letra. Eso sí, no seamos tan estúpidos y cursis de estar todos de pie detrás de cada silla, media hora tonteando a ver quien va en cada lugar. Se hace con rapidez y ya está.

2.- Los hombres, bajo ningún concepto, se quitan la chaqueta antes de sentarse en la mesa, utilizando el respaldo de la silla como galán de noche. Eso sólo está permitido en las bodas de baja estopa. Ello no quiere decir que no podamos cenar con un polo tranquilamente en una noche calurosa de verano en una terraza con nuestros amigos. Ahí haría el primo el que usara chaqueta. Pero siempre es preferible que sobre a que falte.

3.- Las manos siempre a la vista, nunca encima de los muslos debajo del mantel. Es una ordinariez. Los codos nunca encima de la mesa. Por tanto, combinando ambas prescripciones, ya sabemos la manera de colocar los brazos encima de la mesa. Y, encima de ella no ponemos nada más. El i-phone, las gafas de sol, el tabaco, el mechero, las llaves del coche, la cartera y más elementos de supervivencia masculina, se quedan en los bolsillos aunque molesten.Quien lleve pareja femenina, puede pedirle el favor de que los guarde en su bolso. Ese favor casi nunca suele concederse, y si se hace es a regañadientes. Al menos se puede intentar.

4.- Durante el tiempo que dura nuestra comida, no introducimos nuestro codo en el bazo o en el costado del comensal de al lado. Deben estar lo suficientemente juntos para que el compañero no sufra., sin que parezca que estamos bailando el "baile de los pajaritos". Tampoco emprenderemos una feroz batalla por el microespacio próximo como sucede en aviones o cines. Poco a poco voy ganando terreno con el brazo para estar más cómodo en detrimento del que está a mi derecha o izquierda. Cada comensal respetará su espacio.

5.- Los cubiertos no son remos ni puñales. Siempre que hagamos un parón en nuestra comida los situaremos dentro del plato. Nunca el mango apoyará en la mesa y en el filo del plato como si fuéramos de travesía por un río. Ya me entienden. Tampoco los empuñaremos cual puñal. Siempre cogeremos los cubiertos por la parte superior del mango.

6.- Hay alimentos que debemos ingerir con las manos. Aceitunas, ostras, espárragos, jamón. Y cualquier alimento se lleva del plato a la boca; no la boca se lleva al plato, como mi amigo de Munich.

7.- Hay un utensilio que su uso debería estar penado por ley. El palillo o mondadientes. Jamás lo utilice, ni siquiera para llevarse a la boca alimentos.
8- Perdón por el tuteo. Cada vez que quieras beber durante la comida, deja tus cubiertos dentro del plato, traga lo que tienes en la boca, coge tu servilleta extendida encima de tus muslos, llévatela a la boca limpiándotela suavemente, vuelve a dejar la servilleta, coge tu copa, bebe un sorbo, deja la copa, coge la servilleta, vuelve a pasártela por la boca, deja la servilleta extendida encima de tus muslos, coge tus cubiertos y sigue comiendo. Esto, que en sí parece una estupidez farragosa, es uno de los procedimientos que, en mi opinión, más me dan a entender la clase y elegancia de una persona a la hora de comer. Además, el proceso completo no dura más de 8 o 10 segundos.

Como ven, muchas de las recomendaciones son "de cajón" y las sabemos. Pero a veces, se nos olvidan. Aseguro que cualquier persona que las tenga en cuenta, y guarde modales de cortesía básicos como indumentaria, tono de voz bajo y evitar conversaciones incómodas tiene el éxito asegurado, sin ser una cursi ni una estirada.
Existen muchísimos más temas sobre los modales en la mesa que no pretendo citar salvo que algún lector me pida más información, la cual daré gustosamente. Pero no se trata de una tesis doctoral sino de un simple post que pretende divertir y ayudar. Si lo hubiera tenido escrito, se lo habría pasado a la familia del lounge del Vier Jahreszeiten Kempinski para que les aproveche. Jamás digas esta frase en la mesa.

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