Este blog ha sido creado para la crítica al detalle de los mejores hoteles de Europa. Desde la clase, la elegancia, la caballerosidad y buena educación se intenta valorar lo bueno y lo mejorable de los principales establecimientos hoteleros del viejo continente. No interesa aquí lo que dicen las páginas web oficiales sino lo que no dicen, es decir, las experiencias del crítico en hostelería.
¿Qué pretende este blog?
Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog. Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos. La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar. Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.
Es conocido por mis lectores que soy un pesimista existencial respecto al número de seguidores de este blog. Aún así, por deferencia a ellos, ya que -aunque en privado- me lo han solicitado, voy a centrarme en próximos post en los hoteles de lujo españoles. Bajo el título "Alfredo, de gira por España" hablaré de los establecimientos con más clase de nuestro país. No seré tan exhaustivo como frecuento debido a que convertiría en kilométrico este capítulo. Si pierdo, por tanto, dos o tres de mis lectores frecuentes me veré abocado al más absoluto de los fracasos y mi psiquiatra me lo recriminará.
Quiero que se me excuse al no utilizar en esta saga, absolutamente todos los criterios de calidad y rigor sobre los hoteles que, creo, han quedado claros en mis anteriores entradas. Lo digo porque, quitando algunas ciudades españolas (pocas), los hoteles con clase en España no se prodigan efusivamente, que digamos. Por tanto, sin llegar al detalle de ir municipio por municipio, al menos quisiera citar uno de cada Comunidad Autónoma.
Como estoy delimitando el criterio geográfico al ámbito nacional español, espero suscitar interés en el lector y le animo a que rompa el vacío absoluto y gélido del que hacen gala casi todos los buzones de comentarios de cada uno de mis post.
Hace poco, navegando por el ciberespacio a la caza de alguna noticia relacionada con la hostelería, me topé con una acaecida en Australia cuyo contenido afirmaba:
"El artículo dice que los viajeros que esparcen comentarios o reseñas negativas sobre hoteles podrían exponerse a largas y costosas batallas legales. Asimismo, también menciona que algunas páginas de reseñas de hoteles tienen sus términos y condiciones donde subrayan que se los indemnice en caso de alguna difamación difundida sin fundamentos. La mayoría de estas condiciones se encuentran en la letra pequeña de estas páginas y yo nunca me había fijado en ellas sin detenerme a publicar una crítica positiva o negativa. Por lo visto, parece que el miedo a la mala imagen acecha y no estaría mal que revisáramos nuestra libertad de expresión antes de disparar."
Si bien es cierto que Australia queda algo lejos de España, me hizo reflexionar y quiero expresarles con sinceridad, mis queridos lectores, que intento callarme antes de afirmar algo que pueda llevar a la difamación sin fundamentos, empero, no me callaré, ni me harán callar, si mi intención es colaborar a mejorar lo que, de hecho, se hace mal. No se puede permitir que en un hotel de lujo, con el paso del tiempo, adquiera prácticas, o mejor dicho, vicios de hostal de estación de tren de provincias. En España, muy a mi pesar, tales vicios los he encontrado con más profusión que en el resto de Europa, salvando algunos casos.
Comenzaremos en la próxima entrada del blog con Galicia y Asturias.
He esperado cierto tiempo para escribir la crítica del Hotel Cipriani. Es muy recomendable al criticar algo negativamente, esperar para enfriar la mente y calmar los ánimos; en definitiva, para ganar en objetividad. Lo mismo sucede en el caso presente, pero al revés. Ha sido una estancia tan maravillosa que he tenido que vencer el deseo de escribirla nada más llegar. Todo sea por acercarse lo máximo posible a la verdad.
Web
Qué puedo decir de la web del Hotel Ciprianio de cualquiera de los hoteles que componen la cadena Orient Express, sin dudarlo, la cadena con un lujo más exclusivo y personal que conozco, y que me lo permita Four Seasons. Perfectamente distribuida toda la información, muy asequible a la hora de consultar precio y disponibilidad de habitación, fotos en muy alta calidad; en definitiva, muy acorde a los criterios particulares del hotel. Y muy celosa de no mostrar absolutamente todo lo que te espera al llegar.
Como suelo hacer en muchas ocasiones, reservé telefónicamente una estancia de tres noches en el hotel a través de la central de reservas The Leading Hotels of the World. Agradezco, como siempre, la atención que tuvieron para conmigo los agentes de habla española de dicha central.
Llegada a Venecia y Check-in
Mi acompañante y yo aterrizamos en el aeropuerto de Marco Polo por la mañana. La vista desde el avión aproximándose a la ciudad es preciosa, el cielo totalmente despejado. Al no ser un aeropuerto muy grande, en pocos minutos ya nos encontrábamos en la salida del mismo y un chofer nos esperaba con una Minivan justo en la puerta para trasladarnos al embarcadero. Es un trayecto de unos tres minutos. Sin prisa pero sin pausa -así es como hay que actuar en estos traslados- nos vimos ya subidos a un water taxi que en no más de quince minutos nos trasladó al Cipriani.
Llegada al embarcadero del hotel
Yo no puedo decir que el Hotel Cipriani sea el mejor hotel del mundo, eso es un tanto cursi y no he estado en todos los hoteles del planeta para poder sentenciar de esa manera. Pero sí que afirmo rotundamente que, conforme a mis criterios de calidad y servicio, no se equivocaría quien dictara tal afirmación.
El hotel, fundado en los años cincuenta por Giussepe Cipriani, también fundador del famoso Harry´s Bar, fue siempre sinónimo de lujo y distinción. Y ya en la década de los setenta, el Hotel Cipriani fue adquirido por Sr. James B. Sherwood, al mando de Sea Containers y posteriormente fundador de Orient Express.
Desde el barco, llegando al embarcadero del hotel, ya imaginas lo que te espera. Roberto Senigaglia es la primera persona del staff del hotel con quien uno se encuentra al llegar. El hotel Cipriani tiene una circunstancia personal que lo hace único. Sólo se puede acceder a él en barco, no es posible llegar a él en otro transporte. Por tanto, el puesto de Roberto es muy "sui generis" ya que no lo hay en otros hoteles. Pero que me perdonen el resto de sus compañeros, él es el "alma mater" del Cipriani.
Roberto Senigaglia. Lamento que la foto esté hecha a contraluz. Soy muy mal fotógrafo
Su lugar de trabajo es el embarcadero del hotel. Sus únicas herramientas, su teléfono -no para de sonar- y una agenda de papel situada en una especie de mostrador cuyas hojas no paran de moverse con el viento. Para que me puedan comprender, Roberto, lo podemos situar dentro del Concierge del hotel con las particularidades que hablaba anteriormente. Tiene, a mi juicio, el mejor don que pueda tener un trabajador de un hotel. Y no es otro que al mirarte una sola vez, Roberto, sabe todo lo necesario de ti para hacerte una estancia en el Cipriani absolutamente inolvidable. Eso vale su precio en oro -habida cuenta de la multiplicidad de peculiares clientes del hotel- y no hay salario que lo compense de verdad. Es afable, siempre tiene una sonrisa en la boca, no es charlatán pero te da muy buena conversación. Pero, sobre todo, se adelanta a todos tus deseos. ¿Se puede pedir algo más como primera impresión de un hotel?
Jardines de entrada al hotel con el embarcadero al fondo
Pues sí, aún hay mucho más. El Cipriani tiene una entrada repleta de plantas y flores olorosas; un verdadero jardín veneciano que te traslada a otra época. Conserva esa majestuosa y lujosa decadencia que sólo tres o cuatro hoteles en el mundo la tienen. El mostrador de recepción y del Conciege están situados uno frente al otro. Hicimos un check-in ultra rápido, nos estaban esperando y eso que tuvieron el detalle de hacernos un "early check-in" puesto que nuestro vuelo era muy mañanero.
Una relaciones públicas nos acompañó a la habitación. La primera impresión es fascinante. Un pasillo separa el dormitorio del baño y del armario vestidor. El dormitorio constaba de una cama tamaño King de la firma americana Sealy -exclusivamente fabricadas para Orient Express-, tan bien vestida por géneros de lujo de Rivolta Carmignani que daba gusto verla.
Detalle de la habitación
Dos lámparas de tela de estilo veneciano, magníficas e imperiales pero muy acogedoras, iluminaban todo el cuarto. A un lado una mesita baja con un pequeño sofá, formaban una estancia; al otro lado -de la cama- un escritorio de madera noble con toda la información necesaria del hotel. Y entre estos, una pequeña mesa de mármol, donde de inmediato, nos sirvieron como amenidad de bienvenida una botella de champán y unas fresas deliciosas.
Detalle de la habitación
Pasillo de la habitación. Baño a la derecha
Otra estancia de la habitación
La televisión, como debe suceder en los buenos hoteles, pasaba desapercibida en un mueble de pared que podía moverse a ambos lados. Las lámparas de mesa, junto al plafón del pasillo, eran de cristal de Murano. El minibar muy bien camuflado y de correcto funcionamiento con flores frescas encima del mueble. El aire acondicionado, proporcionaba el frío necesario, si así lo deseaba; y era muy silencioso. El suelo, precioso, de madera maciza. Nada de esas tonterías de tarimas flotantes. La habitación sólo tenía un fallo que debe ser prontamente corregido por la dirección del hotel. Sólo tenía una toma accesible de enchufe de corriente disponible. Su número, si mal no recuerdo, era la 129. Mis lectores saben que no me gusta dar el número de la habitación donde he estado pero esta vez sirva como ayuda para solucionar este pequeño tema.
La terraza era un remanso de paz y serenidad. Enorme, cubría toda la dimensión más larga de la habitación, con vistas a los maravillosos y perfectamente cuidados jardines del hotel. Otra mesita con dos sillas fueron situadas en dicha terraza donde pude disfrutar de unos relajantes pitillos. No me gusta fumar dentro de la habitación del hotel, me parece de mal gusto aunque la habitación sea para fumadores. En mi caso no lo era pero amablemente el servicio de habitaciones dispuso un cenicero encima de la mesita de la terraza.
Larga terraza
Vista de los preciosos jardines desde el balcón de la habitación
Otra vista de los jardines con el huerto de plantas aromáticas
Y aún nos queda hablar del baño. Con un mármol blanco majestuoso, el lavabo situado a la derecha de la entrada, la bañera enfrente y el inodoro y bidé a la izquierda -en una estancia aparte- y la ducha en otra, sólo las fotos que adjunto hacen algo de justicia al mismo. El perímetro del espejo estaba recubierto con una cenefa de cristal de Murano que le daba un toque perfecto. No me cabe otra que catalogarlo de excelente.
Bañera
Lavabo
La cestita de cerámica de las toiletries, Penhaligon´s de la línea Blenheim Bouquet, como no podía ser de otra manera, era perfecta; además era repuesta cada turndown en su totalidad. También combinaba con jabón de manos Bulgari y elixir bucal y crema de manos Molton Brown. Las sales de baño estaban situadas en un recipiente de porcelana cerca de la bañera. También cerca estaba enrollada la esterilla para no resbalarse dentro de la bañera. Yo la odio pero no conozco a ningún inglés que no le guste. Las toallas eran esponjosas y cálidas, los albornoces cada uno de una talla diferente, como debe ser, al igual que las zapatillas. Los albornoces y toallas también estaban firmados por Rivolta Carmignani.
Detalle de las toiletries
Y justo a la salida del baño se encontraba el armario vestidor. Una auténtica obra de ingeniería tradicional puesto que no era excesivamente grande pero tenía una distribución tan perfecta que no hacía falta más. Como nota a mejorar, las puertas de corredera tenían un tope de vuelta y se cerraban solas, siendo un tanto incómodo a la hora de abrir y cerrar cajones, pues todo tendía a tropezarse.
La caja fuerte, situada en el armario a la altura adecuada, fácil manejo. Perchas de diferente tipo y muchas, paraguas, bolsa con el emblema del hotel, almohada dura de cortesía, en fin, todo lo necesario para cuidar hasta el más mínimo detalle.
Detalle de algunas amenities del armario
Venecia es una ciudad preciosa pero, paradójicamente, es insoportable al mismo tiempo. Viajé a finales de abril del presente año y, aunque gozamos de un tiempo estupendo, de once de la mañana a ocho de la tarde, mejor quedarse en el hotel. Aparte de que en Venecia, el calor aprieta, no puedes andar del gentío que alberga. La cola para entrar en la catedral daba la vuelta a la plaza de San Marcos. Empujones, camisetas sudorosas de tirantes, cámaras de fotos compulsivas, bocadillos de salchichón barato y gorras de visera de propaganda pueblan la masificada Venecia. Una vez caída la noche, da gusto ver como casi todos desaparecen -sinceramente no sé donde se meten- y puedes pasear tranquilamente perdiéndote entre sus estrechas calles y puentes. Es en ese momento cuando te das cuenta de lo maravillosa que es esta ciudad. No puedes pasar sin tomarte un helado con una copa de champán en Cafe Florian o en Quadrioyendo su música en directo, notando la rivalidad entre ambas orquestas. Sinceramente, yo soy de los de Florian.
Eso es lo perfecto del Cipriani. Me refiero a que a un paseo de cinco minutos en barco, llegas al remanso de paz más perfecto que puedas desear teniendo al otro lado la masificación más poblada de la tierra. Un barco gratuito -lo de gratuito en el Cipriani es un decir- conecta la Plaza de San Marcos con el hotel las 24 horas del día ,a disposición de sus clientes. El corto paseo cruzando la bahía es delicioso. Pero que hablen mejor las imágenes.
Lancha que conecta el hotel con la Plaza de San Marcos
Detalle del interior de la lancha
La lancha shuttle arrivando a San Marcos. Foto tomada desde el Palazzo Vendramín
Embarcadero privado del hotel justo al lado de la Plaza de San Marcos. La entrada al paraíso después del infierno
Otro embarcadero del hotel, frente a la piscina. Se utiliza por las noches para no perturbar el sueño de los huéspedes
La piscina del hotel
El hotel Cipriani está situado en la isla de la Giudecca de Venecia. Si por algo se caracteriza la ciudad es por aprovechar los espacios hasta el extremo. Todo lo contrario pasa en el Cipriani. Es asombroso pero la piscina tiene dimensiones olímpicas, con temperatura regulada a 29 grados Celsius toda la temporada. No hay que olvidar que el hotel sólo está abierto de abril a octubre. Alrededor de la misma, se sitúan las tumbonas cómodas y confortables. El encargado que atiende la piscina, muy correcto, prepara perfectamente cada tumbona extendiendo la toalla en la misma, cuidando hasta el detalle de que, en la cabecera se sitúe el emblema del hotel. El último día de mi estancia nos atendió otro mozo, un tanto mayor de edad que el anterior y he de decir que no cuidó tanto los detalles como el primero. Por ejemplo, no extendió la toalla en la tumbona y no nos dió otra toalla para poder secarnos. Siempre hay que recibir a cada huésped de un hotel en la piscina con dos toallas, una para la tumbona y otra para secarse. Para más información pinchar aquí.
La maravillosa piscina de agua caliente
Como detalle a mejorar en la gestión de la piscina, casi una hora y media antes del cierre diario de la misma, (07:00 p.m.) comienzan a retirar los cojines de las tumbonas. Esta circunstancia incomoda a los que en ese momento están disfrutando del sol y del baño porque aparenta que te invitan a retirarte. Es bueno apurar un tanto más para preparar el perímetro de la piscina para la noche.
Por lo demás -estos son detalles muy pequeños-, mi acompañante y yo disfrutamos de unas tardes de sol inolvidables en la maravillosa piscina del hotel Cipriani, sin duda uno de los grandes lugares del mundo para descansar y disfrutar.
Los restaurantes y bares del Hotel Cipriani
Quiero que se me entienda bien lo que voy a contar a continuación. En Venecia, a mi juicio, no se come nada bien. Es más, es la ciudad italiana en donde peor he comido. En un futuro post nombraré algunos restaurantes de la ciudad.
El hotel cuenta con dos restaurantes; el Fortuny -digamos el principal con su dinning room- y el Cip´s Club, situado al otro extremo, como flotante en un embarcadero, con vistas a la bahía y a San Marcos; este último un tanto menos formal. Sin entrar a valorar el tipo de comida (no soy crítico gastronómico), no me acabaron de convencer. El servicio es excelente, las materias primas se notaban de primera calidad pero el tipo de comida no es mi preferida. Es decir, hablamos -para que me entiendan- de ese tipo de cocina con raíces antiguas francesas, salsas y mucho toque inglés. Pero, todo hay que decirlo, es el tipo de comida que la mayoría de los clientes del Cipriani demandan, y así debe ser. Les aseguro que no hay muchos españoles que frecuenten el hotel -no sé si por pena o fortuna de la direccion del mismo-. Por tanto, probado el Fortuny, nos decantamos por salir a cenar a la ciudad, aunque, salvo alguna excepción, tampoco encontramos grandes templos de la cocina. Los postres eran deliciosos.
Pero cuando uno cena en el Fortuny o en el Cip´s Club, no sólo lo hace por su gastronomía, que reitero, no puedo decir nada malo de ella. Lo hace por toda la envoltura que ello conlleva; servicio, vistas, exclusividad, buen hacer, romanticismo, compañía; en fin lo que, a mi juicio, verdaderamente importa en una velada.
Vista de la laguna desde el Fortuny
Interior del elegante Fortuny
Cip´s Club con su embarcadero privado
El salón del Fortuny se utiliza las mañanas con lluvia o viento para albergar el desayuno. De mis tres días de estancia, dos pudimos disfrutar de un desayuno en la terraza casi tocando el agua con la mano y, el último día, en el comedor del Fortuny, también con unas vistas impresionantes.
El desayuno es tipo bufé y a la carta. Si bien es cierto que la oferta de alimentos es bastante grande, no es de los más extensos que he visto. Pero no hace falta más, lo otro es una grosería. Es suficiente con un muy buen jamón, unos quesos de primerísimo nivel, un embutido riquísimo, fruta, cereales, buen zumo de naranja y de pomelo y un pan excelente. El servicio de desayuno es muy bueno; como nota a mejorar aún más dicho servicio, propongo que el jefe de camareros pueda impartir la directriz de que el equipo mire más a menudo a los ojos de los comensales para notar que le están reclamando para algún servicio. Un camarero nunca mira al suelo.
Terraza donde se sirve el desayuno
El Bar Gabbiano, en la explanada de la piscina, es fabuloso para poder disfrutar de un buen café a media tarde o de una copa después de cenar. El barman supo escucharme perfectamente cuando le solicité mi particular gin-tonic. Muy cómodos los sillones y sofás de la terraza. Muy buen detalle el de instalar unas pequeñas estufas eléctricas que proporcionan el suficiente calor por la noche sin llegar a achicharrarte.
Bar Gabbiano. Actualmente ha sido remodelado
Al otro extremo de la piscina está situado el Pool Bar con unas mesas y sillas de forja, muy adecuado para tomar algo mientras se está en la piscina del hotel, sin los inconvenientes de la indumentaria de baño.
El Bar Fortuny, adyacente al restaurante con el mismo nombre, abierto antes de la cena, mientras descansa el Gabbiano, es muy aconsejable para disfrutar de un Bloody Mary antes de la misma. También puedes pedirte un famoso Bellini -que a mi no me gustó. Soy muy rarito para los combinados-.
El turndown del Cipriani
Siempre doy mucha importancia a este servicio de un hotel. Es más, como he dicho en otras ocasiones, estudiando cómo un hotel realiza el turndown podemos llegar a catalogarlo verdaderamente de lujo o de pufo, en lo que a servicio se refiere. Sin dudarlo, el Hotel Cipriani no tiene ni un ápice de pufo y es un referente en este aspecto. En primer lugar, porque no incomoda en absoluto su horario. Para ello, optan por un interruptor eléctrico para saber si el huésped está dentro o fuera de la habitación. Con ello, nos evitamos las incómodas tarjetas de "non disturb"-que lógicamente también pueden ser usadas si se desea- y el servicio de habitaciones sabe en todo momento cuando la habitación está libre -aparte del arte que el servicio de camareras debe tener para esta cobertura-.
La cama es descubierta con gracia, el cubrecama es plegado ordenadamente, las almohadas se disponen en la cabecera meticulosamente, unas alfombras de salto de cama de hilo son depositadas a ambos lados de la misma y las zapatillas encima de dicha alformbra. El cabecero de la cama, al no ser de género de tela sino de madera, no es cubierto por ningún paño.
Los cojines de las sillas de la terraza son recogidos y guardados, el menú para pedir el desayuno a la habitación es situado en un lugar accesible, una hoja informativa de la dirección del hotel sobre actividades y eventos del día siguiente es entregada también.
Las cortinas opacas son cerradas para proporcionar la máxima oscuridad, así como las cortinas principales.
Las toallas usadas del baño son repuestas en su totalidad así como las toiletries, que ya de por sí son muy abundantes.
¿Qué más se puede pedir a este servicio? Sólo una cosa más; muy pequeña, la verdad. Deberían depositar diariamente y no sólo el primer día de estancia, una botella de agua en cada mesita de noche y sería bueno asegurarse si el cliente desea "still" o "sparkling". Por ejemplo, los miembros de "The Leaders Club" lo pueden especificar en su perfil privado de la web.
El resto de las instalaciones y servicios del Hotel Cipriani
Necesitaría dos horas para relatar todas las instalaciones del hotel. No lo haré. Pero no puedo terminar sin comentar que el hotel, digamos, tiene dos hoteles dentro del mismo. De hecho, el nombre completo del mismo es Hotel Cipriani & Palazzo Vendramín. Las habitaciones del Vendramín -y también del Palazzeto- tienen vistas a la laguna y a la Plaza de San Marcos. El Palazzo está situado al otro lado de los jardines del hotel a una muy corta y agradable distancia a pie. Su temporada de apertura es parecida a la del Cipriani (abre veinte o treinta días después que este) y comparte absolutamente todos los servicios e instalaciones del hotel. Por así decirlo, es un tipo de alojamiento más exclusivo y privado pero, como es natural, los precios son más elevados.
El hotel recibe muy cordialmente a los niños, eso es muy de agradecer para los periodos vacacionales. Cuenta con un "Smile Club" para los peques, abierto de junio a septiembre con supervisión de profesionales. También tienen una pequeña piscina vigilada y una sala grande para que puedan pintar y hacer sus trastadas.
Una cosa que me encanta es que tienen kits de bienvenida especiales para ellos con albornoces y zapatillas de su talla; me parece un detalle muy gracioso y de buen gusto.
Desde la recepción del hotel hasta la piscina, puedes perderte por un sin fin de soportales con boutiques de auténtico lujo donde puedes adquirir múltiples artículos tanto de vestir como para casa. Loro Piana, es mi preferida. También tienen una boutique on line, un tanto escasa para lo que puedes encontrar allí.
El Concierge del hotel es muy eficaz y amable. Como no podía ser de otra manera, pertenecen a la asociación "Le Clefs d´or" que se distingue por sus altos estándares en calidad y servicio. Se desviven por cualquier petición, ya sea alquiler de water taxi, desplazamientos de cualquier tipo, reservas en restaurantes, transfers al aeropuerto o cualquier capricho que una persona pueda desear. Muy grandes profesionales.
El hotel también dispone de pista de tenis y sala de fitness. Pero mención especial hay que hacer a su reciente "Casanova Wellness", un romántico espacio donde se puede disfrutar de relajantes masajes para parejas, baño de vapor, sauna y un salón de belleza. No dispone de piscina de hidroterapia.
No quiero cansarles con la descripción de todo lo que se pueden encontrar en este perfecto hotel. Pero si tuviera que resumir todo lo dicho hasta ahora o elegir la cualidad que más me haya gustado; sin dudarlo me quedo con la gran clase y estilo que desprende el hotel por sus cuatro costados. Te puedes encontrar -como me pasó- con clientes absolutamente excéntricos, con indumentarias que rayan lo cursi o lo extravagante. Pero el que frecuenta el Cipriani es un cliente educado que sabe comportarse con gran corrección y que va buscando, aparte de todos los servicios que hemos visto, eso, precisamente tranquilidad, intimidad, buena educación, buenas maneras, trato servicial -que no servil- y agradable.
Preciosa vista aérea de Venecia. Ya saben distinguir el hotel
Mis felicitaciones a todo el equipo que forma el hotel, desde la última camarera de habitaciones hasta Giampaolo Ottazzi, general manager del Cipriani. Mención especial hago a mi querido Roberto Senigaglia que tiene la culpa de que, en breve, vuelva a visitar -esta vez con mi familia al completo- el mejor hotel en el que me he hospedado nunca -y los que leen mi blog saben que pongo el listón muy alto-, el Hotel Cipriani & Palazzo Vendramin.
Ya he comentado en otras ocasiones que el español, por naturaleza, tiene la desgracia de ser no muy bien mirado en el resto de Europa. Si esta premisa la elevamos al terreno de la hostelería de lujo, crece en su justa proporción. Al español lo miran con recelo, como si no supieran por donde va a tirar. Ello requiere, como buen español, una serie de argucias y tácticas para conseguir no solamente que no pase, sino que suceda lo contrario, es decir, paso a relatar una serie de tácticas cuyo objetivo es lograr que nos traten en estos hoteles con absoluta exquisitez.
Va por delante que esto no debería suceder siguiendo un uso correcto de las buenas maneras y la buena educación. Pero tenemos los pies en la tierra y, por desgracia, de hecho, sucede. El trato y servicio a los españoles en hoteles de lujo europeos -a nivel general- debe mejorar. Por tanto, a diferencia de otras entradas de mi blog donde hablo de buenos usos y costumbres relacionados con la hostelería, lo que viene a continuación no podemos englobarlo dentro de ellas sino en las artimañas pícaras pero legítimas del que desea recibir el mismo trato que los demás.
1. El idioma inglés. Es lo principal. Si el primer contacto del huésped en recepción de un hotel de cualquier país de Europa -que no sea España, obviamente- no se realiza en este idioma (o en el oriundo del hotel), tenemos un problema. Agravante. No muchos españoles hablan inglés. Vamos a intentar si no solucionarlo, mitigarlo.
Si usted viaja solo (qué triste -si no es por trabajo-), sólo le cabe una solución. Aprenda inglés fluido.
Si tiene suerte de viajar acompañado, por ejemplo, por su mujer, que ella aprenda inglés. Esta segunda opción (bromas y machismos aparte), suele ser la más aconsejada en el caso de que no sepamos inglés. Si habla el idoma deje que su acompañante realice el trámite de recepción y usted siga atento la conversación como si entendiera absolutamente todo lo que se habla. Asienta de vez en cuando con la cabeza para reforzar su mensaje. Si le hacen directamente una pregunta a usted, dígale previamente a su acompañante que le interrumpa para que pueda contestar él o ella. Usted quedará como un calzonazos y seguramente, el personal del hotel se dará cuenta de su analfabetismo pero qué le vamos a hacer. Por último, aprenda frases hechas como "tengo una reserva" o "¿Podrían subir a recoger las maletas para la salida?" o "¿Podrían reservarme una mesa en este restaurante?". Eso sí, dígalas siempre en presencia de su acompañante. Una "contrapregunta" en este caso puede ser fatídica.
2. Las Tres Tarjetas. Es una táctica muy efectiva para realizar con eficacia el "check-in". Superado el inconveniente del idioma, lo primero que una persona debe hacer al acercarse a recepción de cualquier hotel para hacer la entrada es tener a mano tres tarjetas. A saber. El documento nacional de identidad, la tarjeta de crédito para la garantía y la tarjeta de membresía de la cadena o central de reservas del hotel. Y hay que darlas antes de que nos las pidan. Si vamos acompañados, también entregaremos una más, el documento nacional de identidad de nuestro acompañante. Háganme caso, el momento del "check-in" es el más importante. Si nos ven sueltos tendremos más posibilidades de un "upgrade".
3. La Propina. No soy partidario de estar impartiendo propinas durante todo el tiempo que dure mi estancia en el hotel. Lo aconsejable es dar una al principio al botones o mayordomo y otra al final. Si estamos muy agradecidos por la gestión que nos han ofrecido los miembros del "concierge", antes de nuestra partida, podemos gratificarles con una. Aunque está en completo desuso, si su habitación se la encuentra absolutamente resplandeciente, no está mal dar propina a la camarera de la habitación. Por favor, no sea nuevo rico y no vaya dando propinas a diestro y siniestro como si le sobrara el dinero.
4. El "Concierge". Aparte de entregarle, si lo ve conveniente, la propina al final, no lo utilice como si fuera su mayordomo personal. Al principio, entréguele un papel con los restaurantes y días y horas de reserva que desea. Es un detalle de mucha clase.
5. La Indumentaria. Sea respetuoso con los usos y formalidades respecto a la indumentaria que aconseja el hotel. Si hay que cenar con corbata, póngasela aunque haga calor. Si no quiere, ¿Por qué ha elegido ese hotel?
6. La Naturalidad. No circule por las zonas comunes del hotel con cara de asustado. Me explico. Nunca piense que usted no tiene suficiente "clase" como para estar en dicho hotel, no tenga temor reverencial al resto de los huéspedes o al "staff" del hotel pensando que usted no pertenece a ese nicho de personas. Usted no es menos ni más que nadie. Compórtese con educación, sonriendo y que le resbale lo que piensen los demás. Aunque crea que digo tontería, eso se nota a la legua y puede usted pasar por palurdo sin serlo.
7. Use los diferentes espacios del hotel. Vamos a ver, si usted se aloja en el Four Seasons Firenze, por ejemplo, y no desayuna en el hotel, no consume nada del bar, no come en ningún restaurante del hotel, no se da ningún tratamiento en el Spa... ¿Para qué va a un hotel como ese? Sin llegar a ser un fusilador de visas, disfrute de su tiempo en las diferentes estancias del hotel.
8.- En cualquier hotel de Europa trabaja, al menos, un español. Esto está empíricamente demostrado. Por tanto, con soltura y cortesía, intente enterarse y logre hablar con él. Ello, lógicamente, en el caso de que usted no domine el idioma inglés. Conseguirá seguramente un mejor trato por todo el personal del hotel.
Espero que estos consejos o argucias les sirvan, aunque no sea español, para que su estancia en un hotel de lujo le sea más agradable y reciba un mejor trato por el personal del hotel. Le agradecería que si las pone en práctica y consigue lo que quiere, me lo haga saber en un comentario para comprobar que no son sólo tonterías lo que escribe este humilde servidor.
Mis felicitaciones a L´Albergo della Regina Isabella por haber procedido esta temporada a realizar un lavado de cara a una web un tanto anticuada y descuidada. Como un hotel de lujo que es, L´Albergo, posee ahora una web cuidada al detalle, con una galería fotográfica de las mejores que conozco, un fácil desplazamiento por su menú, posibilidad de reservar subcontratada a "sinxis.com" y han eliminado la pegadiza pero un tanto zafia, musiquilla del pantallazo de inicio.
Pertenciente a la central de reservas internacional "Preferred Hotels of the World", también se puede proceder a reservar una habitación desde la página de la Central. Quizá, un punto flaco, lo tenemos en la poca cantidad de texto que posee, aunque las fotos hablan por sí solas.
Llegada a la isla y "check-in"
No es la primera vez -y Dios mediante, no será la última- que critico un hotel de la Costa de Nápoles (ya lo hice con Capri Palace Hotel and Spa). Soy un enamorado de ella y de sus dos islas principales, Capri y la que nos ocupa, Ischia.
Esta vez, mi acompañante y yo, junto a una pareja de amigos, pasamos cuatro días en L´Albergo. El viaje, aunque parezca lo contrario fue fulminante. Avión desde Barcelona, llegada a Capodichino (aeropuerto de Nápoles) en dos horas. Enseguida tomamos un taxi que nos desplazó a Molo Beberello donde cogimos, casi de inmediato, un batiscafo que, en una grata travesía nos dejó en el puerto de Ischia. Desde allí un taxi, por llamarlo de alguna manera, nos acercó hasta nuestro hotel en el centro del municipio de Lacco Ameno, al noroeste de la isla.
Imagen del puerto de Ischia
Sí, es un taxi de Ischia; no una atracción de feria. Parecido al de Jack Lemmon en "Avanti!"
Entrada principal al hotel. El puente lo comunica con el Spa
La entrada al hotel es preciosa, poblada de una vegetación frondosa, se encuentra en un extremo de la coqueta plaza de Santa Restituta. El suelo, todo de baldosa de cerámica de Vietri, confiere el frescor y la clase de muchos establecimientos de la zona. La recepción -con mostrador en forma de ele junto al "Concierge"- nos espera. Muy amable y rápidamente nos dan la bienvenida y las llaves (como las de antes). Mientras un botones se encarga de subir el equipaje, nuestra entrada en la misma se produce con un "relaciones públicas" muy cortés que nos explica el funcionamiento y los usos y costumbres principales del hotel así como el horario de sus principales servicios.
La habitación -estandar queen-, era bastante amplia, con vistas al jardín y un pequeño balcón con mesita y dos sillas. La tonalidad de las paredes era un azul pastel muy amable a la vista. El suelo, espectacular, todo de Vietri. Los muebles como la mesa del escritorio, cabezal y pie de la cama, de madera maciza. Una especie de buró nos hacía de mesita de apoyo muy efectiva.
El baño, suficientemente amplio y muy bien iluminado, bañera de fácil acceso, lavabo de mármol y toiletries de fabricación exclusiva para el hotel.
Restaurante Regina Isabella
Lacco Ameno es una localidad de Ischia con muchos restaurantes con terrazas de verano. Ciertamente, apetece salir del hotel a degustar pescado fresco, pasta o pizza; sobre todo cuando predomina el buen tiempo. No obstante, alguna noche cenamos en el restaurante Regina Isabella. No ha sido el mejor restaurante en el que he cenado. Con un "dress code" no muy severo pero regulado, te ofrecen un primer planto tipo bufé y un segundo y postre a elegir. No probé el restaurante Indaco, de muy reciente apertura, debido a que estaba temporalmente cerrado durante mi estancia.
Restaurante Regina Isabella con envidiables vistas
Spa Regina Isabella
Las aguas termales de Ischia son muy conocidas por su capacidad curativa y regeneradora desde tiempos ancestrales. Griegos y romanos ya utilizaban las aguas que brotan de las laderas del monte Epomeo a más de 80 grados centígrados. En las termas del Spa Regina Isabella se conserva ese origen curativo; asesorado en todo momento por un equipo bien nutrido de profesionales en la materia, médicos incluidos.
Posee innumerables salas de tratamientos muy bien decoradas y especialmente cuidadas. La piscina de talasoterapia no es muy grande pero suficiente para relajarse. Cuenta también con una piscina especial de "musicoterapia" -nunca lo había oído- y aromaterapia y cromoterapia (y porque no hay más "apias"). Sauna y baño turco, junto a una sala de fitness, completan la oferta del Spa.
Mis lectores más asiduos conocen la cierta aversión que tengo a los tratamientos de belleza y al sobeteo de los masajes corporales. Sólo probé un rato la piscina y me relajé en una tumbona. La sala estaba bien nutrida de toallas en todo momento.
Entrada a las Termas
Piscina del Spa
Piscinas y Mar
Aparte de las ya mencionadas, el Albergo della Regina Isabella, cuenta con una gran piscina exterior de agua de mar y acceso directo a lo que muchos denominan "playa privada" que no es otra cosa que acceso al mar desde un muro con escalera. Comprendo a las personas a las que les encanta darse un chapuzón de ese tipo pero a mí me resulta francamente incómodo volver a subir -otra vez- por la empinada escalera de acceso a tierra firme. En verano, a lo largo del pequeño dique que rodea el hotel, ponen hamacas para tomar el sol. No olvidemos que L´Albergo es un resort en el centro de un municipio, todo un lujo para los que somos animales de ciudad.
Vista del hotel y del puerto
Maravillosa y delicada vista desde una habitación
Detalle
Mención especial quiero hacer a "Bar Regina Isabella". Con un ambiente encomiable, un pianista virtuoso, un servicio de diez y unos cócteles muy bien combinados; guardo un muy grato recuerdo de las noches de Ischia, entre amigos.
L´Albergo continúa siendo uno de esos pocos lugares en Europa (y digo Europa porque en el resto no queda absolutamente ninguno), donde se guarda un "dress code" elegante sin ostentosidades de fanfarrón barato ni amaneramientos barrocos de heterosexual cursi. Las personas llevan puesto en cada momento lo que deben, con porte y elegancia. Es uno de los motivos por los que elijo hoteles como este.
Check-out
Muy buen servicio de recepción tiene este hotel. Un trato amable, afable pero sin compadreos de colega. La factura ya la tenían preparada -la de las dos habitaciones- y un taxi, esta vez como los de siempre nos trasladó a la localidad muy cercana de Casamicciola para alcanzar el ferry que nos trasladó al puerto de Pozzuoli donde, otro taxi nos esperaba para acercarnos a Capodichino. Todo nos lo organizó el "concierge" del hotel y todo fue según lo previsto.
Se merecía un cambio y mi enhorabuena al nuevo diseño web de "Capri Palace", estrenado esta temporada. Dinámico, agradable, repleto de información, fotografías muy conceptuales -hablan por sí solas-, muy artístico en definitiva. En suma, define fielmente el concepto que este maravilloso hotel de Capri quiere dar a conocer. Las reservas las tienen contratadas con "yourreservation", otras veces ya he hablado de ellas. Con solo cinco minutos navegando por su web te transporta a la isla más encantadora del Mediterráneo rodeado de clase y "saber hacer" del "Capri Palace".
Reserva
Como ya conocerán mis lectores asiduos, soy un enamorado de la Costa Amalfitana. Y, particularizando más, Capri es mi lugar preferido. Cuando visito cualquier zona de la costa de Nápoles, siempre le hago una visita a esta pequeña isla llena de encanto y "glamour".
En esta ocasión me propuse conocer el hotel que nos ocupa. Como, casi siempre, utilicé la central de reservas del hotel, "The Leading Hotels of the World", para formalizarla. "Capri Palace" pertenece a su vertiente "Small". El trato es esquisito, puedo hablar en castellano y yo mismo puedo gestionar la reserva al pertenecer a "The Leaders Club".
Reservé una habitación "Deluxe con piscina privada". Me acogí a la tarifa "Great Affordables" que incluía "buffet breakfast" y una botella de vino a la llegada.
Check-in.
Un señor uniformado a lo capitán de barco venido a menos, con su gorra de plato y su cigarro en la boca esperaba en el puerto de Marina Grande a que desembarcáramos del batiscafo que nos acercaba a la isla. Sostenía un letrero con el logo del hotel y gritaba su nombre para que los clientes nos acercásemos a su lado. Sólo éramos dos los viajeros de ese barco con destino al hotel. Nuestro capitán nos acompañó al Minivan Mercedes donde el "chauffeur" con el aire acondicionado conectado nos amenizó con unas toallitas frías de Bulgari y unos refrescos. El coche se puso en marcha. Anacapri queda situada en lo alto de la isla y el trayecto es muy escarpado por las carreteras -por llamarlas de alguna manera- que llevan a ella. Al tomar las curvas de 180 grados debes dejar paso antes pues dos coches no caben. Primero dejas Capri y después del zigzagueante camino, llegas a Anacapri y al "Capri Palace". No más de diez minutos.
El túnel de entrada al hotel es espectacular. A la derecha vas viendo un largo muro de mármol tallado y sus ventanas permiten contemplar la parte sumergida de la piscina del Spa. Ves las piernas de los bañistas agitándose para mantenerse a flote y el color azul lo envuelve todo.
Ya en el hall, un gran jarrón de cristal con más de 30 largas cañas de bambú es lo primero que te encuentras. La recepción, al fondo junto al "concierge".
Fue una entrada rápida, cordial y muy atenta. Una persona del "staff" nos acompañó a la habitación para explicarnos sus pormenores, incluido el uso de la piscina. El botones ya había depositado el equipaje. La habitación, muy blanca, espaciosa con cama con dosel, estaba separada como en dos estancias por un taquillón no muy alto. Una pequeña sala de estar daba a un cristal de puerta corredera donde estaba el jardín y la piscina (no de agua caliente). Al ser mayo, aún daba un poco de "repelús" entrar pero me atreví. Ahora ya las han climatizado. Buena idea.
El baño muy amplio con generosas "toiletries" Bulgary, ducha con mucha presión, mampara de cristal y un lavabo grande en mármol travertino. Una bandeja con cremas solares y "aftersun" de cortesía, no me acuerdo de qué firma, se encontraba encima del taquillón. Equipo de música y televisión de plasma.
Podría extenderme varios folios hablando de este hotel pero voy a intentar hacer un ejercicio de concreción y síntesis.
The Beauty Farm
El Spa del Capri Palace no es sólo eso. Es una auténtica clínica médica que cuenta entre su equipo con un cardiólogo y una graduada en Nutrición Humana y Dietética. Todos dirigidos por el Dr. Francesco Canonago. Son múltiples los tratamientos enfocados a prevenir enfermedades cardiovasculares, varios los chequeos médicos que realizan y -ante todo- un servicio de hotel de lujo que no tiene nada que ver con el trato frío de un hospital.
Dicho esto, "The Beauty Farm" es un gran remanso de paz. Su piscina de talasoterapia es la más hermosa que he visto nunca. De hecho, no tengo dudas al afirmar que, después del Spa del Gran Hotel Bahía del Duque Resort de Tenerife, es el mejor Spa en el que he estado.
Mis lectores conocen la aversión que tengo a introducir fotos en mis textos. Esta vez, con permiso del hotel no puedo dejar de mostrar esta. Pueden ver más en su web.
Nótese los ventanales de la derecha que dan al túnel de entrada al hotel.
Y esta es la foto que refleja la entrada al hotel. Las ventanas son las mismas que vemos en la foto anterior en el interior de la piscina. Asombroso.
Por último un detalle.
L´Olivo Restaurtant
Dirigido por el alemán Oliver Glowig es, sin duda, el más reconocido de Capri. De absoluta y deslumbrante cocina mediterránea, Oliver, aparte de conseguir la ansiada segunda estrella michelín, se ha apartado de la manida cocina italiana internacional hasta llevar a "L´Olivo" a ser considerado como lugar de referencia, independiente pero consustancial al hotel. Casi le hace sombra a "Rosellinis" del "Palazzo Sasso", también con dos estrellas y a "Don Alfonso" de Sant´Agata Sui Due Golfi (cerca de Sorrento) que esta temporada adelgaza quedándose con dos michelines perdiendo el tercero. Sin duda, son los tres templos gastronómicos de la Costa Amalfitana.
La cristalería es de Murano firmada por "Carlo Moretti" y la iluminación del local es excepcional. Han cuidado hasta los más mínimos detalles.
The Artist´s Bar
Situado en un ala del hotel, es el lugar indicado para tomarte un aperitivo antes de almorzar o un cóctel después de cenar. Presidida su entrada por una enorme obra del controvertido Allan Jones, es mi lugar favorito del hotel. Hablando de obras de arte, el hotel en sí es una auténtica galería con obras de autores tan reconocidos como el propio Jones, Pomodoro, Chiosi, De Chirico, etc. Si les apetece, pídanse un mojito -con ron blanco, claro-.
Entrada a The Artist´s Bar presidida por un Allen Jones.
Beach Club "Il Ricio"
Es la última adquisición del "Capri Palace". Con ella, desbanca -a mi parecer- a los otros dos hoteles de la isla que pueden imitarle, el tradicional "Quisisana" , en el centro de Capri, y el nuevo y coqueto "JK Place" cerca de Marina Grande.
A "Il Ricio", muy cerca de la cinematográfica "Grotta Azzurra", puedes acceder tanto en coche como en barco. Suspendido en la roca, cuenta con un magnífico restaurante dirigido por el joven chef Andrea Migliaccio, un bar y un solarium con las mejores vistas que pueda imaginar y cómodas tumbonas y cabañas.
Check-out.
Déjenme decirles algo. Intento no ser victimista pero los españoles, por desgracia, tenemos "mala fama" en el resto de Europa. Hablo en líneas generales. Fue el único inconveniente que tuvimos. Mientras bajábamos a recepción, dimos la orden de que llevaran las maletas a la Minivan que nos devolvía al puerto. Una vez comprobada la factura -todo estaba correcto- procedí a pagar con mi tarjeta de crédito y ¡Horrible! no pasaba. Le di la otra y tampoco. Mi acompañante le dio la suya y tampoco. El fracaso estaba asegurado. No me gustaron los modales, y nunca me han pedido perdón. No importa pero marcaron en el cobratarjetas el número y ya está. No fue para ponerse así.
Me preguntarán cómo pudo suceder tal coincidencia de que tres tarjetas no funcionen. Pues al poco tiempo me di cuenta de que un clip pisabilletes que tenía las inutilizó porque tenía un imán muy fuerte. Pasamos unos minutos muy embarazosos.
Salvando este inconveniente, no puedo más que piropear a todo el personal del hotel y animar a visitar este templo del buen servicio, del relax y de la gastronomía.
Algunas veces puedo dar la sensación de ser un fanático del lujo y de la ostentosidad, nada más lejos de la realidad. Tan sólo quiero huir de lo vulgar. Decía Chesterton que vulgar es estar delante de algo increíble y maravilloso y no darse cuenta de ello. Pues bien, ese es mi lema y, para conseguirlo, afirmo que no hay nada mejor que cuidar particularmente los pequeños detalles de todo lo que nos rodea. Concretamente, en el tema que trata este blog, puedo llegar a demostrar que un hotel de lujo no es el que tiene la grifería bañada en oro sino el que cuida hasta la saciedad la perfección en los pequeños detalles, sobre todo de servicio, de su cometido.
Para muestra, voy a relatar algunos puntos que, a simple vista, pueden pasar inadvertidos pero demuestran lo dicho anteriormente y que, creo, deben ser tenidos en cuenta por los grandes hoteles.
1.- Al hacer el check-in en un hotel, hay que devolver al cliente inmediatamente su documento de identidad. La fotocopia debe hacerse al instante y no vale que el botones suba a la media hora a entregarlo o, lo que es peor, que a la salida del hotel, nos peguen un grito llamándonos para recogerlo en recepción.
2.- Muy al hilo de lo anterior, es un detalle muy de agradecer, llamar por teléfono antes de entrar y molestar en la habitación. Por ejemplo, si hemos venido en coche y nos lo aparca el portero, mejor que nos llame antes de plantarse en nuestra habitación para devolver las llaves. La hora después del check-in es intensa, donde, salvo que haya servicio de mayordomía para deshacer maletas, te encuentras en esa labor, te duchas, cambias de ropa, etc. Es muy molesto en esos instantes que te interrumpan para entrar en tu cuarto.
3.- La camarera de habitaciones debe estar segura de que no hay nadie en la habitación para proceder al servicio de "turn-down" o segunda entrada a la habitación. Es conveniente ayudarla con los colgadores que penden del pomo de la puerta.
4.- A la hora de hacer la cama por parte del servicio del hotel, hay que tener en cuenta que el "remeterlas" muy apretadas entre sí, hasta el punto que tienes que ser Rambo para poder abrir la cama, es propio de hostales baratos. La cama debe estar bien hecha y debe abrirse suavemente.
5.- El extremo opuesto también es de hotel de barrio, es decir, utilizar un edredón nórdico y dejarlo caer como si lo hubieran tirado de un tercer piso. Salvo en países escandinavos, los europeos estamos acostumbrados a dormir con sábanas y mantas. Solo los idiotas se tapan con el cubrecama; pieza esta que solo sirve para embellecer mientras no dormimos.
6.- A la hora del desayuno, en la mayoría de hoteles suele ser tipo buffet, los camareros deben estar pendientes de retirar los platos que se hayan utilizado en la mesa y que estén vacíos, de tal forma, que los comensales estén cómodos a la hora de volver a coger otro y no se tengan que ver en la difícil tesitura de poner varios platos uno encima de otro, cual número de circo. El camarero debe estar también atento para reponer algún cubierto si en la retirada del plato se encontraba el antiguo.
7.- Los camareros, con la elegancia del que parece que no lo está haciendo, deben mirar a los ojos de los clientes por si ellos requieren su llamada. A mi juicio es la Regla de Oro del buen camarero. Los malos camareros siempre miran hacia abajo porque saben que, de esa manera, será más difícil conseguir que el comensal capte su atención y, por tanto, trabajarán menos; o eso creen ellos. El llamar a un camarero a gritos, o lo que es peor, con un chasquido de dedos, solo cabe en mentes depravadas absolutamente repletas de vulgaridad.
En este punto quiero comentar lo que me acaeció en The Ritz London. Estar en los pequeños detalles no es una tarea conquistada para nadie y requiere un esfuerzo diario de profesionalidad.
Me sucedió que en el último desayuno antes de mi partida, no se encontraba el jefe de sala y los camareros no estaban supervisados mientras mi acompañante y yo disfrutábamos en el precioso "dinning room" del hotel. Pues bien, a diferencia de lo que había sucedido días atrás, hubo un momento en que tardé más de tres minutos en que un camarero se cruzara la mirada conmigo. Había ocho mesas y cuatro camareros, suficiente para que no anduvieran muy estresados. La "descarga" de tensión al no encontrarse el jefe hizo que se bajara la guardia en el servicio.
Por favor, camareros, mirada alta y sonrisa en la boca. Quien lo lleve a cabo le aseguro que ascenderá rápido y se sentirá orgulloso, hay muchos clientes y jefes que saben agradecerlo.
8.- Aunque ya muchos lo hacen, es un detalle de cortesía por parte del hotel y muy de agradecer, depositar por la tarde una botella de agua mineral en cada una de las mesillas de noche acompañada de una pequeña vitola donde se explique que es por cortesía del hotel. El agua es un bien universal y no se debe cobrar. El vino también lo es pero esto ya son otros menesteres.
Como se ha podido observar, en este texto solo he hablado de cosas tan comunes como el agua, una mirada a los ojos, una sonrisa, una cama, una sábana, una llamada de teléfono, un plato.
No he hablado de caviar, ni de reverencias, ni de altanería ni de dinero. Tan solo he hablado de los pequeños detalles para hacer la vida agradable a los demás.
Es muy complicado elegir un hotel en Milán puesto que la oferta es enorme. Me he decantado esta vez por el Westin por dos motivos; el primero porque ha sido elegido el hotel con la tercera mayor puntuación en Italia según la revista "Travel and Leisure 500 World´s Best Hotels 2010", detrás del "Grand Hotel Baglioni" de Bolonia y de "Il San Pietro" en la Costa Amalfitana; el segundo porque alguno de mis lectores me lo ha solicitado.
Web
Con una web muy funcional, compartido su diseño con todos los Westin del mundo, la del Palace de Milán no tiene ningún elemento diferenciador al resto. No puedo ponerle muchas pegas, tan solo que me parece un tanto escasa de información y de fotografías pero, no puedo achacar tal escasez al hotel sino a la cadena Starwood a la que pertenece dicho hotel. Eso sí, tiene una facilidad enorme para consultar con rapidez y clarividencia la disponibilidad y precio de las habitaciones. El sistema de reservas es también rápido y claro, propiedad de Westin.
Check-in
Este viaje no lo realicé solo con mi acompañante. Con dos amigos más compartimos esta experiencia y, es cierto, los cuatro la recordamos con gran cariño y alegría pues fueron dos noches en Milán llenas de bonitos recuerdos.
El avión aterrizó, esta vez en Bérgamo y decidimos probar el servicio de "shuttel bus" hasta "Milano Centrale", estación de ferrocarril de la ciudad. Aunque el viaje no es muy largo, echamos de menos un taxi, por tanto, nada más llegar al final del recorrido del bus, nos montamos en uno que nos llevó directamente al Westin Palace. Las dos habitaciones, categoría classic, estaban a mi nombre y el proceso de check-in fue rápido y eficaz. Muy de agradecer pues eran ya las nueve de la noche y una mesa reservada nos esperaba en el restaurante "Papermoon", uno de mis preferidos de la ciudad situado en la Vía Bagutta, paralela a Montenapoleone. Justo el tiempo necesario para deshacer malamente la maleta y darnos una ducha, el taxi nos dejaba en la puerta a las diez de la noche. A "Papermoon" no van turistas, es frecuentado por la clase media milanesa y, créanme, merece la pena.
Al regresar, pude empezar a investigar la habitación, un detalle que me agradó fue que el "turn-down" estaba hecho. La "room" en tonos ocres era espaciosa con muebles de madera noble pero sin ninguna ostentosidad, un poco anticuado, eso sí, el cuarto de baño con dos lavabos en mármol y grifería monomando. La bañera disponía de mampara y no de cortinilla, algo muy de agradecer y las "toiletries" eran de "Heavenly", igual que la cama registrada por Westin "Heavenly Bed". El problema surge cuando nos encontramos con la moqueta, como sucedió. Detesto ese nido de ácaros pero, qué le vamos a hacer, son reminiscencias del pasado que aún no se han depurado.
El desayuno, no tuve ocasión de probarlo. Sí le eché un vistazo ya que era "tipo buffet", bien surtido y ordenado. Sucede que mis acompañantes y yo, preferimos desayunarnos en "Cova", la "pasticceria, confetteria" más emblemática de Milán, abierta desde 1817, situada en un lugar privilegiado de la calle Montenapoleone. Su "panettone" es el más famoso del mundo. Sentarse en una mesa junto a "momias" con peluca portando caniches malcriados, "blaziers" de colores chillones y corbatas estampadas, "gafas de Prada XXL", fusiladoras de Visa haciendo un "break", "autobronceados de toallita", rusos que pagan en Gucci con "cash"... es todo un espectáculo digno de admirar el periplo de la clientela de Cova.
El Hotel
The Westin Palace Milan combina, con resultado muy aventajado, el ser un hotel de negocios y de descanso y serenidad; ciertamente pocos pueden permitirse ambos privilegios.
Situado en un extremo de la Plaza de la República, si bien es cierto que queda un poco lejos del Duomo, Spiga, Corso Como, etc, hay que afirmar que está muy bien comunicado en metro, justo enfrente del hotel. Parada esta (República) que comparte con otro hotel emblemático de la ciudad, el "Principe di Savoya". Si uno no se quiere complicar, mejor taxi.
Como sucede en ya todos los Westin y en casi todos los hoteles de Europa, tienen una política de no fumar en todas las instalaciones del hotel. El Westin tiene un detalle con los fumadores al sacar unas mesas fuera, justo en la esquina del porche donde -gracias al buen tiempo- pasamos muy buenos momentos mis amigos y yo degustando buenos gin-tonic y controlando la entrada y salida de los huéspedes del hotel, buen escaparate.
El restaurante "Casanova", tampoco lo probé, ofrece cocina italiana europeizada pero no creo que sea un emblema en la gastronomía de la ciudad.
El "lounge bar", muy atractivo y acogedor con sillones tipo "chester" invita a tomarte una última copa antes de acostarte.
Posee tratamientos de Spa aunque no tiene piscina de hidroterapia. Sauna cómoda y gimnasio bien repleto de maquinaria que yo jamás utilizo en ningún hotel ya que visito los hoteles para descansar y pasármelo bien, no para sacrificarme y sudar camisetas.
El servicio de "concierge" multilingüe", muy eficaz para reservas en restaurantes. No hizo falta hablar en inglés puesto que uno de mis amigos hablaba italiano fluido.
Check-out
Sin inconvenientes y todo en regla, con recepción muy bien atendida tanto en buen servicio como en número de personas, el taxi ya estaba esperando en la puerta para conducirnos a Bérgamo pues esta vez no deseamos volver a pasar por el maltrecho autobús que parte desde la estación Central.
Para disfrutar de la gastronomía milanesa no hace falta frecuentar locales con precios disparatados; recomiendo "Il Solferino", comida tradicional ; "Asso di Fiori", situado en el paseo del "Naviglio Grande" donde se degusta verdadero queso italiano. Por último el "Corso Como 10", ambiente "chic" y desenfadado para un almuerzo o cena rápidos.
A mi entender, París y Milán son las ciudades más caras de Europa y es difícil encontrar habitación en alguno de estos hoteles por menos de 300 euros la noche. El Westin, sin embargo, ofrece en determinadas temporadas precios algo más atractivos. Quiero hacer esta anotación debido a que algún seguidor me achaca que hablo siempre de los hoteles más caros. Como se ve, no siempre es así. Aunque no es el caso de esta visita que tuve a Milán, he encontrado habitación en este hotel por 130 euros.
A ser posible, intente visitar Milán de lunes a jueves donde se encuentra en todo su fragor la vida milanesa, abarrotada de metrosexualidad y glamour al más puro estilo italiano.