¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

viernes, 16 de abril de 2010

The Dylan, Amsterdam










Web

The Dylan posee una web con un diseño totalmente original y vanguardista, muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver. Con fondo negro, aporta mucha información del local con numerosas fotos. La reserva de habitación la tiene concertada con "trustinternational.com", no es mi preferida pero qué le vamos a hacer.
El hotel pertenece al grupo "Small Luxury Hotels of the World". Utilicé mi tarjeta de socio para realizar la reserva directamente por teléfono. El trato fue exquisito y pude hablar en español. Reservé una habitación "luxury double room" por dos noches. Por motivos personales, en la reserva solicité un "late check-out" hasta las cinco de la tarde.
Como puntos a mejorar, toda la información de la web está un tanto "abigarrada" y se agradecería un poco más de orden y facilidad para conseguir lo que se busca. Muy elocuente el apartado donde se presenta todo su "Staff".

Aspectos Generales
The Dylan es un hotel "boutique", de hecho fue el primero de Europa en denominarse así. Hoy en día pululan por todas las ciudades este tipo de hoteles y la mayoría no son más que "quiero y no puedo" maquillados con un diseño peculiar. Sin embargo, The Dylan, se está abriendo hueco en el panorama de los hoteles de lujo de Europa siendo un hotel "boutique". Como veremos, aún hay que limar asperezas, pero lo intentan. Tengo que aclarar que en mi visita a Amsterdam quise reservar en el Intercontinental Amstel o en el Hotel de l´Europe pero el primero estaba completo y el segundo en reformas. Lector, si decides visitar Amsterdam, no busques más. Solo estos tres hoteles merecen la pena. Es una ciudad con no muy buenos hoteles y muy caros en relación a su servicio y comodidad. Además, Amsterdam, huele a canuto desde que te bajas del avión y sus zonas céntricas están plagadas de turismo barato, de espeluznantes "coffe shop" de ruido y de insufrible olor a porro. Huye de la plaza Dam, de la Estación Central y del Barrio Rojo y céntrate en un barrio residencial en el margen de un canal como están situados estos tres hoteles que te recomiendo; quizá el Intercontinental queda un poco a desmano.
La cadena hotelera española NH ha realizado un desembarco en Amsterdam que ríete tú del de Normandía. Con más de una docena de hoteles repartidos por toda la ciudad, no puedo recomendar ninguno. Pero sigamos centrándonos en el hotel que nos ocupa.

Check-in
A las dos de la tarde, media hora después de haberlo cogido en el aeropuerto de Schiphol, nos dejaba el taxi en la puerta del hotel. Sensación agradable. Es un edificio antiguo con varias casas comunicadas, sus inicios datan del siglo XVII. En el XVIII se quemó por completo y fue vendido a una asociación de caridad de la Iglesia Católica, la cual conservó la propiedad hasta 1999, año en el que se inaugura The Dylan. Después de pasar por un porche empedrado, entras al hotel a través de una gran puerta de madera. La recepción, a la derecha, se hace como debe ser, sentado. Detesto tener que estar de pié en esos momentos. A mi acompañante y a mí nos ofrecieron agua con limón y, primer fallo, la habitación aún no estaba disponible. Lo solventaron rápidamente puesto que en cinco minutos, mientras hablábamos con el "concierge" para varias reservas en restaurantes, el botones ya nos estaba acompañando al cuarto.
El acceso es un tanto complicado puesto que, como decía antes, son varias casas antiguas comunicadas. Aunque hay ascensor, tienes que subir y bajar ciertos escalones, no más de seis, y siempre mirar hacia abajo por si nos asoma algún desnivel que hay que solventar.
Por fin llegamos a la habitación. No suelo hacerlo en mis escritos pero esta vez voy a dar su número. Era la 21.

Con vistas al patio central del hotel, era tipo "loft", suficientemente amplia ocupando toda la buhardilla del edificio. Absolutamente de color blanco, combinaba muy bien con el "beige" de las paredes. La cama sin cabecero estaba vestida con edredón nórdico también en blanco. Tres ventanas daban al patio central, la televisión era de plasma, equipo de sonido "Bose". Mesa de escritorio, dos sillones muy cómodos enfrente del televisor y una calefacción central que inmediatamente ordené que la apagaran, algo que no fue posible del todo. En el mismo "loft" se encontraba el lavabo de gustoso diseño en piedra con grifería de cascada. Primer inconveniente, no tenía espejo enfrente y tuve que afeitarme utilizando el espejo de aumento. Sufrí algún percance con la maquinilla. El diseño no puede vencer la comodidad por mucho que nos pese y menos en un hotel. No es concebible un lavabo sin espejo.

En una pequeña sala contigua se encontraba el inodoro de los de cadena -son odiosos- y la bañera enfrente, separada -aquí sí- por un espejo de cuerpo entero. La bañera, grande, poseía un acceso arriesgado. Tenía que ayudar a mi acompañante y viceversa para poder acceder y salir de la misma sin lesionarnos ya que solo tenía entrada por su lado más estrecho, el resto era pared. Otro inconveniente del diseño por el diseño. Las "toiletries" eran de "Zenology", firma holandesa la cual no conocía. Gel de ducha, champú, acondicionador de cabello y "body milk". Me gustaron mucho; las dos primeras. El resto jamás utilizo.

Los armarios no eran empotrados al estar en una buhardilla. Eran antiguos restaurados pero un tanto incómodos sin cajones. El mueble bar bien repleto y el suelo de madera sin la maldita moqueta y, por tanto, sin hongos ni ácaros, se agradece. Por último, una orquídea lucía como decoración junto a varios jarrones de porcelana blanca.

El Hotel
Como creo que ha quedado claro no soy un gran defensor de los hoteles "boutique" a excepción de algunos. The Dylan intenta combinar la exclusividad de este tipo de hoteles con el servicio y el cuidado de los pequeños detalles. Aún le falta camino por recorrer pero ponen mucho empeño. Por ejemplo, el "concierge" está a la altura de un gran hotel de los que ya he hablado en mi blog. Con trato divertido y gran educación satisfacieron todos nuestros requerimientos. Apuntan en una cartulina tamaño octavilla cada una de las reservas que, posteriormente, la entregan al cliente.
Justo enfrente del hotel, en el canal de Keizersgracht, se encuentra el embarcadero privado donde, si lo deseas, puedes concertar una cena en el barco del hotel por los preciosos canales de la capital holandesa.
A la entrada hay a disposición de los clientes, bicicletas para ser alquiladas. ¡Cuidado! Amsterdam está plagada de estos vehículos a dos ruedas que tienen más peligro que los automóviles. Los niños neerlandeses ya nacen sabiendo montar en bicicleta y los visitantes torpes como yo tenemos que ir con cuatro ojos caminando para que no nos atropellen. La velocidad que alcanzan es extrema.
El desayuno, tipo "buffet" no es muy amplio pero suficientemente surtido.
El bar "Barbou" ofrece cócteles y, si hace buen tiempo -como fue nuestro caso- puedes disfrutarlo en la terraza fumando un cigarrillo.
En su sala "lounge" puedes hacer un "break" a cualquier hora, aconsejo el rincón de la chimenea.
Por último, el restaurante "Vinkeles", regentado por el famoso chef Dennis Kuipers, es uno de los más conocidos de la capital. Sin duda es el más caro. Aunque ahora recomendaré algunos restaurantes más, "Vinkeles" debe ser tenido en cuenta. No soy un apasionado de la cocina holandesa actual pero la paloma que probé merece la pena.
Como punto muy importante a mejorar en The Dylan está el "turn-down". Más vale no hacer nada que hacerlo mal. Tan solo depositan encima de la mesa una botella de agua (que, por cierto, no desprecinto yo) dos bombones, bajan los estores de las ventanas y descubren la cama. No preparan las zapatillas, no reponen toallas ni "toiletries", en fin, un servicio hecho a la mitad.
La habitación no consigue la oscuridad total y la claridad entra en el cuarto de madrugada. Por último, no hay ningún colgador de toallas ni albornoces teniendo el huésped que ideárselas. Es el precio del diseño.

Check-out
Como hablaba al principio, pedí un "late check-out" a las cinco de la tarde. Como en el "check-in" no me indicaron lo contrario, el día antes lo comenté en recepción. Bien, lo que viene a continuación es la nota negra de mi estancia. Me dijeron que no, pero no por no disponibilidad de la habitación sino porque para ello debía abonar el precio de la noche entera. He estado en muchos hoteles y ninguno, puedo asegurar, ha tenido esta falta de cortesía. Puedo entender que la política del hotel sea no permitir salidas más tarde de lo indicado pero me lo deberían haber hecho saber en mi entrada puesto que en los requerimientos se reflejaba bien claro mi petición. Callé y ya de vuelta protesté a "Small Luxury Hotels" que eran los operadores con los que hice la reserva y, en cierta medida, el grupo que avala dicho hotel.
Salvado este percance, el resto del "check-out" fue muy amable y cortés a la vez que rápido. Todo estaba correcto y, lógicamente, me hicieron la "pregunta prohibida" ¿Ha consumido usted algo del mini-bar?
Mi avión despegaba al día siguiente a las seis de la mañana del aeropuerto de Schiphol. Como me gusta la aventura reservé estancia en Yotel Schiphol, estancia que merece otra entrada posterior aparte.

Antes de terminar este comentario quiero reflejar los restaurantes, aparte de "Vinkeles" que visité en Amsterdam. Primero almorcé en un restaurante italiano que me aconsejaron en el hotel y que intentaré borrar de mi memoria en lo que a gastronomía se refiere. Eso sí, estaba situado enfrente del hotel de l´Europe y las vistas eran preciosas.
Capítulo aparte merece el restaurante De Kas, a las afueras de Amsterdam. El mejor sitio, a mi entender para comer en la capital holandesa. No hay carta y te ofrecen el menú que han preparado ese día. El recinto es un invernadero acristalado, difícil de olvidar.
Como soy un fan del chef inglés Jamie Oliver, visité su local "Fifteen" en el puerto. Ni fu ni fa, las segundas partes nunca fueron buenas. Ni punto de comparación con su casa en Londres.
Por último, mi acompañante, fan de la cocina oriental, me obligó a visitar "Tempo Doeloe" un Indonesio muy famoso en la ciudad donde el "concierge" del hotel tuvo que esmerarse para conseguir mesa. En mi vida he cenado tan mal. Eran unos 25 platos al centro acompañados de arroz en blanco y con curry. Había uno tan picante que estuve cinco minutos llorando, del resto no sé lo que me llevaba a la boca. Un desastre que me costó cien euros. Detesto pagar por una tomadura de pelo. Por cierto, a mi acompañante tampoco le gustó.
Si se es un gastrónomo, merece la pena visitar "Envy" un local donde se cultiva la cocina en miniatura y con personal muy amable. Cocinan a la vista del comensal.


2 comentarios:

  1. Hola Alfredo,

    Fui a cenar al restaurante del Hotel Dylan hace bastantes años (todavía se llamaba Blakes) y guardo un gran recuerdo de su cocina de fusión. Para mi, totalmente recomendable ya que es el restaurante donde mejor he cenado en la ciudad.

    Saludos

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  2. Sí, Monthy. Y es más coindice casualmente que Anoushka Hempel ha sido su interiorista (la del Dylan) y también la del Blakes de Londres -otro gran hotel-.
    Amsterdam ha cambiado en lo que a oferta gastronómica se refiere a mejor, por supuesto. La próxima vez, visita "De Kas", sorprendente.
    Muchas gracias, Monthy.

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