Web
Pocas veces me he encontrado con una web tan enrevesada como la de
Paradores. Es complicada para navegar, muy lenta y con un orden muy poco acorde al resto de páginas webs de otros hoteles. En definitiva, bastante deficiente y muy en consonancia con la cadena Paradores de la que -adelanto- no es plato de buen gusto para mí. Procedí a reservar una habitación doble con una cama supletoria para mi hijo durante dos noches. Lógicamente no lo hice desde su web sino por teléfono hablando directamente con reservas del hotel.
Llegada al hotel y check-in
No conozco un hotel de los muchos que he visitado que gocen de una ubicación tan excepcional como el Parador de los Reyes Católicos de Santiago de Compostela. En plena Plaza del Obradoiro, pegado -y hablo esta vez sin retórica- a la Catedral, se levanta gallardo este maravilloso edificio del siglo XV, antiguo Hospital Real para los peregrinos que llegaban al culmen del Camino.
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Fachada del Hostal desde la Catedral de Santiago |
Considerado, por tanto, como el hotel más antiguo del mundo y dejando aparte su fascinante belleza arquitectónica -tanto interior como exterior-, hoy en día tiene más de viejo que de hotel de lujo pero el carácter que le imprime su arquitectura y su privilegiada situación, le permite no dejar de ser un establecimiento deseado por los amantes de los hoteles de lujo de todo el planeta. Además, viene al pelo para peregrinos holgazanes como yo que no quieren dejar pasar la oportunidad de darle un abrazo al Santo pero sin dar más de veinte o treinta pasos.
Llegamos al hotel en nuestro vehículo. Desde la salida de la AP9 hasta su puerta se encuentra perfectamente señalizado por toda la ciudad; si bien es cierto que al final del trayecto debes vencer el respeto que infiere meterte de lleno con el coche en plena Plaza del Obradoiro. Ese último camino está prohibido excepto para
los huéspedes del hotel. Sin problema puedes aparcar el coche en la misma puerta. Un botones salió a nuestro encuentro para ayudarnos con
el equipaje. Inmediatamente, como suelo hacer siempre que viajo en mi coche, le doy las llaves del mismo para despreocuparme de él durante mi estancia. La entrada al edificio por primera vez es una sensación maravillosa. Un pórtico que quita el hipo y una puerta de doble ala acristalada.
La recepción -también
el concierge- se encuentran en una estancia justo a la derecha.
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Puerta de entrada al hotel |
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Hall de entrada al hotel. Recepción a la derecha |
Dos uniformadas recepcionistas atendían en ese momento el mostrador. Fueron amables durante todo el proceso de check-in pero se les notaba un tanto saturadas y nerviosas. Nos dieron
la llave de nuestra habitación; una tradicional con un llavero de hierro de unos cuatro o cinco kilos de peso, de esos que parecen más un arma mortal arrojadiza que un llavero.
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Llave y llavero de la habitación. |
Un botones nos acompañó con el equipaje a nuestra alcoba. Durante el paseo pudimos contemplar alguno de los preciosos cuatro claustros, muy bien cuidados. Es necesario que la primera vez te acompañe a la habitación alguien del personal del hotel porque, de no ser así, es fácil perderse por los vericuetos de los claustros.
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Uno de los preciosos y cuidados claustros del Hostal |
La habitación
El botones, una vez que desplegó el reposa maletas y las depositó encima, recibió correctamente
la propina y se marchó. La sensación primera de verte en semejante habitación es difícil de describir. Voy a intentarlo. Los techos no son altos, son himaláyicos, llegando a dar la sensación de frialdad. El suelo es de madera pero más usada que el tubo de escape de la vespa de un jipi. Dar un paso en ese suelo -bastante irregular, por cierto- confería un nivel de decibelios bastante inaceptable. El ruido de la madera al ejercitar presión era muy desagradable, sobre todo a las tres de la mañana levantándote a hacer pipí. Hasta el Abad de la Catedral cercana se despertaba cada vez que mi próstata me indicaba visitar el baño.
La cama, dos camas separadas, era con dosel y un cabecero de madera clavado a la pared. La comodidad de la cama era aceptable, no así la supletoria que era un auténtico despide yernos.
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Cama |
Los cubrecamas eran como de terciopelo, absolutamente atrapa ácaros, de un color bastante poco atractivo, eso sí, en plena conjunción con el resto de la habitación. El mobiliario de la habitación era el mismo que utilizaron Sus Majestades los Reyes Católicos en sus visitas al antiguo hospital. De hecho, la Reina Isabel, solía encontrármela en algunas ocasiones antes de abrir los armarios; Don Fernando estaba dentro. Con todo, hay que decir que era espaciosa, con un sofá tapizado acorde con el cubrecama, sofá que albergaba el catre supletorio y una mesa tocinera espartana justo enfrente, más rayada que un vinilo de Los Pecos. Las cortinas, como puede observarse eran .... lo siento, no tengo palabras para catalogarlas.
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Sofá-Cama con mesa tocinera y cortinas |
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La misma toma pero con lámparas y tapa de radiador con mecedora |
Había también una mecedora no sé si para enanitos o una amenitie especial para niños. Era tan pequeñita que no me cabía ni media nalga. Tomé la foto con la llave encima para que se observe el tamaño lo mejor posible. Tuve suerte de que el peso del llavero no destrozara la minimecedora.
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Mini-mecedora. También se intuye el suelo de madera |
El baño
Sin ser absolutamente nada del otro mundo, era bastante correcto para lo que se espera de un buen hotel. Espacioso, con dos estancias separadas; en una lavabos y bañera; en la otra bidé e inodoro. El lavabo ocupaba una mesa corrida de mármol con dos pozas amplias y profundas, como debe ser. No soporto esos lavabos mini-malistas -es decir, pequeños y malos- donde todo salpica por todas partes. La grifería era sosa pero efectiva, de doble mando, un poquito trasnochada.
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Toma general de las dos estancias del baño |
Las toiletries eran bastante malas, exclusivas para Paradores, y por lo que he podido observar en otros hoteles de la cadena, un tanto Vip, con aromas de uva o una chorrada parecida. Eché en falta la famosa botellita de agua de colonia de Paradores.
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Toiletries |
La bañera era accesible y amplia con mampara de vidrio, las toallas de las que secan aunque un tanto usadas de más. Zapatillas y albornoces acompañaban el elenco de toiletries. Los vasos del lavabo estaban protegidos por una especie de condón de plasticurri asqueroso. Detesto que los vasos estén protegidos por plástico como si necesitaran una profilaxis especial. Lo correcto es disponerlos boca arriba, justo antes de que el huésped entre a la habitación. A lo sumo, puedo aceptar unos cubrevasos de papel pero prefiero que no pongan nada. Se debe dar por supuesto que en un gran hotel los vasos están impolutos.
Por lo demás, todo en regla, si es que me dejo algo en el tintero.
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Lavabos |
Antes de acabar con la habitación, debo hacer mención especial al armario. Ya digo que dentro se encontraba Su Majestad Don Fernando el Católico. Con puertas musicales, es decir, chirriaban al abrir y cerrar, tenían una disposición casi medieval, como para depositar túnicas y capas. A mi juicio, poco eficaces a la hora de ajustar y aprovechar el espacio.
La televisión era, sin dudarlo, junto a mi Smartphone, lo más moderno de la habitación.
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Armario |
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Papelera y mueble del televisor |
Bares y Restaurantes
Dado que en mi corta estancia en Santiago de Compostela iba acompañado de mi queridísimo e inquieto niño, sólo nos tomamos un piscolavis en el bar del hotel. Cómodo, con muy buen servicio de camareros. Cuando hace buen tiempo y no llueve, algo excepcional en la capital gallega, aprovechan para montar unas mesas en un claustro para poder fumar tranquilamente y tomarse algo al aire libre. No probé, por tanto, el famoso restaurante Dos Reis ni el más informal Enxebre. Sí que desayuné en el hotel en toda mi estancia. Es una de las cosas que más me gustan de Paradores, sus desayunos. Para los asaltabufets que se ponen hasta arriba porque "es gratis", tienen en este Parador un verdadero templo. Productos españoles de muy buena calidad, tanto dulces como salados a granel. Probé el zumo de naranja, muy natural por cierto. Casi no probé nada de salado, tan sólo un poco de buen jamón y algo de queso. La repostería es muy variada y muy sabrosa. Lo mejor, el pan. Lógicamente, estamos en Galicia. Tan sólo comentar que la sala de desayunos está en un lugar un poco incómodo, teniendo que subir varios escalones. Imagino que no podrá ser de otra manera. Entiendo que habrá un ascensor para quien lo necesite pero no lo vi indicado.
Consideración final
El Hostal de los Reyes Católicos es, junto con el
Hostal de San Marcos en León, los catalogados 5 estrellas GL de la cadena Paradores. Otro día haré la crítica del de León, pero no crean que difiere mucho de la de Santiago. Grandes obras arquitectónicas junto a grandes ideas para su conservación; esa es una de los logros de la empresa antes pública, Paradores. Pero, desde su nacimiento en 1928 hasta nuestros días, se han quedado un poco anclados en el pasado. Aún así, tienen una clientela muy numerosa y fiel que le gusta lo que le dan.
En el caso del de Santiago, resaltar sobre todo su servicio y volver a clamar que no conozco otro enclave más maravilloso para un hotel como este, aún cuando en plena plaza del Obradoiro, los indignados habían acampado, cual feudales, desmereciendo, entre otros, el templo donde se encuentran los restos del Apóstol Santiago.
Check-out
Vuelvo a decir que el servicio del hotel es de primerísima calidad. Muy atento y presto un botones nos recogió el equipaje de la habitación. Mientras procedía a pagar, otro ya había situado el coche en la puerta. Nos disponíamos a pasar unos días de vacaciones en familia en Sanxenxo, lugar que frecuento ya desde hace muchos años, muy a mi pesar, del que pronto hablaré en una entrada especial.