¿Qué pretende este blog?


Mi blog pretende realizar una crítica, lo más completa posible, de los principales hoteles europeos, así como proporcionar instrucciones y usos de protocolo y buenas maneras tanto a los profesionales del sector como a los huéspedes de los establecimientos. Como se observa, todo está basado en la independencia que me caracteriza, no perteneciendo a ninguna empresa relacionada con este mundo. Soy un consultor independiente. Personalmente he visitado cada uno de los locales de los que hablo en este blog.
Es mi capricho, del que llevo disfrutando varios años y quiero poner mis conocimientos y opiniones a disposición de todo aquel que quiera leerlos.
La idea surgió al no encontrar nada en la red - ni siquiera en inglés - sobre auténticas críticas de hoteles, al margen de comentarios de clientes enfadados que "cuelgan" sus quejas en distintas webs como un simple "derecho al pataleo" sin intento alguno de asesorar, construir o mejorar.
Muchas gracias por vuestra atención y colaboración.

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martes, 15 de mayo de 2012

Hotel Ritz. Madrid













Web
Como ya sucede en todos los hoteles de Orient-Express, la web del Hotel Ritz posee el diseño común al resto de la cadena. De fácil navegación, fotos de muy buena calidad y reservas propias. Como punto a mejorar, destacaría que no se puede acceder a una reserva a través de dispositivos móviles tipo iphone o ipad.

Check-in
Mi acompañante y yo llegamos a Madrid, esta vez por Ave desde Barcelona. En dos horas y media te plantas en la capital. Sinceramente, ya no merece la pena -a mi parecer- un avión para este trayecto; eso sí, las tarifas por regla general, son algo más caras para el tren. Quién lo iba a decir hace sólo unos pocos años. Sucede que debes pasar el mal trago, una vez llegado a Atocha, de coger un taxi al Ritz. En el momento que te subes al vehículo y dices al taxista dónde vas, algunos de tus familiares difuntos se revuelven en su tumba, los pobrecitos. Y es que para no más de quinientos metros que separan la estación del hotel, el propietario del vehículo ha estado haciendo un par de horas o tres de cola. Pero no voy a ir tirando por todo el Paseo del Prado con las maletas. Qué le vamos a hacer. Para algo está la bajada de bandera.

Entrada y fachada del hotel


El Ritz se encuentra situado en un precioso entorno de la ciudad, en plena Plaza de la Lealtad, a unos pocos pasos del Museo del Prado y de la Iglesia de San Jerónimo. Aunque el lugar es de indiscutible belleza, nadie puede dudar eso, y de emblemática arquitectura; particularmente no me gusta el enclave. Salvo que visites los museos de Madrid, queda un poco lejos de todo y cerca de casi nada. Yo, como friki de los viajes, soy de los que les gusta Claudio Coello, Ortega y Gasset, Velázquez, coger un metro. Nada de eso está cerca del hotel, sobre todo lo último que tienes que irte a la Puerta de Alcalá para tomarlo.
Pero señores, el Ritz es el Ritz y era una de mis espinas clavadas en Madrid pues, por varios motivos, no había tenido la oportunidad de hincarle el diente. Y hablando de hincamientos, lo que se dice hincar, se hincó. Pero no de la manera que uno esperaba. Me iré explicando.

La llegada al hotel es preciosa. El servicio de portería, de gran experiencia, nos recibió muy afablemente. Mientras uno despachaba el equipaje, el otro nos empujaba la puerta giratoria para acceder al hotel. El hall es fastuoso, como en cualquiera de los tres o cuatro Ritz del mundo. Digo cuatro porque, aparte del de París, Londres y Madrid; Barcelona mantiene opción con El Palace (Antiguo Ritz) del que hablaré pronto. Bien, continuando con lo que nos ocupa, una mesa de cristal con adornos florales de primerísima categoría, es lo primero que te encuentras. A la derecha está el mostrador del Concierge y, a la izquierda, el de Recepción, un poco metido en una habitacioncita.

Cocierge, hall de entrada. Al fondo izquierda, entrada salón de desayunos


Llegamos pronto, no eran más de las once y, es lógico, la habitación estaba por verificarla la gobernanta. Muy amablemente nos invitaron a una bebida en el loby mientras esperamos. No más de quince minutos. Como debe suceder en todo hotel que se precie de estilo tradicional, un pianista a esas horas ya amenizaba el ambiente. El trasiego de políticos, gente famosa, famosilla y de la farándula madrileña era continuo. De hecho, es importante diferenciar los huéspedes del Ritz (la mayoría ingleses y japoneses; casi ningún español) y los que se reúnen en el Ritz a desayunar, a tomar el té, a charlar, a dejarse ver (eso sí son españoles, de los que hablaba antes).

Loby del hotel

Una persona de recepción nos comunicó que ya estaba disponible la habitación. Y aquí viene el primer punto de mejora. Tenía reservada una habitación doble, sencilla. La tarjeta de socio "acces" de The Leading Hotels of the World, aparte del desayuno y del uso gratuito de la wifi, te da la posibilidad de un "upgrade" de habitación, en el caso de que exista disponibilidad. Me repatea que, cuando te dan ese "upgrade", te lo repiten varias veces. Y es de agradecer ese detalle del hotel. Sucede que cuando no lo hay, por los motivos que sea, -como sucedió en este caso-, se callan y no dicen nada. Eso no está bien. La opción que a mi juicio es la más acertada es comentar algo así: "lamento decirle que no es posible ofrecerle un "upgrade" en esta ocasión por estar completos". Ya está. Es absolutamente comprensible para cualquier ser educado y nadie se debiera sentir mal por ese comentario. Si quieres una suite, la pagas y punto.

La habitación
La habitación estaba situada en el punto más lejano desde el ascensor. Había casi que hacer un descanso a mitad de camino para tomar fuerzas y proseguir la ruta. Pero este tema reconozco que tiene sus opiniones contrarias. Hay huéspedes que prefieren esa privacidad que confiere la lejanía. Bien, la entrada a la habitación fue sorprendente, cuanto menos.

El tamaño es el más pequeño en el que he estado nunca en un hotel de lujo. El ambiente era avejentado, que no clásico, con luz amarillenta, dando la sensación de que Alfonso XIII iba a salir del armario -y perdón por la expresión que puede dar lugar a equívoco- para darnos la bienvenida. La cama, de tamaño "queen" y marca Flex era muy cómoda y sus sábanas de muy buen algodón. No obstante, el cabecero daba algo de miedo.

Cama


Justo a los pies de la misma, se disponía, absolutamente huérfana, una butaca, con tapicería indescriptible a juego con dos sillas; la una arrinconada, la otra para poder sentarse enfrente del mínimo escritorio, de madera noble, eso sí. 

Butaca con silla


La moqueta era muy vieja pero bien cuidada. La televisión estaba situada encima de un mueble que no pegaba ni con cola. En el escritorio, como se ve en la foto, estaba el regalo de bienvenida como miembro de The Leaders Club; un pastel de almendra con más celofán que otra cosa y sólo un juego de cubiertos. El agua era de botella de plástico, tipo hostal, situada en las mesillas de noche. Eso sí, eran repuestas en el turn-down. En una había un cargador de iphone un tanto arcaico. 

Escritorio

Mesilla de noche y cargador de iphone con radio-despertador



De los armarios, mejor ni hablar, una especie de cajonera se escondía detrás de la puerta. Al lado, otra puerta con un perchero, una caja fuerte encima de otra cajonera y, encima, unas mantas. El aire acondicionado sólo daba calor, no frío; seguramente no habían conectado el general aún. El sistema de domótica era novedoso para el pasado siglo pero un tanto anticuado para hoy en día.

Interior de armario sin intervención humana

Detalle del otro armario adyacente


Párrafo nuevo merece el cuarto de baño. Absolutamente pequeño con doble lavabo de grifería dorada, de la barata de Roca, necesitaba urgentemente una remodelación. El secador de pelo secaba menos que el soplido de una hormiga. Mi acompañante desistió de tal acción, cuarenta minutos después de estar intentándolo. 

Lavabos

Secador de pelo anclado a la pared alicatada


El enchufe para máquinillas de afeitar parecía el que usó César Ritz en sus inicios y las toiletries, de la gama Quercus de Penhaligon´s se disponían en tarritos de 30 ml. Por los pasillos del hotel me encontré con un carrito que tenia toiletries Acqua di Pama. Imagino que las utilizarán para habitaciones superiores. No obstante, aunque me parece una práctica de muy mal gusto que un hotel utilice toiletries diferentes para diferentes tipos de habitación, yo me quedo con Penhaligon´s.

Toiletries

Enchufe baño


La bañera se lleva la palma. Estrechísima y con la horrible cortinilla. Pero eso no es lo peor. No tenia ducha de mano y sólo te podías duchar por el chorro de arriba. Los que utilizan la ducha de mano, saben apreciar lo dificultoso que es practicar dicha tarea sin ella. Fue de lo único que me quejé en recepción a la salida, no quería montar jaleo a lo maleducado, y la respuesta fué que, si lo hubiera dicho, me habrían puesto una de mano. No sé cómo ni cuando. Yo nunca miro si hay ducha de mano en un hotel hasta que estoy en pelotas dentro de la bañera. Los albornoces muy confortables pero las toallas necesitaban también una remodelación.

Bañera


Los que leen mis críticas de hoteles se darán cuenta que he sido extremadamente exigente con este hotel. Pues, señores, es así. Estamos hablando del Ritz, no del Rice. No es de recibo semejante habitación para nadie, ni siquiera para los de la oferta de Trivago o para los socios de LHW que utilizan la noche de cortesía por recompensa de estadías. No fue este mi caso. 

El hall del Ritz
Sólo por eso, merece la pena visitar el hotel. Es espectacular. A mi juicio, más acogedor que el de Londres. Con un pianista tocando siempre -mañana y tarde-, como debe ser, el servicio es impecable. El centro floral de la mesa de entrada es espectacular.


Detalle floral


La cubertería y cristalería digna del Ritz. El ambiente, aunque de una edad un tanto elevada, estupendo. La puerta giratoria de entrada es durísima. De hecho, mi acompañante no podía empujarla. Cada vez que entrábamos o salíamos del hotel, pasaba ella primero y yo le propinaba un empujón (a la puerta, lógicamente) que me dejó el brazo con agujetas. El hotel, en estas fechas, estaba lleno de japoneses y de ingleses, todos ellos, como decía, de edades muy avanzadas; posiblemente ese sea el motivo por el que nos dieron esa habitación. Pero eso no me importa; esa habitación en el Ritz, no se puede dar ya a nadie.

El desayuno del Ritz
Petado, nunca he asistido a un desayuno con tal cantidad de personas a la vez. Nos situaron en la peor mesa de todas, justo a la entrada del salón. Es tipo buffet, no a la carta, justo en medio de la sala está depositada una mesa con los productos, de muy buena calidad pero poco variados. Hay que hacer juegos malabares para ir zigzagueando hasta el centro salvando obstáculos de camareros, mesas y señoras inglesas obesas llenando sus platos de jamón. La repostería, me hizo gracia, estaba en un carrito aparte, también justo a la entrada de la sala, y tenías que ponerte en cuclillas  para acceder a los donuts y algunos dulces más. Ni qué decir tiene que con la edad avanzada de la mayoría de los huéspedes, las bandejas estaban sin tocar.

El turn-down del Ritz
Muy escueto. Te descubren la cama, te reponen toiletries, agua y colocan la alfombrilla de hilo para salto de cama. En mi caso particular, ni cerraron las cortinas de la habitación que daba a un patio interior. También es cierto que, en espacio tan reducido, poco más podemos hacer. El servicio de camareras, un tanto lento. 25 minutos de espera para una almohada es mucho.

Check-out y salida del hotel
Fue muy rápido y eficaz. Me encantó, eso sí, la recepcionista que, justo enfrente de mí, y con un juego de palabras que no me podía enterar si no fuera porque uno ya sabe ciertas cosas, consultó a gobernanta que estaba haciendo el check-out, si todo quedó ok. Muy bueno el detalle. En ese momento fue cuando hablé del caso de la alcachofa (mi affaire con la ducha de mano). A la salida, el botones ya había depositado las maletas en el taxi, rumbo a Atocha.
 

viernes, 10 de febrero de 2012

Alfredo, de gira por España. 1ª entrega





Es conocido por mis  lectores que soy un pesimista existencial respecto al número de seguidores de este blog. Aún así, por deferencia a ellos, ya que -aunque en privado- me lo han solicitado, voy a centrarme en  próximos post en los hoteles de lujo españoles. Bajo el título "Alfredo, de gira por España" hablaré de los establecimientos con más clase de nuestro país. No seré tan exhaustivo como frecuento debido a que convertiría en kilométrico este capítulo. Si pierdo, por tanto, dos o tres de mis lectores frecuentes me veré abocado al más absoluto de los fracasos y mi psiquiatra me lo recriminará.

Quiero que se me excuse al no utilizar en esta saga, absolutamente todos los criterios de calidad y rigor sobre los hoteles que, creo, han quedado claros en mis anteriores entradas. Lo digo porque, quitando algunas ciudades españolas (pocas), los hoteles con clase en España no se prodigan efusivamente, que digamos. Por tanto, sin llegar al detalle de ir municipio por municipio, al menos quisiera citar uno de cada Comunidad Autónoma.

Como estoy delimitando el criterio geográfico al ámbito nacional español, espero suscitar interés en el lector y le animo a que rompa el vacío absoluto y gélido del que hacen gala casi todos los buzones de comentarios de cada uno de mis post.

Hace poco, navegando por el ciberespacio a la caza de alguna noticia relacionada con la hostelería, me topé con una acaecida en Australia cuyo contenido afirmaba:

"El artículo dice que los viajeros que esparcen comentarios o reseñas negativas sobre hoteles podrían exponerse a largas y costosas batallas legales. Asimismo, también menciona que algunas páginas de reseñas de hoteles tienen sus términos y condiciones donde subrayan que se los indemnice en caso de alguna difamación difundida sin fundamentos. La mayoría de estas condiciones se encuentran en la letra pequeña de estas páginas y yo nunca me había fijado en ellas sin detenerme a publicar una crítica positiva o negativa. Por lo visto, parece que el miedo a la mala imagen acecha y no estaría mal que revisáramos nuestra libertad de expresión antes de disparar."

Si bien es cierto que Australia queda algo lejos de España, me hizo reflexionar y quiero expresarles con sinceridad, mis queridos lectores, que intento callarme antes de afirmar algo que pueda llevar a la difamación sin fundamentos, empero, no me callaré, ni me harán callar, si mi intención es colaborar a mejorar lo que, de hecho, se hace mal. No se puede permitir que en un hotel de lujo, con el paso del tiempo, adquiera prácticas, o mejor dicho, vicios de hostal de estación de tren de provincias. En España, muy a mi pesar, tales vicios los he encontrado con más profusión que en el resto de Europa, salvando algunos casos.

Comenzaremos en la próxima entrada del blog con Galicia y Asturias.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Mirasierra Suites Hotel. Madrid








Web
De navegación dinámica y con amplia información de los servicios e instalaciones del hotel, la web del Mirasierra Suites Hotel, la podemos catalogar de correcta. Quizá, un tanto enrevesada a la hora de buscar ciertos contenidos concretos y muy asequible para proceder a la consulta de precio y disponibilidad de habitaciones o su reserva; todo a través de "ihotelier".
Buena galería de imágenes que se corresponden con la realidad.  Posee, también, una galería de videos bastante interesante y un sin fin de posibilidades de "packages" y adaptaciones de tarifa a circunstancias concretas.

El hotel pertenece a la central de reservas Preferred Hotels & Resorts, posiblemente la que le hace competencia pero un poco de lejos a The Leading Hotels of the World. Reservé esta vez telefónicamente, comunicándome directamente con el departamento de reservas del hotel.

Llegada al hotel y check-in
El Mirasierra Suites Hotel no es un hotel céntrico. Situado al norte de Madrid, puedes llegar tranquilamente en tu vehículo a un paso de la M-30. La zona es residencial y tranquila, apartada del bullicio del Barrio de Salamanca o el centro neurálgico de la capital. Tiene facilidad para poder detener el coche y hacer el desembarco de pasajeros y equipaje sin tener que estar pendiente de la doble fila o de las obstrucciones del tráfico. Rápidamente un botones nos recibió, nos ayudó con el equipaje y, amablemente, nos aparcó el coche en el garaje propio del hotel.

Fachada del hotel


La entrada al hotel es sorprendente. De una arquitectura moderna, planta semicircular, destaca la amplitud de espacio que confiere. Da la sensación de no tener techo y el cristal -muy utilizado- aporta luminosidad y claridad a toda la estancia.

Entrada del hotel. Ese no es mi vehículo pero creo que está a disposición de los clientes


La recepción y el concierge se encuentran situados a la izquierda, una vez pasada la puerta giratoria electrónica, muy bien regulada.
El check-in fue rápido y eficaz. Tengo que afirmar que uno de los mejores sabores de boca que me dejó el hotel fue la eficacia y amabilidad de su equipo de recepción.

Lobby del hotel


Lobby del hotel. Otra toma


Una vez que nos proporcionaron las llaves (las tipo tarjeta), mi acompañante y yo subimos al sexto piso por el ascensor acristalado donde percibes, de manera clara, la amplitud de espacios de la que hablaba al principio.
Si tuviéramos que quedarnos con una característica de la habitación "classic suite" -esta era la nuestra- del Mirasierra Suites, sería su amplitud. Es verdaderamente una suite. Hay que observar que en este hotel, todas las habitaciones son tipo suites, como su nombre indica. De hecho, la "classic suite" es la más básica de la gama de habitaciones del hotel.

Zona de cocina. Sólo yo he podido hacer esta foto. Lo siento
 
A la derecha de la puerta de entrada se disponía un mueble alto con fregadera, microondas y almacenaje para menaje de cocina. En la parte baja se encontraba el minibar, bien dotado y con posibilidad de fabricar hielo.
Una mesa amplia con cuatro sillas a modo de salón comedor, estaban situadas a continuación y, en el otro extremo un sofá y una mesita de apoyo.

Zona de estar

Separado por puerta corredera, se encontraba el dormitorio con una cama amplia, tamaño king, de comodidad relativa. Un mueble giratorio albergaba el televisor. El mobiliario, siendo eficiente, no destacaba por su diseño ni material.

Dormitorio


El baño, muy amplio estaba formado por una primera estancia donde estaban los lavabos y justo detrás un mueble vestidor muy bien compartimentado. Separado por puerta, abocábamos a la estancia de la bañera y, en dos apartados diferentes se encontraban el inodoro y el bidé, en uno; la ducha en otro. Con todo, el baño, tenía dos entradas posibles, o bien desde la misma sala de estar, o bien desde el dormitorio. Las toiletries eran bastante baratas, todas con el emblema del hotel. La presión de la ducha era muy buena, las toallas y ropa de baño me gustaron. La bañera, muy amplia y de fácil acceso.

Amplio baño

Toiletries


Excepto el del baño, el suelo era de engorrosa moqueta. Las vistas de la habitación eran a la calle, cosa que agradezco, no soporto esas vistas interiores a tubos de hojalata y maquinaria oxidada por las cacas de los pájaros.

Vistas desde la habitación.


En fin, una buena habitación pero sin ningún detalle especial. El servicio de turn-down es simplemente aceptable. No reponen todas las toiletries; sí en cambio, las toallas.
El Mirasierra Suites Hotel es un establecimiento que de catalogarlo en un sector -no me gusta eso- lo pondríamos en el de hotel de negocios. Es un hotel urbanita, atrapa-japoneses, cómodo y confortable. Pero si usted busca el lujo por el lujo, el servicio absolutamente exquisito, no es su tipo. Es más, en Madrid, si usted busca eso, como no visite el Villa Magna o el Ritz, no crea que hay mucha más oferta. No obstante, la relación calidad-precio me parece muy buena.

Instalaciones del hotel
Madrid siempre ha sido y será para mí, la ciudad paradójica. No puedo vivir sin ella pero en ella tampoco. La capital de España es, sin duda y, científicamente comprobado, la ciudad más calurosa del país. Por ello, las terrazas de verano que tanta fama tienen, me inspiran terror y nervios que, sólo de pensarlo, me incitan al sudor de axilas y al agobio existencial. Da igual que sea de día o de noche. Esos chorros de agua difuminada de algunas terrazas que lo único que consiguen es intoxicar mi aperitivo, enfrían menos que el culo de una momia. Cuando se está a 45 grados, o lo mitigas con un aire acondicionado potente, o te metes, de entero, en el agua fría. Lo demás son chuminadas. Si a las once de la noche, estás a 35 grados, no estoy exagerando ni un pelo, no hay gin-tonic que siente bien. En fin, perdón por el lapsus. El Mirarierra Suites posee una terraza amplia y cómoda para poder tomarte un buen cóctel antes o después de cenar, a la par que te echas un pitillo. Amplia variedad de licores y buen surtido de cócteles a precios razonables. Dicha terraza, conecta con la piscina del hotel en la que me quiero detener.

Biguine Lounge

Es de planta circular. A simple vista, muy coqueta pero muy traicionera cuando la usas. De dimensiones bastante grandes, para ser un hotel urbano, no haces pie en ningún momento -salvo que seas Tachenco-. Por tanto, tiene un "efecto pozo" que como no nades como Johnny Weissmuller, mejor que no te separes del borde.

Piscina

Aunque ya saben mis lectores que no me gusta entrar en las decisiones internas de la dirección del hotel, nunca, en mi vida, he visto una piscina tan mal gestionada. En primer lugar, ahí se bañaba hasta Perico el de los palotes o mi tía Rufa de Cuenca. Eso de dejar entrar a cualquiera que no sea huésped del hotel, me parece una desfachatez. Pero ya les digo, usted seguro que pasa por delante del hotel, lleva bañador; se mete dentro y, ¡ala, a nadar! Además, las tumbonas eran absolutamente insuficientes para la cantidad ingente de personas que intentábamos sobrevivir a 55 grados un día de agosto en Madrid. Sí, ya lo sé, soy un estúpido. Qué pintaba yo en el mes de agosto en Madrid. Pues que les voy a decir, tuve que ir por asuntos familiares.
Continuando con la piscina, un socorrista -por llamarlo de alguna manera- estaba en todo momento sentado a la sombra de una sombrilla con un bañador "tipo nadador", apretado. No paraba de observarme detenidamente -y fíjense que éramos millares- y continuamente bebía para hidratarse. Una especie de Fernando Esteso pero en guapo.
La zona de la piscina tiene un bar con un servicio aún peor que la piscina. En mi vida he visto a unos camareros tan groseros. Alguno hasta echaba piropos a una chica, otro criticaba a un cliente italiano (bueno eso de cliente no se si de hotel o sólo de piscina), otro miraba de arriba a abajo a unas chicas que tomaban el sol. Bueno, un auténtico desastre. La zona de la piscina del Mirasierra Suites Hotel necesita mejorar. Sin duda, lo peor de mi estancia de tres noches en el hotel.

El Spa, a la misma altura que la piscina exterior, está en un recinto anexo a la misma. Su piscina de tratamiento es bastante amplia y la carta de tratamientos, sin probar ninguno, no me pareció mala. 

Spa Wellness


Bares y Restaurantes
Sólo un soplapollas, y que me perdone la dirección del hotel, probaría el restaurante del hotel estando tranquilamente en Madrid, si no es por necesidad. Por ello, no puedo decir nada del restaurante del hotel "El Verdil". Me sorprendió positivamente la carta de sushi.
Sí que alabo cómo gestionan los desayunos. Buenos productos, variados y mesas y sillas muy cómodas. Existe la posibilidad de poder desayunar en la terraza, algo muy de agradecer para los fumadores. El zumo de naranja era fresco y natural, diversa variedad de panes y quesos; todo bien servido y con agradable personal, sobre todo el femenino.

Foto de "El Verdil". En él también se sirven los desayunos


Sí que utilicé numerosas ocasiones la maravillosa terraza del hotel, la "Biguine Lounge", del hotel. Muy bien servida, con sillones y sofás comodísimos, con fuentes de agua que dan serenidad al ambiente. Los combinados están bien hechos y a unos precios muy atractivos.

Check-out
Vuelvo a repetir que el mejor sabor de boca del hotel me lo llevé del equipo de recepcionistas. Muy rápida y eficaz la salida, todo correcto en la factura y trato amable y agradable. El coche ya nos estaba esperando con el equipaje dentro.

Como nota final, comentar que el Mirasierra Suites Hotel es un buen hotel, si bien está enfocado a negocios por su ubicación y amplitud y número de salas de reuniones. Cerca hay una parada de metro y justo enfrente del hotel pasan dos líneas de autobús urbano. Con todo, no es el hotel perfecto para visitar Madrid pero sí lo es si se pretende conseguir los servicios y las instalaciones de un buen hotel a un precio no pecaminoso. No se puede tener todo.

jueves, 17 de marzo de 2011

El mismo hotel, la misma habitación pero 2 precios diferentes. Te han tomado el pelo. Reflexión a la tarifa de precios de un hotel



En mi opinión, el hotel que cuida, mima y respeta sus tarifas, tiene ya un largo camino recorrido dentro de un exigente criterio de calidad y buen servicio.
Como norma, tengo siempre el criterio de que antes de reservar habitación en un hotel, compruebo qué precio me oferta él directamente y qué precios encuentro para el mismo hotel y tipo de habitación en otras web o portales de Internet. Si bien es cierto -los que me leen lo saben- que yo sólo reservo una habitación de hotel de tres maneras; o bien directamente a través de la web oficial del establecimiento, o bien a través de la central de reservas a la que pertenece, o bien directamente por teléfono hablando con el departamento de reservas del hotel.
Pero ello no obsta a que, por curiosidad, mire qué precios me dan otros agentes; eso sí, siempre cuidando de que es la misma fecha, mismo hotel e intentando que sea la misma habitación; como el anuncio de la tele. En algunas ocasiones, tengo que decir, este procedimiento me ha ayudado a que declinara el deseo de reservar en el hotel previsto.

La tarifa del hotel debe ser clara. Es conveniente que tenga un apartado en la web del establecimiento donde, de un pantallazo pueda hacerme una idea muy aproximada de los precios. Debe estar dividido por temporadas y por tipos de habitación, dejando siempre claro en las aclaraciones finales, cualquier tipo de anotación relevante que la dirección del hotel considere oportuno. Otra cosa son los "packages" u ofertas que pueda tener, aunque también se agradece que estén reflejados en la misma web con su precio correspondiente incluido.

Sucede que, hoy en día, han proliferado en Internet un montón de portales de agentes de viajes que logran encontrar la mejor tarifa disponible para el hotel seleccionado de entre varias páginas web, a su vez también de agentes de viajes. Para muestras, por ejemplo la muy concurrida y ya famosa Trivago. No tengo absolutamente nada en contra de estas webs; es más, me gustan y las defiendo. Lo que echo en cara y no a Trivago sino directamente a los hoteles y a sus cadenas, es que pueda llegar a existir mucha diferencia de precio entre la tarifa que me otorga el mismo establecimiento directamente o su central de reservas, sobre todo en los hoteles de lujo. Aunque matizaré, digo ello porque, aun reconociendo que puedan existir negocios y precios especiales para agencias de viaje por compra de una gran cantidad de habitaciones, lo que se da a entender al final es que la tarifa pública colgada en la web del establecimiento es un pufo y, por tanto, no es verdad.

Sólo los nuevos ricos, las estrellas del fútbol, cine, música y pocos más, no miran antes de reservar una habitación, la tarifa del hotel. El vulgo restante, sí que la miramos. Y mucho. Además, la estancia en un hotel se puede llegar a convertir en una tómbola. A una "estirada" con pinta de Rottenmaier le toca la habitación por un precio; y al gordinflas felizote del mojito barato y el flotador repelente de la piscina, la misma habitación a la mitad de precio. La verdad, no sé para que leche lleva el señor obeso unas aletas para nadar en la piscina del Hotel Central de Barcelona; con dos brazadas hacemos el largo. Mientras el gordito feliz se pimpla una copa, su compañera en blanco y negro rechaza la que le ofrece el camarero. No vaya a ser que se la cobren. Ciertamente, no podemos tachar a Trivago de publicidad engañosa. Lo que sucede, al menos a mí, es que llego a odiar el anuncio del gordinflas del flotador por dos motivos. 
El primero porque -aunque es verdad que el más sagaz se lleva el gato al agua- veo injusto que el rechoncho haya pagado menos. Esto tiene la particularidad que ahora contaré que seguramente su habitación no tenga vistas, esté muy alejada del ascensor, no haya sido recientemente renovada... en fin ya me entienden. 
El segundo motivo, un tanto más clasista -la verdad-, es que si me encuentro a ese señor en la piscina de un hotel, automáticamente cojo a mi acompañante, rehago el equipaje y me marcho fulgurantemente jurando jamás volver a ese hotel. Por tanto, ojo. Y me refiero a los hoteles que no cuidan sus tarifas. Algunos -doy fe- han perdido clientes por este motivo; o lo que es peor han ganado otros de "patacón" que se traen hasta los bocatas hechos de casa y no consumen de extras en el hotel ni un café.

Pero ahora viene, queridos lectores, la gran contrapartida que, sinceramente me repulsa aún más moralmente.
Cuando crees haber encontrado un chollo en una web tipo de las que hablábamos antes, puede ser que se convierta en pesadilla. Me explico. Como decíamos en el párrafo anterior, nadie da duros a cuatro pesetas y es criterio habitual en reparto de habitaciones de algunos hoteles,  asignar las "peores" habitaciones a los clientes que han reservado con una tarifa más baja que la establecida por el hotel. Es decir, los que lo han hecho por medio de portales de agentes de viaje de Internet. Puedo llegar a comprenderlo aunque debería estar detallado en la descripción de la reserva. Lo que me repugna, es que en algunas ocasiones no se es exquisito en el trato con los mismos. Ello es una gran injusticia. Si algún lector le ha sucedido algo así o trabaja en el sector hotelero, agradecería me corroborara o contradijese tal afirmación. La solución no viene por medio de Trivago o semejantes, debe venir de las direcciones de los hoteles correspondientes, cuya misión principal, aparte de cuidar las tarifas de su hotel, es velar por el servicio y trato exquisito a todos -y digo todos- sus clientes. Sí, incluido el impresentable del anuncio de trivago, eso sí, el responsable de mantenimiento de la zona de piscina, le debe obligar inmediatamente a desinflar ese flotador, no me refiero a su michelín sino a esa especie de balsa que sufre manteniéndole a flote, compelerle a que se desprenda ipso facto de esa especie de gorro que quema a la vista y que las aletas de buzo... iba a decir una grosería, las deposite en el armario de su habitación.

Con todo, no quiero extenderme mucho más, quiero que esta reflexión pueda servir para pensarnos un poco la manera de reservar una habitación de hotel. Como ven, la realidad es la que es y en algunas ocasiones puede convenir pagar un poco más y quedarse más tranquilos; y no con resignación como la Rottenmaier del Trivago.

NOTA: El caballero del anuncio de Trivago tiene el perfil de obsceno que ya relaté en un post anterior. Para leer y completar información, pinchar aquí.

lunes, 21 de febrero de 2011

Las estrellas de un hotel



Está muy generalizada la idea de medir la categoría de un hotel por su número de estrellas. Incluso, a muchos, se les llena la boca con los estrambotes de las mismas. Por ejemplo, 4 estrellas "Superior" o 5 estrellas "Lujo o Gran Lujo". No voy a hablar, por vergüenza, de esos cursis que hablan de hoteles de 6 o 7 estrellas como el Burj Al Arab de Dubai u otras ciudades de Oriente Medio. Seguro que algún nuevo rico tipo Don Turbante Petrodolar ya está pensando en alguno de 9 o de 11. Como dicen los murcianos "¡Acho! A cuantah má, mejor".

Ciertamente, no podemos negar que las estrellas nos confieren una catalogación común (más o menos) sobre servicios e instalaciones de un hotel en cualquier parte del mundo. Pero quien esté leyendo este texto pensará que no es del todo cierto. Un hotel de tres estrellas en Amsterdam no suele tener nada que ver con uno de la misma categoría en España. O sí. No sé. De verdad, no aconsejo a nadie optar por un hotel mirando exclusivamente el número de estrellas del mismo.

Los nuevos ricos sólo miran el dinero y antes de elegir se hacen esta pregunta: ¿Cuál es el que más cuartos vale? Sigue siendo murciano nuestro ejemplo. "Pues, el menos barato es el Cala di Volpe. ¡Eh lujosísimo, tiene 5 estrellas gran lujo, la órdiga! Está por la isla esa de Cerdeña, en un puerto que se llama Ciervo o argo asín". Con todo, ese personaje y su acompañante, después de haber decidido siguiendo esas directrices penosas, se plantan en Porto Cervo en la Costa Smeralda a pasar una semana. Luego regresan a Totana echando pestes del mismo porque, seamos sinceros, este tipo de personas probablemente no sepan disfrutar de los servicios de un hotel como el que hablamos y no es intención mía ser clasista ni minusvalorar a nadie. Y menos a un murciano.

Los ruines o mezquinos se pasan por el lado contrario. Si existiera algún hotel con estrellas "negativas", procederían a su reserva inmediatamente. Estos casos suelen darse a menudo entre los madrileños.
-Oye, Cuqui. Mira a ver si encuentras en Venecia un hotel de dos estrellas a lo sumo. De esos que por 38 euros te dan el desayuno-. ¡Pero hija! -responde él- a ver si vamos a tener que compartir hasta el baño con los de la habitación de enfrente.
"¡Pues sí, he encontrado uno en "e-nightmare" por 40 euros la noche con desayuno! Está situado en la zona nueva de la ciudad (eso suele ser siempre cerca del aeropuerto) y sólo tiene 47 críticas negativas de 105 en Tripadvisor. Es prepago pero lo reservo no vaya a ser que se acabe la oferta."
Pobres chicos. No saben lo que les espera.
Por todo, merece la pena detenerse un poco más a la hora de elegir.
Yo no soy perfecto -lo habrá notado cualquiera que haya leído un par o tres entradas de mi blog- y en algunas ocasiones, hace ya algún tiempo, optaba por acudir a esas macro-agencias de viajes a pedir asesoramiento sobre hoteles en el destino por el que había optado. Rápidamente me pude percatar que la chica o chico que me atendía sólo se guiaba por el criterio de número de estrellas de los hoteles y, alguno que rozaba el "summun" de la cordura, también utilizaba criterios de distancia desde el centro de la ciudad. Pero nada más. Como si de autómatas se tratara, sólo le ponían voz a la pantalla de su ordenador.
"Pues sí, he encontrado un hotel de cuatro estrellas con desayuno incluido muy cerca de la plaza Dam". Cualquier persona que conozca mínimamente la capital holandesa, o haya leído algún artículo de la Conde Nast sabrá que el peor lugar de la capital holandesa para buscar alojamiento es ese. Aparte del bullicio, te puede perfectamente tocar un hotel en pleno Barrio Rojo donde las luces de neón no te permitan pegar ojo en toda la noche. Las luces de neón o los gritos de los borrachos.
Creo que ya lo he dicho anteriormente pero recuerdo que hace unos siete años pregunté en una agencia de viajes sobre alguno a la Costa Amalfitana y me respondieron que en dónde estaba eso. Les aseguro que no era Viajes Blas.

Para acabar este texto con un mensaje más constructivo, déjenme proponerles unas reglas elementales para tener en cuenta antes de proceder a la reserva de un hotel.

1. No te guíes sólo por el número de estrellas de un hotel.

2. Primero localiza los grandes hoteles de lujo de la ciudad a la que quieres visitar.

3. Una vez localizados, investiga la zona en la que están situados. Este criterio suele ser muy objetivo. Casi siempre están en las mejores zonas de la ciudad.

4. Consulta su precio, a veces te sorprenderán. Vale. Lo reconozco. Lo normal será que te sorprendan por lo caro pero, a veces, uno encuentra un chollo. Y no hace falta que sea por Trivago (a veces Tripago). No olvidemos que la competencia es atroz a todos los niveles.

5. Si no podemos optar a ninguno, empezaremos a mirar por criterio de cercanía a esos hoteles, otros, usando una herramienta muy recomendable como Google Maps y las propias webs de los hoteles. Al final, en la mayoría de ocasiones, encontraremos alguno que se adapte a nuestro presupuesto. Y dará igual que el hotel tenga tres que cuatro o cinco estrellas. Al menos, nos habremos asegurado, no acabar estrellados.

martes, 22 de junio de 2010

The Aleph, Roma




Web
"The Aleph" es un establecimiento perteneciente a la cadena hotelera "Boscolo Hotels", por tanto, comparte diseño con el resto de los hoteles miembros. Sin duda, la galería fotográfica es espléndida, el sistema de reservas muy sencillo y accesible, propiedad de la cadena. Como puntos a mejorar, su diseño, un tanto abigarrado no permite llegar a la información que queremos con la facilidad que se desea. Se echa en falta un poco más de profundidad en los textos explicativos, opción que desde la dirección solventan con una calidad fotográfica envidiable.
Que yo conozca, no tiene acuerdo con ninguna central de reservas hotelera internacional por lo que en mi visita, procedí a realizar la reserva directamente a través de su web. Esta vez opté por una "Doble Deluxe" con desayuno por el tiempo de tres noches.



Imagen de la fachada exterior del hotel.


Check-in
Roma es una ciudad con muy buena oferta hotelera de lujo. "Boscolo Hotels" cuenta en la ciudad eterna con dos sedes, la que nos ocupa, muy cerca de la "Vía Venetto" en la Rua di San Basilio; la otra es el "Exedra", cerca de "Piazza Venecia".
Mi acompañante y yo llegamos al aeropuerto de Ciampino bien entrada la tarde. Un taxi nos condujo directamente al hotel, unos 30 minutos duró el trayecto, aproximadamente. "The Aleph" ganó el Mejor Diseño Interior de Hotel en Europa en el 2004 (Premios Villegiature) y la revista "Travel and Leisure" lo introdujo en el Top 25 de sus hoteles ese año. Por tanto, el hotel nació -como se dice vulgarmente- con buen sello. Su arquitecto, Adam D. Tihany, pretende con la remodelación de un edificio antiguo, conducirnos al impresionante mundo de la "Divina Comedia" de Dante. Cielo e Infierno, comparten espacio con sus correspondientes colores en todas las estancias del hotel.
La recepción, en rojo y negro, presidida por dos guerreros japoneses, perfectamente ataviados, (tan así que dan miedo) queda justo a la derecha de la entrada principal. Con un mostrador pequeño, obtuvimos un "check-in" rápido y eficaz, estábamos cansados. Eso sí,  ningún mozo nos esperaba a la salida del taxi para ayudarnos con el equipaje. Fue un fallo. Tampoco nadie nos acompañó hasta la habitación. Quizá noté cierto nerviosismo en el personal del hotel en esos momentos. Seguramente estarían llenos.




 Detalle del guerrero japonés que parece que te va a atizar con el palo. La recepción, al fondo.


La habitación
Sin ser muy grande, no superaba los 23-25 metros cuadrados, tengo que expresar mi satisfacción. Con una decoración absolutamente cuidada y original, la combinación de colores era exquisita. Apliques de luz de color púrpura combinaban con éxito con murales fotográficos en blanco y negro del antiguo egipto o de la Gran Manzana neoyorquina. El baño estaba situado en un segundo nivel dos escalones arriba y la bañera quedaba al mismo nivel de la habitación, por lo que parecía excavada como si fuera una piscina. El acceso no era difícil, es decir, no te jugabas la vida para ducharte como me ha ocurrido en otros hoteles. Los productos de baño de fabricación propia muy buenos en envases de tubo color rojo pasión (su fragancia era acorde al envase). Ciertamente un baño que merece la pena ser visto y usado. La habitación con cama tipo "queen", muy cómoda, mezcla de pop con neo-clásico. Cortinas opacas que consiguen total oscuridad. Como siempre sucede, la maldita moqueta, una vez más amenazaba mis pies constantemente. Buen acierto en las zapatillas color azul con el emblema del hotel grabado para conseguir aislar las miríadas de ácaros.

El hotel
Aconsejo, sin duda, este hotel para los amantes del diseño tanto en arquitectura como en mobiliario. Los dados suspendidos en el patio interior, impresionan. Hasta los ascensores están decorados de vinilos de emblemáticos actores y directores italianos. Como decía al principio, se ha pretendido adentrar al huésped en el cielo y el infierno dantesco. No soy muy partidario de esos "juegos" decorativos. Lo que está bien, está bien y lo que está mal, está mal. Y déjese usted de tonterías de si en esta esquina parece que estoy hablando con Virgilio o si la iluminación de este "lounge" refleja la estancia del mismísimo Infierno. Si así fuera, no creo que el hotel tuviera buena crítica.


Complejo artístico formado por dos dados suspendidos en el patio interior del hotel.



El restaurante "Maremoto", es el único del hotel y donde se sirve el desayuno. Decorado en tonos rojos, mesas rojas, sillas rojas. No quise probarlo ya que el desayuno me decepcionó tanto que no quise experimentar más. Ya saben, los experimentos... con gaseosa. Nunca he estado en un hotel con un desayuno tan escaso y deficiente. Sin duda, es en este punto donde la dirección del hotel debe hacer más hincapié. Por supuesto, el zumo de naranja era de tetrabrik, el único queso que encontré eran de esas porciones tipo "el caserío". No exagero si afirmo que el plato estrella del desayuno era el jamón york. La bollería grasientamente industrial; de esa que vas repitiendo toda la mañana acordándote de algún pariente del camarero -y eso que ambos no tienen ninguna culpa. No veo distinción entre este desayuno y otro de un mal motel de carretera o de un albergue de peregrinos. Quizá la diferencia estribaba en que en este podías tomarte los quesitos que quisieras, en los otros te administran hasta donde puedes comer y, si quieres repetir tostada, no te dejan.

El "Wine Bar Dionisio" y el "Angelo Lounge Bar", accesorios al restaurante, son sede de ese tipo de gente que se autodenomina "cool" o "gente guapa". No entiendo bien ese tipo de términos o catalogaciones. Eso sí, en ellos pudimos disfrutar de muy buenos mojitos y "bloody-marys", asientos cómodos y muy buen servicio. Aunque creo que ya ha pasado un poco, sigue siendo punto de encuentro de romanos después o antes de cenar. Ya saben, las modas siempre pasan.
Si las condiciones climatológicas lo permiten, tómense el cóctel en la terraza abierta de la azotea del hotel. Tiene unas vistas maravillosas.



Bonita terraza con vistas del hotel.


Hoy en día parece que un hotel sin Spa pierde la categoría de hotel. Y no entiendo porqué. El de "The Aleph" es muy coqueto aunque el espacio es hiperreducido. Suficiente para sofocar el calor romano del ferragosto después de un día de turismo. No esperen un templo de la belleza y del bienestar, cascadas de chorro, tratamientos ayurvédicos, pediluvios y zarandajas varias.


Detalle de la piscina del spa. Pequeña pero coqueta.



La localización no es mala pero Roma es tan grande como eterna y, al final, tiras de taxi. Si usted quiere algo más céntrico (por llamarlo de alguna manera), ponga el eje de búsqueda en la "Piazza Spagna". Aún así, tenías boca de metro a dos minutos andando, en Barberini.

Check-out
Muy atento el servicio en todo momento, y eso que sabían que era español. Se agradece. En la factura, todo correcto. Eso sí, no quise coger otra vez el taxi de vuelta a Ciampino sin exhortar, con la educación que me impregna, de la no realización del "turn-down". Me comentaron que tomaron nota para que no vuelva a suceder. Este con el fantasmagórico desayuno, fueron los fallos a mejorar durante mi fabulosa estancia en la ciudad de las siete colinas.

martes, 1 de junio de 2010

La maleta, esa gran desconocida


Llevaba tiempo intentando escribir unas letras sobre el instrumento más importante del viajero, la maleta. Pido perdón a los que me tachen de simplón pero, muchas veces, pasamos por alto cosas tan comunes que se vuelven raras.

Una de ellas, sin duda, es la maleta del turista.

Una vez, el banco con el que trabajo, tuvo el detalle de regalarme una maleta (tipo de cabina) por mi fidelidad para con ellos. Se lo agradecí, como siempre con la amabilidad que me caracteriza. Automáticamente después me deshice de ella. Para que puedan hacerse una idea, era exactamente igual que esa que utilizan los "insersos" cuando "los llevan" a Benidorm.

No crean que afirmo necesario tener una "Louis Vuitton" para viajar (yo no la tengo) pero un mínimo de decoro en el "perrito faldero" que arrastramos por aeropuertos, estaciones de trenes y recepciones de hoteles es indispensable.

Elegir el tamaño de la maleta es un arte. Conozco a personas que para un fin de semana necesitan tres maletas grandes y otros que para una semana de vacaciones en Capri solo usan una de cabina. Cada persona es un mundo y su vestidor un universo pero hay que viajar con el equipaje adecuado, incluido metrosexuales y señoras.
No es lo mismo residir cuatro días en el Ritz de París que pasar un puente en el Hotel Pitrizza de la Costa Smeralda en verano.

Lo que nunca debe faltar en una maleta de un turista con clase es:

- Una corbata -aunque estemos en agosto-.
- Una chaqueta "Blazer" o "Teba".
- Unos mocasines o calzado formal.

Respecto a las señoras me es imposible articular palabra ya que el vocablo "necesario" varía según la personalidad. Siento no pronunciarme aunque crean que quedo guardando la ropa.

Las parejas que me lean ya tienen un nuevo regalo para hacerse en el próximo aniversario. Un buen "fin de semana" -así se llaman las "tipo cabina"- o una buena maleta -aconsejo de cuatro ruedas-. Queda prohibido las maletas xxxl. Son groseras, parecen ataúdes y son tan difíciles de manejar que no merecen la pena.

Queda terminantemente prohibido utilizar maneras de "mochilero" colocando pegatinas en la maleta de los diferentes viajes que vamos haciendo. Al igual que todo en esta vida, su maleta también envejece. Por tanto, revise si la suya ya está en periodo de jubilación. Si le tiene mucho cariño, cásese con ella pero no la obligue a viajar en tan penoso estado.

Y, por favor, si viaja en avión, elimine inmediatamente esa "vitola" que nos ponen en el equipaje de mano a modo de seguridad. No intente decorar su maleta.

jueves, 27 de mayo de 2010

Capri Palace Hotel and Spa









Web
Se merecía un cambio y mi enhorabuena al nuevo diseño web de "Capri Palace", estrenado esta temporada. Dinámico, agradable, repleto de información, fotografías muy conceptuales -hablan por sí solas-, muy artístico en definitiva. En suma, define fielmente el concepto que este maravilloso hotel de Capri quiere dar a conocer. Las reservas las tienen contratadas con "yourreservation", otras veces ya he hablado de ellas. Con solo cinco minutos navegando por su web te transporta a la isla más encantadora del Mediterráneo rodeado de clase y "saber hacer" del "Capri Palace".

Reserva
Como ya conocerán mis lectores asiduos, soy un enamorado de la Costa Amalfitana. Y, particularizando más, Capri es mi lugar preferido. Cuando visito cualquier zona de la costa de Nápoles, siempre le hago una visita a esta pequeña isla llena de encanto y "glamour".
En esta ocasión me propuse conocer el hotel que nos ocupa. Como, casi siempre, utilicé la central de reservas del hotel, "The Leading Hotels of the World", para formalizarla. "Capri Palace" pertenece a su vertiente "Small". El trato es esquisito, puedo hablar en castellano y yo mismo puedo gestionar la reserva al pertenecer a "The Leaders Club".
Reservé una habitación "Deluxe con piscina privada". Me acogí a la tarifa "Great Affordables" que incluía "buffet breakfast" y una botella de vino a la llegada.

Check-in.
Un señor uniformado a lo capitán de barco venido a menos, con su gorra de plato y su cigarro en la boca esperaba en el puerto de Marina Grande a que desembarcáramos del batiscafo que nos acercaba a la isla. Sostenía un letrero con el logo del hotel y gritaba su nombre para que los clientes nos acercásemos a su lado. Sólo éramos dos los viajeros de ese barco con destino al hotel. Nuestro capitán nos acompañó al Minivan Mercedes donde el "chauffeur" con el aire acondicionado conectado nos amenizó con unas toallitas frías de Bulgari y unos refrescos. El coche se puso en marcha. Anacapri queda situada en lo alto de la isla y el trayecto es muy escarpado por las carreteras -por llamarlas de alguna manera- que llevan a ella. Al tomar las curvas de 180 grados debes dejar paso antes pues dos coches no caben. Primero dejas Capri y después del zigzagueante camino, llegas a Anacapri y al "Capri Palace". No más de diez minutos.

El túnel de entrada al hotel es espectacular. A la derecha vas viendo un largo muro de mármol tallado y sus ventanas permiten contemplar la parte sumergida de la piscina del Spa. Ves las piernas de los bañistas agitándose para mantenerse a flote y el color azul lo envuelve todo.
Ya en el hall, un gran jarrón de cristal con más de 30 largas cañas de bambú es lo primero que te encuentras. La recepción, al fondo junto al "concierge".
Fue una entrada rápida, cordial y muy atenta. Una persona del "staff" nos acompañó a la habitación para explicarnos sus pormenores, incluido el uso de la piscina. El botones ya había depositado el equipaje. La habitación, muy blanca, espaciosa con cama con dosel, estaba separada como en dos estancias por un taquillón no muy alto. Una pequeña sala de estar daba a un cristal de puerta corredera donde estaba el jardín y la piscina (no de agua caliente). Al ser mayo, aún daba un poco de "repelús" entrar pero me atreví. Ahora ya las han climatizado. Buena idea.
El baño muy amplio con generosas "toiletries" Bulgary, ducha con mucha presión, mampara de cristal y un lavabo grande en mármol travertino. Una bandeja con cremas solares y "aftersun" de cortesía, no me acuerdo de qué firma, se encontraba encima del taquillón. Equipo de música y televisión de plasma.

Podría extenderme varios folios hablando de este hotel pero voy a intentar hacer un ejercicio de concreción y síntesis.

  The Beauty Farm






El Spa del Capri Palace no es sólo eso. Es una auténtica clínica médica que cuenta entre su equipo con un cardiólogo y una graduada en Nutrición Humana y Dietética. Todos dirigidos por el Dr. Francesco Canonago. Son múltiples los tratamientos enfocados a prevenir enfermedades cardiovasculares, varios los chequeos médicos que realizan y -ante todo- un servicio de hotel de lujo que no tiene nada que ver con el trato frío de un hospital.
Dicho esto, "The Beauty Farm" es un gran remanso de paz. Su piscina de talasoterapia es la más hermosa que he visto nunca. De hecho, no tengo dudas al afirmar que, después del Spa del Gran Hotel Bahía del Duque Resort de Tenerife, es el mejor Spa en el que he estado.
Mis lectores conocen la aversión que tengo a introducir fotos en mis textos. Esta vez, con permiso del hotel no puedo dejar de mostrar esta. Pueden ver más en su web.

Nótese los ventanales de la derecha que dan al túnel de entrada al hotel.



Y esta es la foto que refleja la entrada al hotel. Las ventanas son las mismas que vemos en la foto anterior en el interior de la piscina. Asombroso.


Por último un detalle.



L´Olivo Restaurtant
Dirigido por el alemán Oliver Glowig es, sin duda, el más reconocido de Capri. De absoluta y deslumbrante cocina mediterránea, Oliver, aparte de conseguir la ansiada segunda estrella michelín, se ha apartado de la manida cocina italiana internacional hasta llevar a "L´Olivo" a ser considerado como lugar de referencia, independiente pero consustancial al hotel. Casi le hace sombra a "Rosellinis" del "Palazzo Sasso", también con dos estrellas y a "Don Alfonso" de Sant´Agata Sui Due Golfi (cerca de Sorrento) que esta temporada adelgaza quedándose con dos michelines perdiendo el tercero. Sin duda, son los tres templos gastronómicos de la Costa Amalfitana.
La cristalería es de Murano firmada por "Carlo Moretti" y la iluminación del local es excepcional. Han cuidado hasta los más mínimos detalles.

The Artist´s Bar
Situado en un ala del hotel, es el lugar indicado para tomarte un aperitivo antes de almorzar o un cóctel después de cenar. Presidida su entrada por una enorme obra del controvertido Allan Jones, es mi lugar favorito del hotel. Hablando de obras de arte, el hotel en sí es una auténtica galería con obras de autores tan reconocidos como el propio Jones, Pomodoro, Chiosi, De Chirico, etc. Si les apetece, pídanse un mojito -con ron blanco, claro-.

Entrada a The Artist´s Bar presidida por un Allen Jones.



Beach Club "Il Ricio"
Es la última adquisición del "Capri Palace". Con ella, desbanca -a mi parecer- a los otros dos hoteles de la isla que pueden imitarle, el tradicional "Quisisana" , en el centro de Capri, y el nuevo y coqueto "JK Place" cerca de Marina Grande.
A "Il Ricio", muy cerca de la cinematográfica "Grotta Azzurra", puedes acceder tanto en coche como en barco. Suspendido en la roca, cuenta con un magnífico restaurante dirigido por el joven chef Andrea Migliaccio, un bar y un solarium con las mejores vistas que pueda imaginar y cómodas tumbonas y cabañas.

Check-out.
Déjenme decirles algo. Intento no ser victimista pero los españoles, por desgracia, tenemos "mala fama" en el resto de Europa. Hablo en líneas generales. Fue el único inconveniente que tuvimos. Mientras bajábamos a recepción, dimos la orden de que llevaran las maletas a la Minivan que nos devolvía al puerto. Una vez comprobada la factura -todo estaba correcto- procedí a pagar con mi tarjeta de crédito y ¡Horrible! no pasaba. Le di la otra y tampoco. Mi acompañante le dio la suya y tampoco. El fracaso estaba asegurado. No me gustaron los modales, y nunca me han pedido perdón. No importa pero marcaron en el cobratarjetas el número y ya está. No fue para ponerse así.
Me preguntarán cómo pudo suceder tal coincidencia de que tres tarjetas no funcionen. Pues al poco tiempo me di cuenta de que un clip pisabilletes que tenía las inutilizó porque tenía un imán muy fuerte. Pasamos unos minutos muy embarazosos.

Salvando este inconveniente, no puedo más que piropear a todo el personal del hotel y animar a visitar este templo del buen servicio, del relax y de la gastronomía.